Romper para armar. ADN

Restan 57 días para las elecciones provinciales. Termina un proceso que dará paso a un nuevo mapa político provincial. Ya nada será como ahora. Un vaticinio que lejos de ser apocalíptico, se sustenta en una nueva morfología de los procesos partidarios.

La elección está resuelta, según todos los indicadores de intención de votos. El análisis de este momento previo a los comicios, nos remite a la elección nacional del 2021. Ese resultado donde JSRN, obtuvo el 37 por ciento, JxC 27 por ciento y Frente de Todos 26 por ciento, determinó que había que pensar el 2023 de otra manera, incluso temiendo el crecimiento del macrismo, como todos pronosticaban.

Se arma de esta manera -quizás con azar- la estrategia de romper para armar. Surge así una propuesta donde Juntos, un sector del peronismo y un sector del radicalismo, piensan en un armado político de conjunto que no sólo tenga el propósito primario de vencer a Aníbal Tortoriello, sino que siente las bases de una estructura de poder para gobernar Río Negro en los próximos 30 años. Algo así como el proyecto confusionista chino.

Un proceso traumático hacia el interior de cada partido, que no será gratuito.

Pero, cómo se podía llevar adelante, conociendo que generaría resistencias adentro y afuera. Aplicando una de las máximas de Juan Domingo Perón: para hacer una tortilla hay que romper varios huevos.

Pero esta estrategia no fue propiedad sólo de estos partidos, sino también de JxC que, por acción u omisión, soslayó el acompañamiento interno, y pergeñó en los hechos otro espacio: Cambia Río Negro.

Weretilneck, Doñate y Sartor (interlocutor válido de la UCR) trabajaron en la “construcción de equipos”, también llamado el team building, que reconoce tres etapas, el team building de armado, el team building de presentación y el team building de resolución, para fomentar el pensamiento estratégico.

Pacientemente se fue armando, quizás ante una ciudadanía rionegrina ajena a este proceso, o desinteresada o preocupada por el diario vivir. Quizás lo más elocuente fueron las fotos.

Weretilneck anunció su regreso y casi en paralelo comenzó a mencionar la necesidad del “gran acuerdo rionegrino”, poco comprendido hacia adentro. Llevarlo a cabo -y ahora se observa en las listas de candidatos- significó romper viejos acuerdos y alianzas y sólo preservó algunos “amigos”. Decidió por gente joven, mandó a pelear en las listas a conocidos dirigentes, e incluso a competir internamente como es el caso de la municipalidad de Allen, con dos listas propias o el armado de una lista en Choele Choel.

La táctica responde perfectamente a la estrategia superior. SI uno observa las listas faltan “nombres históricos”, que quizás acompañen en el futuro gobierno.

Martín Doñate, trazó el mismo camino. Romper para armar. Trabajó, luego de la derrota del 2021, para quedarse con el PJ porque era necesario tener el partido para jugar a un proyecto provincial, ya que a la oposición interna (sorista) la conocía. Todo el trabajo estuvo en preservar el dominio de las intendencias propias y consolidar el poder institucional para ir con el sello a la nueva alianza.

Doñate sabía en que consideración lo tenían sus compañeros del justicialismo, la desconfianza que le deparaban y decidió ir sólo, con sus aliados naturales. Armó una lista sin nombres rutilantes, la mayoría jóvenes y embarcó al PJ de Río Negro en esta entente provincial, que se asegura ganadora, y lo sacó del 26 por ciento de los votos obtenidos en el 2021. Diluyó aquella penosa imagen.

Lo que queda del peronismo, con las candidaturas de Gustavo Casas y Silvia Horne, apuntalada por el sorismo, tiene destino de pelear por un nicho muy chico de votos. En el caso del arquitecto viedmense, creyó -con mucho voluntarismo- en la necesidad de lanzar su candidatura ante un justicialismo que no iba a presentar postulante propio. Su tarea es todo esfuerzo y logró el apoyo del FG y Kolina.

