Las internas como expresión del conflicto. ADN

La semana fue prolífera en conflictos internos tanto en el peronismo como el radicalismo. No tendría que ser un tema de preocupación, en tanto son espacios donde la política se enfrenta al conflicto.

El tema es cómo se procesan ya que en democracia se permite la negociación, el diálogo y el acuerdo orientados a reflexionar acerca de la resolución pacífica de los conflictos, aprender a dirimir las contiendas en términos argumentativos o de tramitación jurídica, esto es judicializar la política.

De todos modos, las tensiones salen a la luz cuando la conducción no contiene de manera abarcativa, con intereses diversos e incluso contrarios. La existencia del otro afirma o niega su propia existencia y aquí está el conflicto entre “nosotros y ellos”, o peor aún, el enemigo y entonces, difícil es solucionar el antagonismo cuando no existen proyectos de conjunto. Sólo fracciones y aspiraciones personales.

Sucede, por lo general, cuando un partido está lejos del ejercicio del poder e incluso de conquistarlo, pero también cuando se ejerce el gobierno.

Juntos Somos Río Negro, por ejemplo, se presenta como monolítico y sin fisuras, apariencia que está lejos de comprobarse. Debajo de la línea de flotación hay averías, pequeñas, pero que requieren reparación. Se vive una tensa calma. Tres temas pueden ordenar de inmediato: el esperado (por todos) acuerdo Weretilneck-Carreras, la confirmación pública de una fórmula y la fecha de elecciones.

¿Qué harán el peronismo y el radicalismo? Ambos están atrapados en la lógica que lleve adelante el oficialismo.

En el PJ el panorama interno confunde.  El sorismo, que se mantiene como línea interna anclada en General Roca, transita con el “ismo” derivado del legado del «Gringo” Soria, que sólo pudo gobernar la provincia 21 días, tras su trágica muerte.

En la política y en el peronismo actual ese sector tiene un peso relativo. Nada de aquel reconocido dirigente justicialista de Roca hoy está presente. Más aún, muchos de quienes lo acompañaron en su triunfo con el 51% de los votos (contra el 37.6% de César Barbeito del radicalismo) hoy integran el gobierno de Juntos y se sumaron de la mano de Weretilneck. Hay legisladores, funcionarios e intendentes.

El peronismo está fraccionado. La pelea interna está judicializada y el no reconocimiento “del otro” se traduce en sanciones.

“El otro”, identificado con el senador Martín Doñate, plantó la divisoria de aguas en la propuesta de llevar al peronismo a una alianza electoral amplia y referenciada en la provincia, con coincidencias con JSRN que hoy se traduce en un trabajo conjunto con su par en la Cámara Alta.

¿Cómo repercute esto en el PJ? En primer término en la Legislatura provincial, donde el bloque del FdT perdió casi a la mitad de sus miembros, una sangría que no se detiene y se anunciarían nuevas deserciones.

El bloque Unidad Ciudadana funciona hoy en interbloque con el Frente Renovador y el unipersonal de Chiocconi, sumando ocho legisladores. El FdT tiene nueve.

No cayó bien la actuación de los legisladores soristas en la última cesión, donde había que darle apoyo a la iniciativa oficial de abrir el camino para la construcción de un oleoducto desde Vaca Muerte a Punta Colorada, en Sierra Grande. Ni siquiera tuvieron en cuenta que era un pedido del gobierno nacional (donde Martín Soria es ministro) para aprobar la obra que estará a cargo de YPF. Incomprensible.

El PJ tendrá que llamar a elecciones a congresales de un Congreso Provincial que nunca se reunió en cuatro años. Un tema que reclama la Justicia y que necesita de pronta solución.

Esto ofrece hoy el peronismo. En ambos sectores tienen el convencimiento que “no se puede hacer política con el otro”.

Hasta hoy la división es insalvable y el doñatismo creó un nuevo instrumento electoral: “Nos une Río Negro”, con el Frente Renovador y Nuevo Encuentro, un espacio que evoca a Unidad Ciudadana en la elección de Cristina Fernández en la provincia de Buenos Aires.

La UCR tiene la interna más ordenada porque el eje de convocatoria contra Aníbal Tortoriello, como candidato a gobernador de JxC, convoca a la mayoría de los radicales. Acá también el Tribunal de Conducta suspendió a las máximas autoridades partidaria, pero actuó con suma prolijidad, y lejos del PRO y el ARI, los ojos están puesto en Juntos Somos Río Negro.

No es difícil deducir que la mayoría del radicalismo piensa en una estructura política provincial. Lo hizo en sus 28 años de gobierno. Sus gobernantes fueron aliados de Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández y siempre actuaron en defensa de los intereses rionegrinos. Por esto a la UCR no le salen urticarias cuando defiende su vocación de poder y en este caso su cercanía con el oficialismo provincial. Hoy el bloque de JSRN cuenta con una decena de legisladores de origen radical, además de intendentes.

En Juntos por el Cambio se enojan con los radicales que cuestionan a Tortoriello. Javier Acevedo de la CC-ARI los trató de sediciosos y alimenta la poca simpatía de sumarse a esta alianza, que sin embargo es reconocida a nivel nacional.

En JxC hay mucho “acting” cuando se trata este tema de la alianza con la UCR, porque se “reservan el derecho de admisión” de muchos radicales.

Vale un párrafo para el sector gremial. La CGT está dividida y mantiene sus seccionales de Alto Valle, Atlántica y Andina. Todas quieren jugar políticamente en las próximas elecciones y al calor de JSRN. Lo dejaron claro en Allen cuando el plenario recibió a la gobernadora Arabela Carreras. Pero reclaman autonomía regional y pujan por la cercanía a la Casa de Gobierno. En este conglomerado están APEL y la alicaída UPCN, que busca recuperar espacio. ATE armó su brazo político: Unión Popular. Ahora tendrá que definir su participación. Y la UnTER (que siempre se muestra neutra pero ligada al kirchnerismo) renueva autoridades en octubre, lo marcará su impronta de respaldos para 2023.

Otro esquema de participación a resolver es si los acuerdos que se insinúan serán previo a las elecciones, o posterior al recuento de las urnas para formar un gobierno de amplia coalición.