Refuerzan la apuesta a las tasas altas para bajar la inflación

El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, ratificó ayer que mantendrá las tasas de interés de corto plazo elevadas y «en modo contractivo» hasta tanto no perciba señales «inequívocas de una merma en los niveles de inflación».

Incluso aclaró que si los datos de marzo, por conocerse en los próximos días, mostraran algún descenso «por décimas» en el ritmo de ajuste del costo de vida, eso «no será suficiente para cambiar la visión del BCRA en el corto plazo», es decir, para promover en el mercado ese retroceso.

Esa aclaración sobre los plazos tomó más sentido luego cuando, respondiendo una pregunta, dijo creer que la inflación a nivel nacional «ya alcanzó un pico» que adjudicó a los efectos de la política monetaria ultraexpansiva y con alto predominio fiscal que llevó adelante la gestión anterior. «A nivel nacional, no vemos que haya razones para que siga subiendo. En la ciudad de Buenos Aires tal vez sí, por los últimos aumentos de tarifas», explicó el funcionario en relación con el alcance regional del tarifazo. Esto acortaría el horizonte de vigencia de las tasas altas, de confirmarse.

Sturzenegger disertó en el cierre de un encuentro organizado por la agencia Bloomberg, en el que aprovechó para ratificar lo actuado y el camino elegido para volver a tener una moneda confiable. «Un poder de compra estable es el mejor aporte que el BCRA puede hacer para favorecer el logro del resto de sus objetivos que, como señala su Carta Orgánica, son la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo con equidad social». dijo en horas del mediodía.

Por la noche, esa ratificación oral sumó los hechos: mantuvo en el 38% nominal anual (el nivel que tenían en las horas previas al desarme del cepo) la tasa que paga a quienes le compran los títulos de deuda que emite (Letras) para regular la oferta monetaria y por vencer en apenas 35 días.

Esto le sirvió para aspirar unos $ 13.500 millones (que se elevan a $ 22.000 millones considerando la recompra de títulos hecha en la semana en mercados secundarios) que compensan la fuerte inyección de dinero realizada en marzo para ayudar al fisco (unos $ 30.000 millones).

Pero obligó al BCRA acentuar el carácter cortoplacista de esta deuda: 81% de las ofertas de compra presentadas ayer fueron al menor plazo. «Y en los próximos 30 días deberá renovar dos tercios del stock emitido, es decir, unos $ 290.600 millones», alertó la consultora Ledesma.

Los datos tienden a confirmar que la vigencia de las tasas altas (llevan un mes) puede ayudar a frenar la inflación en el mediano plazo pero, por estos días, sólo fomentó el regreso de la bicicleta financiera.

Los operadores cambiarios adjudicaron la caída local del dólar (aún cuando volvió a subir por segunda rueda consecutiva en toda la región) al traspaso a pesos de empresas e inversores que buscan sacar más renta a sus divisas suscribiendo Letras (ver aparte). Y sus pares bursátiles adjudican a la misma razón la tendencia bajista que consolidó en el último mes la Bolsa porteña.

Los economistas no dudan de que la política monetaria astringente que lleva adelante el BCRA agrega presiones recesivas a la economía, al resentir la oferta de crédito. Pero coinciden en que se trata de un costo que habría que pagar para lograr una reducción de la inflación con aspiraciones de sostenerse en el tiempo.

«Esto no es bueno para el nivel de actividad, pero es efectivo si tu verdadero objetivo es luchar contra la inflación», sostiene el consultor Federico Muñoz. «Las tasas altas impactan fuerte sobre el capital de trabajo, pero en las circunstancias actuales no tenías muchas más opciones», coincide Fausto Spotorno, de Ferreres & Asociados. «En la medida en que el BCRA genere credibilidad, lo que logrará sólo si el fisco acompaña, los costos disminuirán. Pero por ahora hay que pagarlos», se suma Maximiliano Castillo, de ACM.

Por lo pronto, ayer Sturzenegger lució convencido de la apuesta que lleva adelante en pos de un sistema de «metas de inflación» con «flexibilidad cambiaria». No sólo la ratificó, sino que además rechazó la tentación de acudir a un ancla cambiaria para conseguir un alivio inflacionario. «Esos atajos siempre fueron pan para hoy, hambre para mañana», sentenció.

En ese momento explicó además que si el BCRA intervino sólo 7 veces sobre la plaza cambiaria en los últimos meses vendiendo reservas fue sólo para controlar que el tipo de cambio no se disparara en vísperas de los vencimientos de contratos de futuros cambiarios que heredó.

Y adelantó que lo seguirá haciendo dado el elevado costo que tiene esa hipoteca y el impacto que una escalada inoportuna podría tener sobre la emisión monetaria. «Por suerte nos queda apenas un 37% del stock de vencimientos que heredamos. Ya está en niveles que no son peligrosos, pero no hay que descuidarlos». insistió.