Silvia Horne, jugó a un proyecto nacional en la provincia, emanado de la estrategia del Movimiento Evita, que, en su pelea con Cristina Fernández, juega al apoyo del presidente Alberto Fernández. Todo esto en un escenario muy alejado del debate nacional. Este sector, con el sorismo, sigue pensando que el PJ de Río Negro será intervenido, porque así se lo prometieron en la Casa Rosada, y espera esa oportunidad.

Generacionalmente este peronismo está lejos de prácticas, estilos y discursos de sus oponentes. Más jóvenes y más “aggionado” a estos tiempos. Basta observar el uso y manejo de lo propagandístico en las redes sociales.

Además, es lógico que haya resistencia de peronistas para aliarse a Juntos. Hay historia, militancia, ideología y muchos hábitos partidocráticos.

El radicalismo también rompió para armar. Su inteligencia y “viveza” se pusieron una más en práctica para sumarse a un proyecto de poder, desde el 3% de los votos de Massaccesi y el 5% de Matzen. Esta dirigencia radical conoce al PRO, que durante el gobierno de Mauricio Macri lo mantuvo “a galleta dura”. Desconfían de Tortoriello y Juan Martín y buscaron una salida posible.

Se fueron de JxC, pelearon y se quedaron con el partido y hoy están a punto de tener representantes de la lista 3 en la legislatura provincial, municipios y Concejos Deliberantes. Uno es más que cero.

Aníbal Tortoriello siguió esta línea de pensamiento. Consolidó el PRO y trabaja en una lista casi toda amarilla, cuando Cambia Río Negro tiene en su gestación a la CC-ARI. Regateó cargos, no sumó al Comité Viedma de la UCR, a la lista del municipio viedmense y llevó a los “lilitos” a conformarse por el mal menor. Rompió para armar. Arregló con Carlos Toro, del Frente Grande de Claudio Thieck y los evangélicos. Los candidatos locales “brillantes” que prometió no aparecen, incluso en su ciudad, Cipolletti. Además, tuvo abandono de sectores que se sumaron a la propuesta de Ariel Rivero y Javier Milei.

El diputado nacional y ex intendente de Cipolletti hoy está casi 10 puntos abajo de los logrados en la elección pasada. Romper. en este caso, no le sirvió.

Un comentario para Unidad Popular y Primero Río Negro. Dos partidos nuevos y debutantes el 16 de abril, que realizaron una interesante tarea en la propuesta de candidatos. Ambos priorizaron el armado de abajo hacia arriba, en el entendimiento que lo local suma a lo provincial. Primero eligieron candidatos en los pueblos y con nueva aceptación.

Primero Río Negro es la competencia de Cambia Río Negro. Rivero le empañó el vidrio a Tortoriello. Cada voto que suma el intendente de Campo Grande lo resta al cipoleño. Además, compite con el buque insignia de Milei, que sigue creciendo, a nivel nacional,

Zamaro, de Unidad Popular, ¿con quién compite? Su electorado no es el de Juntos, PJ o UCR, se inclina más a pelearle votos a la izquierda, Horne y Casas. Tiene una estructura sindical provincial nada despreciable, que estos dos sectores del peronismo dejaron escapar.

Terminada las elecciones Unidad Popular y Primero Río Negro, podrían ser eventuales socios en el proyecto del gran acuerdo provincial.

Los partidos nacionales tradicionales están en retroceso y su poder real se asienta en las provincias y los gobernadores, y en muchos territorios se afianzan los partidos provinciales con el concurso de diferentes sectores políticos.

La Argentina tiene historias sobre acuerdos políticos.

Es interesante el relato que hace Juan Manuel Abal Medina, en su reciente libro “Conocer a Perón”, donde habla del regreso de Perón al país. Comenta que la posibilidad de que Balbín integrara como vice una fórmula con Perón también debía ser tratada con mucho cuidado porque el radicalismo exigía dos tercios de su convención nacional para permitir esa alianza. Y Balbín no estaba seguro de contar con ese número. De esto se dice poco, pero fue hablado exactamente así.