Y ahora…¿qué hacemos con los paraguas?

Ya se acallaron los ecos de aquél masivo acto del 18 F donde un enorme sector de porteños salió a la calle a reivindicar que “Todos somos Nisman”, y a pregonar -cartel más, cartel menos- que el fiscal orinaba bronce. Cayó el telón definitivo de la más fenomenal y ambiciosa operación mediático – política para derrocar -o, en caso de no lograrlo, herirlo de muerte- a un gobierno legítimamente elegido por el pueblo en elecciones libres y democráticas.

Los Fiscales convocantes, Guillermo Marijuan, Carlos Stornelli, Gerardo Moldes, Ricardo Sáenz, Raúl Pleé, José María Campagnoli y el inefable titular del gremio de los judiciales Julio Piumato (¿?) -válidamente podemos interrogarnos qué hacía marchando como un fiscal más- ubicado en el centro de la escena. Detrás de una bandera negra encabezaron con tono épico, la movilización en lenta marcha, con los brazos entrelazados.

No pongo en duda la honestidad de la gran mayoría de quienes, respondiendo a la convocatoria, asistieron a la marcha. Sí, sostengo enfáticamente, que fueron engañados. ¿Por quien? lisa y llanamente por el discurso implacable y demoledor de los comunicadores sociales y los medios hegemónicos de difusión opositores al gobierno. Dije, en otra columna, que es imposible concurrir a una café, restaurante, pizzería, bar o cualquier otro lugar de concurrencia masiva en la ciudad de Buenos Aires y sus cien barrios porteños, donde no se ofrezca la lectura de los diarios Clarín y La Nación y los televisores no estén sintonizados en TN.

Ud. me preguntará ¿es que los porteños son tan lectores? y yo le contesto: No. No es necesario que lean el diario completo, ni siquiera las dos primeras páginas, basta con que vean la tapa mientras toman su cafecito o saborean un buen churrasco con ensalada mixta.

Allí está el mensaje central que taladra la mente de quien -no advertido o poco advertido- deglute lo que está impreso en letra de molde. Y si no, recordemos las famosas cuatro tapas de Clarín que derrocaron varios gobiernos democráticos. Tapas de diarios que, ahora, no titulan en letra catástrofe ni chica, que la denuncia de Nisman terminó como se sabía que iba a terminar desde el mismo día en que se interpuso: en el archivo.

En cuanto a la televisión tampoco es necesario que la persona se demore ni siquiera un tiempito, aunque breve, para escuchar y ver las noticias. TN cuenta con un muy eficaz y estudiado programa propagador de mensajes, pero sobre todo de metamensajes: “Títulos”, al que hay que agregar el bombardeo permanente de las noticias resumidas que se difunden en el zócalo (al pie de la pantalla).

Estos mismos medios que fogonearon la mentada marcha optan, ahora, por ningunear el estrepitoso fin de la maniobra, la que a pesar de su final anunciado, alcanzó para poner en jaque a un gobierno democrático, para ser usada a nivel internacional para desprestigiarlo, sin importar el grave daño que se causó no a un gobierno sino a la Argentina como país, para dañarlo y vaya uno a saber para qué otros propósitos “non sanctus”.

Los medios sabían, los fiscales convocantes también lo sabían. No obstante vieron la ocasión para, basándose en la ingenuidad -cuando no en la ignorancia- de la gente, esmerilar a un gobierno que odian, odio fomentado por los medios y por los periodistas “independientes” (¿independientes de quién?, adviértase que todos responden a un mismo titiritero) que trabajan a su servicio. La escudería es comandada por periodistas como Jorge Lanata, Alfredo Lewkowicz (conocido como Leuco, seudónimo que adoptó luego de recortar su apellido) y su hijo, Luis Majul, Joaquín Morales Solá, Mariano Grondona y su delfín, Julio Blanck, Eduardo van der Kooy, Marcelo Bonelli, Nelson Castro, Marcelo Longobardi, Adrián Ventura, Roberto García y muchos, muchos más.

¿Dónde están Patricia Bullrich y Laura Alonso? las que, imbuidas de un impostado sacrosanto fulgor patriótico, se habían convertido en activas militantes de la “denuncia Nisman” queriéndole hacer creer al país que eran portadoras de la más grave imputación de la historia contra un Presidente. No se las escucha comentar el Fallo de la Cámara. Mutis por el foro.

Más sincero resultó ser el activista Fiscal Gerardo Moldes, quien dirigiéndose a los medios amigos les espetó: “Y bueno muchachos, yo hice lo que pude”, al notificarse que su apelación fue desestimada. ¿Hizo lo que pudo para qué, se preguntará?. La respuesta se la dejo a Ud. amigo lector.

