Haz lo que yo digo pero…no lo que yo hago ● Ana Piccinini

Soy la Legisladora con mayor antigüedad dentro de la Cámara,  a excepción de la primera vez, todas las veces que ingresé al recinto fue encabezando las listas que me tuvieron como candidata. Siento un gran respeto por la actividad parlamentaria, me formé y estudie cada uno de los temas que pasaron por la misma, siendo incluso autora de proyectos que contribuyeron a mejorar la vida de los rionegrinos. En mi currículum publicado en la página de la Defensoría del Pueblo de la Provincia está debidamente probado todo lo que expreso.

Esta introducción es a los fines de acreditar mi autoridad  sobre el tema,  la que  no me fue revelada por Dios sino que es el fruto de mucha dedicación, esfuerzo, estudio y  trabajo. Además de mis antecedentes que están a disposición de todos los rionegrinos desde hace años, cuento con el respeto y el cariño de todos los empleados de la Casa, que han sido por años testigos fieles de mi desenvolvimiento. Y porque no decirlo de los legisladores, de las distintas gestiones, con los que compartí momentos duros y no tanto pero que, adversarios o no, me han manifestado siempre su respeto, lo que agradezco y atesoro como uno de mis mayores y apreciados bienes.

El Poder Legislativo, es el más grande de los tres poderes del Estado Republicano y no me refiero a su tamaño con esta expresión sino a sus poderes, el Convencional Constituyente ha querido que sea el más importante en cuanto al poder que detenta como representante del pueblo y así surge claramente de la Constitución, tanto  Nacional como   Provincial. Es el Poder Legislativo el que está facultado para iniciar Juicio Político a las más altas autoridades  que conducen el Sistema Democrático. Es el Órgano Máximo de Control y de sus entrañas surgen los distintos organismos que controlan, interna o externamente, revisando la tarea del Poder Ejecutivo y Judicial.

El Poder Legislativo fue concebido desde sus comienzos para la deliberación, el análisis y el estudio de las conductas humanas que a través de las leyes pretendemos normativizar. Enmarcados en la necesidad real de la norma, en la igualdad y en la equidad con una visión superadora de la coyuntura que, aunque sustancial para indicarnos el camino, no debe ser carcelera de nuestras más sanas ambiciones.

El Poder Legislativo debe buscar siempre la excelencia, nutrirse de los más estudiosos de los más sabios consejeros, abordar las problemáticas con sus actores, con los futuros destinatarios de las leyes, generar en esa tarea conjunta, compartida y reflexiva, conciencia de la necesidad de la ley en pos de la convivencia.

Pero desde el comienzo de este período legislativo siento una gran desazón, nada de esto que describo parece ser razonable ante tanto autoritarismo consentido. Y digo consentido porque de alguna manera nosotros los legisladores estamos contribuyendo  al avance de una forma de conducción del Poder que se contrapone lisa y llanamente con su propia naturaleza. La gestión del Legislador Carlos Peralta se parece más a la de un monarca hacia sus súbitos que a la de un parlamentario que ha sido elegido de entre sus pares para representar en nombre de todos a la Legislatura, además de conducir el debate del Cuerpo y representar al Gobernador en su ausencia.

Esta actitud se refleja no solo en el trato hacia sus pares sino, lo que es peor, hacia el personal parlamentario que no cuenta con su simpatía.

El legislador Carlos Peralta maneja discrecionalmente los fondos del Poder. Sin priorizar más que su propio criterio determina cuanto se destina del presupuesto a Publicidad Oficial,  y de la misma forma quienes son los medios  elegidos para llevar adelante dichas pautas. Y lo que es más grave, resalta en dicha publicidad su nombre y su imagen como si se tratara de un cargo unipersonal. Atribuyéndose, a mi entender, la hegemónica autoría del trabajo de todos los integrantes de la Cámara y la existencia misma del Parlamento. El gasto en publicitar su persona asciende a la suma de $ 1.200.000,00.-

El mismo temperamento sigue con respecto a los subsidios que el Poder destina a personas físicas e Instituciones que necesitan del apoyo gubernamental. Desde el mes de Abril de 2012 a la fecha  el Legislador Carlos Peralta ha entregado, de manera inconsulta, una suma de $ 800.000.- a distintas personas e Instituciones, sin otro criterio que el suyo propio.

Párrafo aparte merece la arbitrariedad con la que dispone de  la agenda parlamentaria,  mas vinculada a sus compromisos políticos y necesidades personales que a las urgencias de los ciudadanos rionegrinos.

No es saludable para el sistema democrático que el presidente de la Legislatura se exceda en las atribuciones de su cargo y que, además, esta última se perciba como un Poder funcional al   Poder Ejecutivo. Cuando los proyectos del P.E. llegan a las comisiones se pretenden tratar sin dar tiempo a los legisladores para su concienzudo estudio y tratamiento. Creo que esto merece ser reconsiderado urgentemente, porque provoca un daño irreparable a la Institución y a sus integrantes. No es bueno abusar del poder que nos han otorgado, no es bueno imponer nuestros designios sobre el interés general, me parece que es tiempo de reflexionar en el sentido de que si entre todos hacemos una buena gestión como legisladores, el conocimiento y el reconocimiento que legítimamente esperamos llegara solo, sin necesidad de imponerlo por la fuerza, marcando cada día que estamos al mando.

La única manera de construir democracia es practicándola, esto es respetando los derechos y  criterios de los otros, siendo coherentes entre con lo que se dice y lo que se hace y cuanto más alto sea el cargo que detentamos más respetuosos y congruentes  debemos ser.

Ana Ida Piccinini

Legisladora FpV