En sintonía. ADN

Arabela Carreras marcó el rumbo. El gobierno de Río Negro irá en sintonía con las políticas públicas que impulsa el gobierno nacional que apuntan a reducir el hambre y la pobreza en Argentina. Y alineó al bloque de Juntos en el Congreso para que sus integrantes acompañaran la Ley de Solidaridad.

Así, el diputado nacional Luis Di Giácomo, y el senador Alberto Weretilneck, votaron en favor de la iniciativa de Alberto Fernández, aunque propusieron modificaciones.

Previo a la sanción de la Ley, la gobernadora tuvo una semana de raíd por los Ministerios nacionales y la Casa Rosada. Estuvo con el Presidente y sus pares provinciales para sellar la muerte del pacto fiscal que la gestión anterior había impuesto. También llegó a Interior (fondos y obras), a Seguridad (cambia el paradigma Chocobar y la lógica mapuche terrorista) y a la flamante cartera de Género, uno de los temas en los que piensa hacer foco en su gestión. Se sintió bienvenida.

A Carreras el peronismo no le es lejano. Proviene de un espacio afín a los gobiernos progre-justicialistas. Ya había dado señales en la campaña del 7 de abril. Y después de su triunfo, el Instituto Patria se encargó de hacerle saber que la sentían como propia. Pasó el tiempo y llegaron las PASO. Nunca se mostró junto a Miguel Pichetto. Evitó las fotos que sí promocionó Alberto Weretilneck. Militó la tijera y nunca dijo a quién iba a votar a Presidente. Es decir, a cualquiera menos a Macri. De lo contrario (con una postura tan jugada del entonces gobernador) hubiera militado la fórmula de Cambiemos.

Esa diferencia no generó -ni genera- grieta en Juntos. El cipoleño hizo su opción. Ahora el rumbo es otro. Pragmatismo al más alto nivel. El mismo que despliega cualquier fuerza provincial que subsiste en el poder más allá de los bemoles nacionales.

La jugada de Arabela deja (en todo caso) en falsa escuadra a la oposición furiosa. Alberto Fernández fue testigo privilegiado -y alumno dilecto- del gobierno de Néstor Kirchner. Armaron la transversalidad y la Concertación -con Cristina a la cabeza- con el radicalismo, y respaldaron a Miguel Saiz por sobre Pichetto en Río Negro. Así será ahora. El acuerdo de gobernabilidad es con Juntos, no con el Frente de Todos.

Quien lo entendió es el senador Martín Doñate, que desde el #7A asegura que trabajará codo a codo con la gobernadora para que la provincia recupere los derechos perdidos con Macri. Ese mensaje caló en otros sectores del Frente y el peronismo. Incluso, la intendenta de Roca, María Emilia Soria, anunció que habrá sororidad con Laprida y Belgrano.

No todos piensan lo mismo. Muestra de ello es la tensión que hay en el bloque de legisladores que está dividido entre halcones y palomas. «Llegaron los peaky blinders» dicen los moderados cada vez que los «Soria boys» hacen su ingreso al bloque. La referencia es a José Luis Berros, Ignacio Casamiquela, Pablo Barreno y Nicolás Rochás.

Desde allí, surgió esta semana un embate contra la presidenta de la bancada, María Eugenia Martini, a quien acusaron de «traicionar» a Martín Soria. La barilochense cuenta con el respaldo de un sector mayoritario en el bloque y tiene la difícil misión de sostener la unidad. Las críticas surgieron porque los «peaky» -por orden de Soria- querían que la vicepresidencia segunda de la Legislatura quedara en manos de Berros. Pero el oficialismo trabó esa designación y Martini aceptó que ese sitio (que ocupa la primera minoría) sea para Alejandro Marinao, el ex titular del bloque, un legislador estratégico para la bancada y con una experiencia y sapiencia política mayor a la del joven roquense.

«En la línea de sucesión no va a ver un sorista», aseguraban en Juntos. De manual. Lógica pura.

Para colmo, Martini nombró de secretario de la bancada al ex legislador Elvyn Williams, un hombre del riñón de Doñate, serio competidor de Soria para presidir el partido y el FdT. El dirigente de Valle Medio es del núcleo de Máximo Kirchner y Axel Kicillof.

Pero la grieta en el FdT no es sólo en el bloque. Esta semana se conformó la Liga de Intendentes y evitaron definir autoridades para evitar roces. Los -pocos- jefes comunales del Frente quieren un perfil diferente al que tuvo hasta ahora la oposición. Quieren desprenderse de la impronta del presidente del partido. Tanto, que hay varios que ya comenzaron a tender puentes con la Casa de Gobierno. En estos días, la intendenta de Cinco Saltos, Liliana Alvarado, se reunió con Carreras. También Héctor Leineker, de Conesa y lo hará el mandamás de Sierra Grande, Renzo Tamburrini, y seguirán otros.

Los intendentes necesitan aportes porque las finanzas de los municipios están al borde del colapso. Pero además, entienden (como Doñate) que no es tiempo de posiciones duras, irreductibles y obturantes. Para colmo, ven a la gobernadora cerca de la Casa Rosada. «Es tiempo de desensillar hasta que aclare».