La vuelta. ADN

Alberto Weretilneck inicia hoy su tercer mandato como gobernador de Río Negro, Un nuevo desafío que siempre tuvo en mente y que no sería erróneo pensar que fue desde el primer momento que entregó el testimonio a Arabela Carreras, quien termina también hoy su gestión de cuatro años.

Carreras, aunque lo quiso, no pudo concretar la posibilidad de reelección, una alternativa desechada por Juntos y el propio Weretilneck.

La barilochense termina una gestión signada por la pandemia y el carrusel inflacionario de la economía nacional. “Me tocó gobernar la crisis” dijo.

En la política, su gobierno tuvo una mirada circunscripta a la relación con el presidente de su partido y sus vínculos en el Ejecutivo, que quizás no dejaron apreciar que fue una gestión austera, con una importante realización de obra pública, con propuestas orientadas a una provincia de futuro en el marco del calentamiento global, con un proyecto como el de Hidrógeno Verde, que marca una mirada distinta en el desarrollo rionegrino, como fue en un momento el hierro en Sierra Grande, la Soda Solvay en San Antonio Oeste y el puerto en el Este.

Finaliza su mandato -luego de intentar ser intendenta de Bariloche- donde hay en general una actitud reivindicatoria. Seguro que no dejará la política. En esta provincia y en este país, nadie se va del todo. El tiempo lo dirá.

Alberto Weretilneck llega en un momento distinto para la Argentina y por supuesto para Río Negro, con un marco económico provincial complicado. Asume también hoy un presidente impredecible y que nadie conoce.

Llega a una nueva gestión con 61 años, cumplido el 11 de octubre. Joven aún y con más experiencia y un valor agregado que da el Senado, ese ámbito cortesano, de “próceres” que transmite una actitud menos sanguínea y más analítica. Hay quienes dicen que luego de pasar por el Senado uno se “vuelve manso y sobón”. Veremos.

Weretilneck ya gobernó en el marco de políticas nacionales liberales, durante la gestión de Mauricio Macri, y supo acomodarse a las circunstancias, aunque a media rienda.

Esto es distinto. Sabe que la administración de Milei, si hace todo lo que prometió, es un factor de conflictos en Río Negro (como en todo el país) que le van a estallar en las manos.

Ahora sí que es cierto que solo no podrá, más aún con Juntos disminuido y casi anémico, y que necesita de una transformación y nuevos aliados. Todos los partidos provinciales verán el impacto del anarcocapitalismo.

Al ajuste nacional se sumará el ajuste en la provincia y entonces a eventuales conflictos locales se agregarán las reformas en ANSES, el PAMI, Trabajo, ENACOM, Radio Nacional y otros, en causa común con la UOCRA, ATE y demás gremios. Todos terminarán en Laprida y Belgrano.

Su poder de fuego en el Congreso Nacional perdió un soldado y apuesta a un bloque federal que solo representa poco, pero que sumado a otras fuerzas empuja.

El concepto que tiene Milei de la obra pública es letal para Río Negro. ¿Quién termina los pocos más de 30 kilómetros que faltan asfaltar en la ruta 23? Cuando se sabe que no es rentable para instalar un peaje entre Bariloche y Viedma.

Sin embargo, será posible terminar la 22, con inversión privada que luego explote el tramo Cipolletti-Choele Choel, que la pagaremos todos, con varias casillas de peajes a un valor impensado.

Qué sucederá con los trabajos en la ruta 151, con destino a 25 de Mayo o en la ruta 40 entre Bariloche y El Bolsón, que difícilmente encuentren oferentes privados para repararlas con recuperación de la inversión.

Habrá embates de la corporación bahiense-bonaerense contra el puerto de San Antonio Este, ya conocidas e incluso actualmente hay exportación de frutas por Bahía Blanca. La estación marítima rionegrina no podrá reclamar beneficios particulares, como el resto de los puertos patagónicos, o quizás sea el momento de estudiar de nuevo la actual concesión portuaria al pool frutero.

Tantas preguntas sin respuestas, generan incertidumbre con el INVAP y los convenios con ARSAT, el mantenimiento de las estructuras del INTA y SENASA, en una larga lista para enumerar, donde Río Negro tiene limitados bolsones de ganancias para ofrecer al sector privado inversor. Lo demás recaerá en el nuevo Ejecutivo.

La lata está vacía y hasta rascarla es inútil. Weretilneck enfrenta una gestión de mucha audacia, imaginación y apertura política, social y económica que debe ser convocada por un nuevo proyecto estratégico rionegrino. Por el momento apostó a un esquema heliocéntrico, en torno a su propia figura, incluso sin Juntos. De esta manera inicia su tercer mandato al frente del Poder Ejecutivo de Río Negro