Al pueblo no se lo detiene con una cautelar ● Silvina García Larraburu,

Érase una vez un país dominado por la voluntad oscura de una corporación mediática que deponía ministros, Presidentes, legisladores y a cuanto hombre y mujer osara contradecirlo. Bajo el manto de las letras, las ondas radiales y el espectro televisivo operaban sus funcionarios en las sombras de la República y la misma Constitución. Viajes a Miami, regalos suntuarios, la casi cotidiana amenaza de la “tenebrosa” tapa negativa,  o lisas y llanas presiones conformaban –y lo siguen haciendo en algunos casos- sus métodos más comunes.

Érase una vez una sociedad que creía en la santidad de sus palabras, se convencía con sus opiniones y para nada desconfiaban del muñequito con corneta colorado. Los movimientos de aquel quedaban escondidos bajo las alfombras de los grandes despachos, sus intenciones e intereses permanecían ocultos a simple vista. “Todo esta bien”, mientras la proscripción, las recurrentes dictaduras y los gobiernos adictos respondían a sus mandatos.

Pero un buen día en aquel país que relatamos despertó un Gobierno elegido por el pueblo y para el pueblo, afloró la independencia y la soberanía frente a cualquier interés inescrupuloso y concentrado. Se volvió a recuperar la calle, la palabra, los idéales y la voluntad de llevarlos a la práctica. El grupo que creía monopolizar estas cuestiones arremetió con ira, era de esperarse. Su objetivo sigue siendo desconocer las instituciones democráticas que pretenden establecer un legítimo estado de derecho sin privilegiados.

Si bien no pretenden respetar ni al ejecutivo, legislativo, ni a la mismísima Corte Suprema de Justicia, por lo menos hasta que llegue su ansiada renovación política, lo que no perciben es que aquella sociedad confiada, ya no existe. El velo que cubría sus mentiras, intereses y maniobras ya fue descubierto. Los argentinos abrazamos la causa de la democratización de medios y llevamos adelante una nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Por eso, ninguna cautelar prorrogada podrá avasallar nuestras inteligencias ni la eminencia de su aplicación. Si no fue hoy, será dentro de veinte días o un mes, porque el país del “érase una vez” se transformó en uno que lucha –y lo seguirá haciendo constantemente- por la democracia plena y autónoma de la vieja hegemonía.

 

Silvina García Larraburu,

Diputada Nacional.