Maltrato

El legislador ingresó al edificio donde se encuentra su oficina y se encontró -como es habitual desde la pandemia del Covid- que debía dejar asentado su nombre y documento. No solo se negó, sino que se enojó con el trabajador que le pidió que cumpliera con el requisito. «Vos que sos alcahuete, decile a la Gobernadora que en vez de hacerme firmar, compre respiradores», le dijo. Fallaron los modales, pero especialmente la formación gremial del joven, que expuso a un «laburante» como le gusta decir en sus discursos.