La política bastarda ● Jorge Castañeda

La ciudadanía de Río Negro no se merece la dirigencia que tiene. Sus actores en su versión más descarnada han llegado hasta el vituperio y el agravio, ante el estupor del vecino común que ya no entiende nada. No se condicen con la realidad que viven los pueblos. Pareciera no importarles nada sino su pequeño pero sustancioso espacio de poder.

Nadie se hace cargo del desaguisado que cometieron al conformar el Frente para la Victoria llevando al cargo de Vice Gobernador a un socio minoritario. Ellos, los dirigentes de siempre fueron los artífices de tal desatino poniendo y sacando candidatos a gusto y paladar a espaldas de los afiliados y ahora se hacen los desentendidos y lo que es peor rebajando la política a una bolsa de gatos donde uno no se puede ver al otro.

Como buenos aprendices de Maximiliano Robespierre imponen al igual que en los peores días de Termidor la vigencia del terror, la traición, la descalificación barata y como siempre la expulsión del Partido de sus propios compañeros, solamente porque cometen el pecado de pensar distinto, dando continuidad a los traumas de expulsión que han empobrecido al peronismo del 83 a la fecha. Todo aquel que discrepa con sus enjuagues o que los enjuicia por sus desatinos es inmediatamente expulsado, ejerciendo la fuerza bruta – el derecho de las bestias- sobre el ejercicio de la crítica y de la razón.

Se han hartado en tres años de ejercer el gobierno provincial de colocar a sus nepotes en cargos y ministerios, de cobrar jugosos estipendios y de usufructuar muy orondos prebendas de todo tipo más dignas de señores feudales que de compañeros peronistas.

Integran el sindicado de los viejos políticos porque se han envejecido ejerciendo sus cargos tanto en la oposición como ahora en el oficialismo (al q ue ahora niegan pertenecer); porque ostentan métodos perimidos de hacer política; porque han llenado de ñoquis y punteros hasta las últimas reparticiones del gobierno; porque presionan a los intendentes para que sean maleables a sus caprichos y devaneos; porque amordazan toda crítica con el castigo a la mejor forma del viejo peronismo acusándolos de “sacar los pies del plato”.

Fatigaron con los slogans mendaces enlatados del gobierno nacional cuando estaba en su auge y ahora que está en la pendiente cuesta abajo nada dicen de sus anteriores ditirambos hacia las bondades de la famosa “década ganada”.
Son tan cambiantes como el color de los camaleones porque piensan que el pueblo no tiene memoria de su falta de coherencia, de sus escasos valores éticos, de sus dislates incomprensibles, de sus políticas rampantes y bartoleras que nunca fueron en beneficio de los intereses de la provincia sino en obediencia a sus anclajes a los antojos de la política nacional, como fue por ejemplo en la política de hidrocarburos, a la cual recién ahora que las cosas están cambiando ponen sus reparos porque se están pasando de bando, están enemistados con el Gobernador o porque les conviene antes de la interna cruel donde habrán de dirimir sus apetencias sin grandeza.

Son los personeros de una política bastarda que envenena la democracia porque no se respetan ni a ellos mismos, marchando muy ufanos hacia la elección de los cargos partidarios para conformar el nuevo congreso provincial con las mismas caras de siempre, respondiendo a no más de cinco patrones que por estar asentados transitoriamente (todo poder es efímero) en un montón de votos de las ciudades más pobladas se creen que son los dueños del movimiento y del peronómetro que siempre mide a los demás pero nunca a ellos.

No les gusta que nadie los enjuicie; que se abra un amplio debate desde las bases para analizar la situación actual que es grave, porque sus rencillas inciden en la calidad de gestión del gobierno; que se de participación y se escuche la voz no solo de los afiliados sino del pueblo de Río Negro que tiene mucho para decir y al cual le deben explicaciones.
No pueden salir como si nada a recorrer la provincia buscando adhesiones a sus proyectos personales de continuidad porque eso nuevamente redundará en un cheque en blanco que después nadie podrá levantar, como ahora sucede.

Y eso porque no tienen ni la menor noción de un proyecto de provincia ni tampoco la voluntad para convocar a los expertos que conocen la complejidad de cada área. Y así estamos: al garete y sin llegar a ningún puerto. Porque no darán jamás la participación que la coyuntura merece por temor a que otros mejores que ellos y más preparados los desplace.

¿Habrán pensado seriamente en irse a su casa y dejar el lugar a otros compañeros más jóvenes y mejor preparados que todavía no están contaminados con sus metodologías espurias? ¿Se les ha preparado el espacio partidario para que así sea? Lamentablemente no.

Se olvidan como dijo el Mahatma Gandhi que uno de los factores que destruye al ser humano es “la política sin principios”. Pero es en vano, jamás nuestros dirigentes se verán en su propio espejo. Es pedirle peras al olmo.

Jorge Castañeda
Escritor – Valcheta