Hagamos un breve repaso de la trayectoria de la denuncia de Nisman. Tras su regreso al país de forma inesperada, la presenta en medio de la feria judicial.
La jueza Servini de Cubría no le habilita la feria y le dice que ni siquiera había presentado pruebas.
El juez Canicoba Corral a cargo de la causa Amia, sostiene que está basada en versiones de servicios de inteligencia y que tenía “escaso o nulo valor probatorio”.
Ronald Noble, ex secretario de Interpol afirmó: “La denuncia de Nisman es falsa” y señaló, por escrito, que ningún funcionario argentino hizo jamás alguna gestión para que se levantaran las alertas rojas.
El juez Ariel Lijo también consideró que no había motivos para habilitar la feria judicial y elogió la resolución de Servini de Cubría.
El juez Daniel Rafecas, en un pormenorizado y fundado fallo, desestimó la denuncia por inexistencia de delito.

Consideró que el memorándum ni siquiera se puso en marcha por lo que no podía constituir delito. Señaló que las alertas rojas nunca se levantaron ni hubo ninguna iniciativa para levantarlas.
El fiscal de Cámara, Germán Moldes, apeló.
La Sala I de la Cámara Federal, con voto de dos de sus tres miembros desestimaron la denuncia. Jorge Ballestero y Eduardo Freiler señalaron que el memorándum pasó por varias instancias judiciales y en ninguna se lo consideró un delito. Esa misma sala lo declaró inconstitucional, pero no un delito. Los camaristas mencionaron una grave manipulación de las escuchas telefónicas, uniendo tramos de unas llamadas con tramos de otras realizadas tiempo después. Los camaristas señalaron que la Justicia no puede ir “de pesca”, es decir iniciar causas judiciales para ver si existe algún delito.
El Fiscal Javier De Luca al afirmar que “No se logra encontrar delito alguno” no sostuvo el recurso.
La Cámara de Casación archivó la causa.

En su voto Ana María Figueroa transcribió una parte del desistimiento formulado por el fiscal De Luca quien, como Rafecas, consideró que no existió delito. “En esta causa por más que se recorran todas las hipótesis de la denuncia, una y otra vez, no se logra encontrar delito alguno a averiguar y demostrar.

Lo mismo sucede con el requerimiento de instrucción, de apelación y del recurso de casación. Sostener que la firma de un tratado constituye un plan criminal es un absurdo desde el punto de vista jurídico. Si la firma de este acuerdo internacional pudiera ser entendida como una ayuda material a los prófugos, tentada o ya consumada, igualmente no constituiría delito porque recaería dentro de la competencia constitucional no justiciable de los poderes Ejecutivo y Legislativo.” Y agrega: “Véase que la conformación de una Comisión de la Verdad y la notificación a Interpol están escritas en el mismo acuerdo, totalmente a la vista y fueron ratificados por el Congreso de la Nación.

Es decir, nuestros legisladores, en el ejercicio de su potestad constitucional, dispusieron esas cláusulas”. “De conformidad con el principio de legalidad, nuestra ley exige que lo que se denuncie e investigue sean hechos que constituyan delitos y no cualquier hecho de la vida”.

También la denuncia mereció el rechazo de académicos, como es el caso de los destacados juristas Julio Maier, Raúl Zaffaroni, León Arslanian, Ricardo Gil Lavedra y Luis Moreno Ocampo.

El viernes 16 el Fiscal había quedado solo. La AMIA y la DAIA, que ya lo habían criticado duramente tras diez años sin resultado alguno, fueron cautelosas. Con ese panorama, Nisman debía concurrir el lunes 19 al Congreso a exponer sus pruebas. Pensó que iba a ir únicamente de la mano de la oposición -lo prueban las numerosas llamadas con Patricia Bullrich y Laura Alonso, pero el Frente para la Victoria decidió hacerse presente y exigió que la sesión fuera pública.

La denuncia había quedado seriamente mal herida. Como se sabe, Nisman murió en ese fin de semana.
Sigue siendo un enigma el origen de la denuncia de Nisman. Hoy se conocen con mayor claridad sus vínculos con la derecha republicana de Estados Unidos, la derecha israelí e incluso con los fondos buitre, a través de la autoproclamada Fundación de Defensa de la Democracia. En paralelo, el fiscal operaba con la ex SIDE, encabezada por Jaime Stiuso, que también estaba alineado con Washington y Jerusalén.

Ante la verdad incuestionable de la suerte corrida por la denuncia Nisman, constituye una obligación, tanto cívica como moral, a cargo de los Fiscales, medios hegemónicos y políticos convocantes, pedir perdón públicamente -medios no le faltan- a los miles de argentinos que asistieron a la marcha del 18F, claramente engañados.

Enrique Minetti