Peronistas a las cosas

(Por Osvaldo Mario Nemirovsci*). – Los objetivos políticos deben tener en cuenta, lo que deseamos. Y también lo que no queremos: ¡Peronistas a las cosas ¡

El peronismo, como tradición política tiene un fuerte valor constitutivo que es su diversa interpretación.

Y esa interpretación suele estar en disputa.

Ha ocurrido, ocurre y tiene sentido en virtud de las desiguales miradas, diversos orígenes sociales y distintos tiempos con que se lo observa.

El peronismo se puede pensar en singular y en plural. En el primer caso, fuera de los tiempos de conducción y liderazgo del general Perón, cada vez que se intentó fue para que se desarrollen en su seno momentos de conflictos, algunos graves, otros gravísimos y otros de cierta levedad histórica.

En principio, lo singular se asocia con nombre propios que dotan al colectivo (peronista) de una suerte de “apodo con ismo”. Vandorismo, menemismo, kirchnerismo, cristinismo (tomando estos dos últimos con acepciones propias de alguna identidad común pero no siendo lo mismo).

Cada uno de ellos dominó, para entronizar esa singularidad, dos aspectos que hacen a la política de poder de cualquier partido, el discurso y el aparato.

En los cuatro casos mencionados, cada ismo singular convivió claramente con esas dos atribuciones de modelar un discurso hegemónico y manejar el aparato político que permite direccionar y asegurar candidaturas e imperar sobre la estructura organizacional del peronismo.

Por otra parte, cuando vemos lo plural no percibimos tiempos de dominio exclusivo en el peronismo, pero tampoco puede asociarse con etapas históricas de poder institucional.

Es más, un momento con cierta trascendencia en la búsqueda de reformas, rebeldías y luchas como fue la Resistencia, la Renovación de 1984 (Congreso de Rio Hondo y otros) y alguna experiencia sindical que enfrentó las políticas públicas del menemismo, como el MTA (Movimiento de Trabajadores argentinos) en los años 90.

Ambas variables, desde lo singular y lo plural son inherentes del peronismo y es muy probable que exista ligazón histórica y ciertas continuidades que se imbrican – solapan, entre ellas.

Sí ocurre que en virtud de cada tiempo político y según se vivan momentos “singulares” o “plurales”, varían las estrategias de acumulación, mutan objetivos, se redefinen alianzas y como un valor de este universo que va cambiando, crece en el seno del peronismo (en sus dirigentes y militantes) cierto nivel de desconcierto y una especie de galimatías casi jerigonza, que puede inhibir mejores y más lúcidas miradas sobre los escenarios a actuar.

Hoy, en este preciso momento de la Argentina, es posible que esté ocurriendo esto en el peronismo. Y, por eso, debemos corregir y superar.

Transitamos una etapa casi “plural” en cuanto si bien desde lo formal tenemos el gobierno, en verdad no es una valoración tan precisa.

El liderazgo más nítido de los últimos tiempos (CFK) no luce en la dimensión que una categoría como ésta debiera tener.

Y se está peleando, desde alguna organicidad y mucho desde lo silvestre (militancia por su cuenta y “federalización” amateur de la campaña) para obtener un buen resultado en las elecciones.

Pero también existen datos de lo “singular” pues hay un liderazgo formal que se cubre con la principal candidatura electoral que es la de presidente. Y ante la ausencia de mejores representaciones, ésta formalidad asume el rol de “paladín” del peronismo en su faz electoral y de conducción de una campaña.

Entonces, es valioso (o sería valioso para los peronistas) poner voluntad e inteligencia en sumar a una etapa donde combinan “pluralidad” y “singularidad” sin que esto nos ralentice y, mucho menos, nos frene.

Los objetivos políticos deben tener en cuenta, por supuesto, lo que deseamos. Y también lo que no queremos.

En esta elección, donde hay nítidamente tres opciones de voto con alguna certeza de triunfo, aparecen dos en las antípodas nuestras.

Entonces, ya sabemos lo que no forma parte de nuestro deseo.

Podemos interpretar a nuestro candidato Sergio Massa. E incluso criticarlo.

Pero surge bastante diáfanamente que los planteos, propuestas, consignas y futuras acciones de gobierno, tienen cercanía con la historia peronista. Y eso, posee un valor considerable que prevalece sobre “singularidades”.

Porque cuando ponemos la vista en nuestros adversarios, también surge algo en forma transparente y es que sin necesidad de interpretar nada, sus planteos, propuestas, consignas y futuras acciones de gobierno, son públicamente y orgullosamente asumidas por ellos, el muestrario más antiperonista, antipopular, conservador, reaccionario, limitante de derechos que cualquier programa electoral haya tenido en los últimos años.

De forma tal que parangonando a Pepe Ortega y Gasset digamos: Peronistas a las cosas

*Diputado Nacional mc – Río Negro