El peronismo y los fantasmas del ayer ● Jorge Castañeda

Nuevamente el peronismo rionegrino está atrapado en la maraña de sus propios desaciertos: descalificaciones entre compañeros, peleas de cotillón, marchas y contramarchas, cero de autocrítica y de debate interno con el Tribunal de Disciplina convertido en una Gestapo manipulada por los mandamases que desde hace más de treinta años se han apoderado del aparato partidario solamente amparados en sus apellidos, sin ninguna participación del afiliado de a pie que ya ni siquiera tiene el derecho de elegir a sus representantes porque todo está digitado y armado desde Buenos Aires –esa cosmópolis atestada de burócratas que “no sirven ni para Dios ni para el Diablo”.

En la política vernácula pocas veces los hemos visto cara a cara con los afiliados, pero sí llenarse la boca de peronismo hablando en los medios para descalificar a aquel que les amenace su espacio de pitanza personal, sin embargo decía el General Perón que “de nada les sirve que griten ser peronistas todo el día si son falaces, inescrupulosos o unos perros con la gente”.

En Río Negro el peronismo tiene las mismas caras de siempre con todas mañas de la vieja política y que son útiles en los cargos nacionales a las manganetas de los “vivillos” de siempre. No hay formación de nuevos dirigentes porque las Unidades Básicas están cerradas y es bien sabido que “no hay nada más perjudicial para el peronismo que la tendencia de algunos dirigentes de la conducción a aislarse dentro de círculos de acción personal, en forma similar al procedimiento de los viejos caudillos de la política criolla, porque el peronismo no acepta ya estas formas de conducción y, esos dirigentes terminan por ser repudiados por la masa”. Y la frase otra vez es de Perón.

No tienen ni un ápice de los valores justicialistas y menos aún el de la lealtad. Son solamente leales a sus propios intereses y al bienestar de sus familiares y su grupo de amigos, leales al poder de turno que obedece vaya a saber a qué oscuros intereses vende patria, olvidando que la mayor lealtad que deben tener los justicialistas es a la doctrina nacional y cristiana que los fundadores legaron. Doctrina que si bien debe ser actualizada ante el decurso del tiempo y por la aparición de un nuevo, inédito y perverso orden mundial global, más que nunca se deben destacar sus valores esenciales: la felicidad del hombre en una comunidad realizada.

Lamentablemente han arrumbado las enseñanzas de Perón, bien porque no les conviene o porque nunca las conocieron y menos aún las pusieron en práctica.

No han entendido jamás que “la primera condición que un político debe reunir es la paciencia y la tolerancia. El manejo de hombres se hace tanto más difícil cuanto uno sea menos paciente y menos tolerante. Cuando se maneja desde la cumbre, se tiene la obligación, antes que nada, de unir a los que se pretende manejar, para ello existe un solo camino: no entrar, como parte, en ninguno de los pleitos que comúnmente se producen entre peronistas. La función del que conduce no es la de administrar justicia sino la de conducir a todos unidos y solidarios”. El no haber atendido a esta frase de Perón ha llevado al peronismo de Río Negro a sucesivas derrotas electorales y al mayor de los desencantos en la última elección. Pero todavía no aprenden de sus errores porque siguen repitiendo las viejas metodologías chapuceras de siempre, al decir de Jauretche.

“En nuestras filas hay dirigentes –dice Perón- que no trabajarán jamás para el interés de todos, sino para sus menguados intereses personales o de su círculo y que son la peor amenaza contra la cohesión indispensable a todo movimiento organizado y nosotros queremos dirigentes que trabajen unidos y coordinados para el bien y el provecho del conjunto, porque esa es la forma de unir y no de disociar”.
¿Estaría hablando Perón a la dirigencia peronista de Río Negro? Las elecciones provinciales están a la vuelta de la esquina y las urnas dirán su verdad y ese día la voz del pueblo será inapelable.

Jorge Castañeda
Valcheta