«Pichetto se fue al pasto…» ● Ricardo Ovejero

“El senador picó en punta al mejor estilo Schumacher pero cuando se disponía a liderar la competencia se fue al pasto con un trompo de pirotecnia verbal que lo escupió a la leca. Inmediatamente explotó la popular y cubrió su auto con desesperados comunicados de prensa.

En esa primera curva, el Minardi de Alberto salió prolijo y se instaló cómodamente en la punta buscando estirar ventajas en la recta principal…

Primeros metros de una carrera en la que se agotaron los flashes y enrojecieron las gargantas de los relatores.

Para colmo, Cristina se ubicó en platea preferencial rodeada de colaboradores que apostaron alegremente y tras el “derrape” en el Frente, festejaron los huecos que quedaron para el sobrepaso.

Por las dos manos se filtraron varios. La Cámpora y el “Evita” se colaron por izquierda y Martín pasó regulando por derecha con el Williams FW 16 de Carlos, un coche muy veloz pero difícil de conducir…”

El sentido metafórico del relato deportivo tiene por fin graficar con estilo grotesco las horas que vive el justicialismo rionegrino y lo inconveniente que ha resultado el cónclave de este viernes. De cualquier modo es digno destacar que si hay un gobierno justicialista en la provincia, se debe justamente a quien conduce el PJ rionegrino: Miguel Pichetto.

Pero en vísperas de la inminente fractura, el senador deberá revisar inmediatamente y corregir la táctica infantil que puso en “jaque” el poder que asumió a mediados de marzo.

Pichetto no sólo equivocó la estrategia al apresurarse en la ruptura con Weretilneck, sino que además erró nuevamente el camino al convocar al consejo partidario en Viedma y por si esto fuera poco, minó considerablemente una de sus virtudes más preciadas en el ambiente político: la mesura.

Desconocido y jugado a que Weretilneck lo seguía, propuso un “golpe por golpe” que lo sorprendió soltando puñetazos al aire.

Es que Miguel Pichetto ha sido siempre reflexivo, juicioso y fundamentalmente calculador. Por eso llama la atención la forma en la que reclamó públicamente ambigüedades a un gobernador que “tiene cara pero no es”.

Mientras los socios “pichetistas” arrinconaron a diestra y siniestra, “el brujo” consultó a los “chamanes” del radicalismo y apuntó pacientemente al corazón del PJ desde donde brota una histórica debilidad: la división.

Y aunque los adeptos al senador juren que los tiempos para presionar eran los indicados (Weretilneck ya tejía en Buenos Aires y convidaba a otros sectores del peronismo), el verbo fuerte y la “fusta pejotista” no fueron las mejores armas como tampoco resultó recomendable la victimización (no es para cualquiera) y mucho menos la política de los comunicados de prensa ya que los textos no tienen mas peso que la firma.

Lo alarmante del flamante presidente es que teniendo tantas batallas y habiendo sido protagonista de muchas fracturas, haya confiado que su renunciamiento ante Soria y los gestos conciliadores de los últimos tiempos fuesen mérito suficiente para liderar el partido y el Frente.

Por estas horas el reloj apura el paso y no hay bandera roja ni “Pace Car”; se acerca el cónclave justicialista y pase lo pase Pichetto ya perdió.

Si su sector continúa presionando, los peronistas disidentes se refugiarán en el gobierno provincial manteniéndose distantes, a salvo e inmutables. Por el contrario, si hay marcha atrás este viernes por falta de consenso, la derrota será aún más dolorosa.

Es que hay mucho en juego y la mayoría se espantó comprendiendo que esto recién empieza.

Más todavía, quienes prestaron la firma al congresal y hoy prefieren el silencio, se preguntan: ¿Cuáles fueron las verdaderas razones que llevaron a Pichetto a jugar tan duro? ¿Cómo es que no midió sus propias fuerzas puertas adentro del justicialismo?

Un hombre que construyó poder con esfuerzo propio no debió subestimar al resto creyendo heredar el poder vacante. Y suponiendo que lo creyó, sobreestimó en demasía los lazos con sus seguidores. Éstos, sin trabajo territorial alguno, han sufrido muchos “amagues” del senador por lo que hoy están más cerca del puestito que de la conquista. El que arriesga con Pichetto lo hace firmando comunicados pero el que tiene algo más, ya no lo rifa.

En los últimos días los pichetistas no han cuestionado más al gobernador que a sus propios compañeros y como si fuese poco,  objetaron permanentemente la legitimidad de Weretilneck en las urnas, olvidándose que provienen del kirchnerismo (fuerza que llegó al poder con mínima aceptación popular). Incluso algunos mintieron reclamando presencia  justicialista en el gobierno y los más obcecados atentaron contra el gobernador mientras garantizaban institucionalidad. Construyeron un laberinto y perdieron el mapa.

Miguel lo tuvo todo, pero tras lograr la “pole position” en el Frente para la Victoria, se fue al pasto en la primera curva. Ahora ya no interesan las conductas antideportivas porque no hay “replay” y la TV se fue con los punteros entre los que se acomodaron varios tapados con “Golcitos” y 128.

Es que en política no hay favoritos ni jerarquías y si no creen, pregúntenle al psiquiatra que mandaron ocuparse del cordón cuneta. Al fin de cuentas, acabó teniendo razón.

A esta altura Weretilneck ya no tiene nada que ver. Su astucia lo mantuvo indemne y comanda las primeras vueltas tratando de estirar ventajas. El resto del pelotón viene muy “apretadito” y cualquier roce dejará más lesionados.

 

Llueve y es Mónaco…apasionante…

 

 

 

 

Ricardo Ovejero

Periodista

G Roca