Lo que para algunos son privilegios, para nosotros son actos de justicia

(Por Alejandro Palmieri*).- Los patagónicos somos pocos y estamos lejos. Somos dos millones y medio de habitantes en la misma superficie que ocupan Italia y España. Tenemos más frío y más viento. Y a pesar de esas condiciones adversas, debemos lidiar además con el egoísmo y la indiferencia que aflora algunas veces en personas, dirigentes y en grupos de poder que tienen mejores condiciones de vida.

No solo eso, ahora vemos que hasta nos atacan como si fuéramos un enemigo interno: Las Cámaras de expendedores de combustible de Provincia de Buenos Aires (y otras al norte de la Patagonia) nos quieren quitar el precio diferencial de la nafta; y hasta el propio gobierno Pampeano viene llevando adelante una agresiva campaña para arrasar con la barrera sanitaria, sistema de monitoreo que resguarda un enorme capital económico, como es la “zona libre de aftosa”, carta de presentación internacional de nuestras carnes.

Los patagónicos, por años, hemos pagado el combustible más caro que en la propia ciudad de Buenos Aires, y nunca se los escuchó decir que era injusto. Aun cuando de nuestro propio subsuelo se extrae la mayor parte del crudo que se procesa en el país, pagábamos hasta un 20% más el litro de nafta respecto a estaciones que se encuentran en los grandes centros urbanos. Con esos mayores precios en el combustible tuvimos que trabajar y comerciar en nuestras enormes distancias, muy distintas a las de otras regiones. Esa amplia dispersión territorial ubica a los habitantes patagónicos como los de más alto consumo per cápita de combustible del país, lo que claramente influye en nuestros costos de vida.

Por eso, con costosas negociaciones de muchos años, se lograron conquistas que reparan sólo en parte la evidente desventaja regional, y que además beneficiaron a nuestra gente. Con esas herramientas, se le pudo ir dando a nuestras economías regionales cierta previsibilidad, haciéndolas un poco más atractivas para potenciales inversiones.

En el caso de la barrera sanitaria fue la decisión de un país, que necesitaba demostrar al mundo que podía -al menos en una porción de su territorio-, controlar sin vacunación la fiebre aftosa. Este nuevo status sanitario contiene la posibilidad, para la ganadería que se desarrolla al sur del rio Colorado, de comercializar su producción en los mercados internacionales con importantes ventajas competitivas, generando así más trabajo e ingresos. Sería muy perjudicial perder esa oportunidad, para la cual productores, trabajadores y empresarios se vienen preparando, con capacitación, inversiones, mejoras genéticas, y hasta sembrando maíz para forrajes donde pocos se atreverían.

Y los patagónicos, cuando aparecieron los brotes de aftosa en el norte, para adaptarnos a esa adversidad (estaba prohibido el ingreso de animales en pie para faena de la zona ganadera más rica del país), nos pusimos a desarrollar nuestros campos, magros en pastos, extensos, azotados por el frío y el viento. Y ahora que, después de sequias y volcanes, nos comenzamos a poner de pie, otra vez nos quieren castigar.
No debemos perder de vista el trabajo que se ha hecho de manera coordinada entre el Gobierno Provincial, las federaciones, los productores, y el Gobierno Nacional, que permitió implementar distintas medidas sanitarias, de control, y de fomento, que posibilitaron en un breve lapso la recuperación del stock, la terminación de animales e incrementar la propia faena en la Provincia.

Paralelamente, la reactivación de nuestra ganadería trajo aparejado un significativo incremento en la superficie destinada a la producción de granos y forrajes. Todo esto es algo que hay que defender, sostener y hacer que crezca.

Es nuestra Patagonia, a todas luces, una “zona desfavorable”, por eso debemos comprometernos todos, incluso por sobre las cuestiones partidarias, para garantizar a los habitantes de nuestras provincias la defensa de los derechos adquiridos, y además brindar previsibilidad, y seguridad a nuestras actividades económicas, para que se pueda proyectar una actividad sustentable a futuro, y atraer nuevas inversiones a nuestro territorio.

Lo cierto es que muchos de los derechos que los patagónicos logramos a lo largo de los años, hoy están siendo atacados por intereses de neto corte comercial, y algunos sectores con importante poder de lobby, los catalogan de «injustificados privilegios».

En cambio los patagónicos entendemos eso de ser solidarios, y trabajamos duro para que el país tenga energía y para que ingresen divisas con nuestro turismo. Y como sin grandeza no hay futuro ni equidad, esta embestida a los derechos de nuestras provincias nos tiene que encontrar juntos a quienes ocupamos lugares de responsabilidad institucional. Tanto a nivel provincial como nacional. Sobre todo porque estamos hablando de actividad económica, de fuentes de empleo y de atemperar (al menos algo), los altos costos de vida que tenemos en laextensa región patagónica.

Y si es por mercados, al norte del Colorado viven los otros 38 millones de argentinos, el 95% de la población del país. ¿No le parece suficiente mercado a La Pampa para colocar los excedentes de su producción ganadera?»

(*) Legislador provincial, Presidente del Bloque de Juntos Somos Río Negro (JSRN), ex Ministro de Hacienda de la Provincia.