El animal político

(ADN). -Aristóteles definió al hombre como “animal político”, siendo la única especie del reino animal que se preocupa por los asuntos colectivos de la ciudad donde vive.

Esta definición acompañó desde entonces a líderes y dirigentes que la ciudadanía observaba como referentes, en algunos casos guías indiscutidos en quienes depositaban su futuro y el futuro de un país.

Pasaron cosas. Esa imagen es difícil de observar en estos pasajes de la política nacional y provincial. Es más, el escenario es inverso a aquella realidad, y para el votante la dirigencia no califica. Por supuesto que ese concepto crítico tendría que salvar a la política, como el único instrumento de transformación.

En agosto habrá elecciones Primarias, Simultáneas, Obligatorias y Abiertas. Río Negro cuenta con alianzas ya inscriptas que en menos de 10 días tendrán que ofrecer el menú de candidatos para votar.

¿Hay posibilidades para que los votantes encuentren en esas boletas del cuarto oscuro propuestas con nombres diferentes a los habituales?

No parece posible, por lo menos así lo indican algunas referencias. Claro está, que los nombres también tendrían que simbolizar o personificar a quienes mejor representarán a las propuestas políticas.

¡Valga desesperanza! No se aprecian ni unos ni otros.

Se repiten los candidatos. Los cenáculos deciden y los partidos y alianzas se limitan así mismo y luego ante la falta de participación alegan causas exógenas a las propias estructuras para justificar los errores. Se menciona apatía, cansancio, desinterés, y la culpa se pone “afuera”.

En el peronismo se repiten los nombres. Tampoco hay esmero en el proyecto a compartir o ejecutar. No es lo mismo el kirchnerismo que la propuesta del fernandismo, que el Presidente quiere encarnar con Daniel Scioli. Son distintas. Uno rememora volver al 2015/2019 y el otro con una línea que trata de reivindicar aquella idea del FdT, que valga mencionar tuvo su génesis en Cristina Fernández.

El gobierno de Alberto Fernández tuvo muchas cosas buenas y otras, aún positivas, devaluadas por actos propios. Y muchos yerros.

Quienes apoyan el acuerdo de Massa-Cristina se yerguen como posibles hacedores de otra administración y aquellos que creen en Scioli, plantean una especia de continuidad, con un motor de 16 válvulas con más potencias, pero, esas diferencias ¿Cómo se encarnan en Río Negro?

Más de lo mismo. Todo se reduce a viejos pleitos y la reproducción en estas tierras de las rencillas y alineaciones nacionales. Una posible unidad aparece lejana. Además, no hay excusas de ligazón con Juntos Somos Río Negro. No corre el «gran acuerdo» en las próximas elecciones.

La misma historia de los últimos años. Incluso un sector usa el mote de “La Cámpora” para identificar adversarios -diferenciándolo de Cristina- y usando el mismo descalificativo que usa el liberalismo para estigmatizar a ese espacio del PJ. Por igual estos últimos identifican a la pelea interna con la familia Soria, con fibra anti kirchnerista.

¿Pero qué hará el votante peronista? Ingresará en esa lógica.

El macrismo tampoco está exento de agresiones. En este espacio se dirime la ferocidad de la propuesta en un futuro ajuste y se ensalza la figura de Patricia Bullrich como la temible ejecutora, frente a un Horacio Rodríguez Larreta “blando” y con recurrencia de ligarlo a la figura de Fernando De la Rúa.

Esto tiene su correlato en la provincia y Juan Martín reitera la mención a “la guapeza” de “la Pato”, que enfrentó a los mapuches en Río Negro. Diego Frutos poblador de Villa Mascardi, apoya al PRO.

Falta renovación de dirigentes en los partidos. Locales cerrados y en algunos casos, cuando se gobierna, el militante es un burócrata del Estado en todas sus variantes. Como contrapartida, desde el llano se observa una militancia que trabaja en organizaciones sociales y barriales, con desconfianza en las representaciones partidarias. ¿Quién mantiene el poder de movilización?

Hay persistencia por mantener el statu quo.

También es difícil que nuevas propuestas vengan de la mano de “mentes viejas” ligadas a estructuras de permanencias anquilosadas.

Llama la atención los niveles de agresividad interna en todos los ámbitos políticos, no sólo propiedad del peronismo.

En el PRO “hay candidatos” de Juan Martín, como Sergio Capozzi, y de Aníbal Tortoriello, en el caso de Roberto Brusa, que llegan impuestos por esa dirigencia, que asumieron compromisos nacionales diferentes.

Juntos no es ajeno a esta situación, que debatirá esta semana en Fernández Oro su participación con boleta corta en las PASO.

La mención del candidato es para Luis Di Giacomo, pero según trascendió desde General Roca, el vicegobernador Alejandro Palmieri, “se siente cómodo en una candidatura de diputado nacional”. Esta vez, pareciera decidido “a jugar” en primera línea y exponer su figura. En esa ciudad valletana mide bien.

Juntos enfrenta un análisis político-electoral ante las elecciones nacionales con antecedentes disímiles: en 2017 Fabián Gatti “se bajó” de la candidatura a un escaño en la Cámara Baja, luego de una baja performance en las PASO; en 2019 Alberto Weretilneck ingresó al Senado -previo acuerdo con Miguel Pichetto para que Cambiemos no lleve candidatos en Río Negro- bajo el lema (tijera en mano) «el presidente que quieras»; y en 2021 el triunfo fue de Agustín Domingo.

Hay quienes pronostican “mucho debate” en el oficialismo, necesario para encarar los próximos cuatro años de gobierno, amalgamar y reinventar su propuesta, pensando en un futuro cambio de rumbo en el gobierno nacional.