La derrota interpela al PJ. ADN

El peronismo de Río Negro sufre la derrota de las últimas elecciones nacionales -el martes se cumple un mes- donde fue relegado al tercer lugar, un hecho inédito en su historia política provincial. Tarda en reaccionar, es un boxeador noqueado que pretende pararse en el ring, pero que las piernas no le responden. Tiene la voluntad quebrada.

En este tiempo postelectoral no hubo expresiones de su dirigencia analizando la performance en las urnas. Salvo excepciones no se expresaron autoridades, consejeros, congresales, unidades básicas ni agrupaciones. Sólo algunas manifestaciones (incluidas las felicitaciones a sus adversarios), pero sin autocríticas ni análisis medulares sobre los motivos de la derrota. Nadie se hace cargo y se soslaya la gravedad del tema, a la espera que el tiempo repare y diluya.

El pueblo peronista rionegrino transita con encontradas vivencias. Bronca, indignación, indiferencia, apatía, rebeldía. Hay conmoción y un reproche a la dirigencia, a todos sin excepción, nadie piense que se salva de la crítica. Pero, el calificativo que mejor cabe es el de orfandad, sin padres, sin guía y abandonado.

Hay un clamor general. Convocar a elecciones internas para renovar autoridades y de esta manera oxigenar al partido con mejores perspectivas futuras. Pero este desafío es una brasa caliente que dejará ampollas en la dermis del peronismo.

El Consejo Provincial, presidido por Alejandra Mas e integrado por 17 miembros entre intendentes, diputados y referentes soristas y doñatistas, aún no convocó a una reunión tan necesaria como esperada. Por su parte la mesa de conducción del Congreso provincial -que preside Martín Soria- está devaluada y actúa como pato rengo, con ausencias como María Maldonado y el pase al massismo de Luis Albrieu, junto a Nicolás Rochas y Alejo Ramos Mejía.

La celebración de un nuevo aniversario de la fundación de Sierra Colorada -bastión sureño peronista rionegrino- reunió el miércoles pasado en esa localidad a varios intendentes y dirigentes que reclamaron a Mas una reunión de las autoridades partidarias, compromiso asumido por la conesina y que tendrá una inminente convocatoria. La festividad fue una excusa para la catarsis.

El peronismo sufre. No hay conducción, teme a los acuerdos de superestructura, hay desazón, incluso con el gobierno nacional. Todo funciona como una conjura contra la posibilidad de reconfigurarse y ser una alternativa viable de gobierno en la provincia. La muerte de Carlos Soria y las derrotas a la gobernación de Miguel Pichetto y Martín Soria no fueron neutras en esta historia. Además, el eterno senador rionegrino de Banfield se mudó al neoliberalismo, una movida que además permitió que Alberto Weretilneck llegue al Senado, oxigenó a JSRN y cambió las reglas de juego en su vínculo con el gobierno nacional. Todo esto generó un combo adverso que se completa con la carencia de una conducción fuerte y centralizada, que siempre fue cuestionada -en las figuras de Mario Franco, Remo Costanzo, Miguel Pichetto y Carlos Soria- pero que todos extrañan. El verticalismo es propio de su esencia.

También observa que todas las variantes exógenas atentan en su contra. Surge la figura de Aníbal Tortoriello en Cipolletti, una ciudad donde el peronismo alcanzó sólo el 14 por ciento de los votos; Juntos Somos Río Negro es un polo de atracción para dirigentes políticos y sindicales (propios o simpatizantes) e incluso jefes comunales. Para colmo, Arabela Carreras goza de un trato distinguido en la Casa Rosada y ministerios nacionales, que le esmerila al justicialismo provincial su condición de oficialista a nivel nacional.

Este tema no es neutro. El peronismo observó con no poca preocupación la atención dispensada a la gobernadora rionegrina por la administración Fernández en su último viaje a Buenos Aires. Fue recibida por el Jefe de Gabinete de Ministros Juan Manzur, en una reunión que sobresalió por la presencia además del ministro del Interior, Wado de Pedro, y el titular de la Cancillería Santiago Cafiero, una conjunción de líneas internas en el gobierno nacional, que se interpretó como un aval político del gobierno en su conjunto.

En la oportunidad Carreras repasó la realización de obras públicas nacionales en Río Negro y además puso el acento en el rol del INAI, que conduce Magdalena Odarda, en el manejo del tema mapuche en la provincia, en comparación con el tratamiento que se brinda a otras comunidades indígenas del país.

Luego la mandataria provincial firmó con el presidente Alberto Fernández, el acuerdo para la instalación de la zona franca en Sierra Grande -acompañada por el intendente Renzo Tamburrini y la legisladora de Juntos Roxana Fernández-, donde Carreras tuvo un protagonismo central en la difusión del tema, por parte de la Rosada, tanto en los videos como en la información oficial distribuida en las redes.

Este periplo tuvo también una escala en el despacho del ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, donde se acordó el trabajo conjunto con la provincia y el rol de las fuerzas de seguridad tanto nacionales como rionegrinas, en el tema de ocupación de tierras por parte de comunidades mapuches.

Todo este escenario gubernamental careció de presencia de legisladores nacionales del PJ rionegrino y de referentes partidarios, salvo el caso del jefe comunal de Sierra Grande. En estas audiencias no hubo invitación a dirigentes del peronismo rionegrino de alcance nacional, senador y senadora y diputados y diputadas del Congreso nacional, incluido el ministro de Justicia Martín Soria.

Se repitió un estilo que fue duramente criticado en las PASO donde el peronismo provincial se presentó relegado ante la presencia de los funcionarios nacionales en su paso por Río Negro, referenciados en cambio con la administración de Arabela Carreras.

La situación del peronismo no es ajena a la mirada del gobierno y de Juntos. Su debilidad preocupa por el avance que pudiera tener JxC con Aníbal Tortoriello. El PJ es una fuerza con territorialidad con nueve intendentes propios y uno del FG, que forma parte del FdT, cuenta además con 14 diputados provinciales y tres del Frente Renovador, que también integran la coalición del gobierno nacional.

El tiempo apremia. El 2022 será un año para convocar al voto de los afiliados y renovar autoridades y el 2023 encarar el desafío de retomar el protagonismo histórico y pelear por reconquistar el gobierno provincial. No habrá magia. El peronismo de Río Negro sólo depende de sí mismo.