Carta al «flaco» Palacios

(Por Sandra Palacios).- Desafiar: afrontar el enojo o la enemistad de alguien contrariándolo en sus deseos o acciones.

Eso, es hoy mi padre, un desafío.

De sus 82 años, pasó de todo, desde una niñez de pobreza y desencanto, abandonando u obligado a abandonar la casa familiar en su pueblo natal Laborde (provincia de Córdoba) con 14 años a hacer de la supervivencia su oficio.

Ha sido un buscavidas de ley, trabajó de lo que halló en distintos lugares del país, hasta que arribó a Bariloche. Traía una mochila de hambre, aventura, fortaleza y un amor indiscutible, soberano y absoluto por la Unión Cívica Radical. Fue ante todo Político, de aquel que es carente de diplomacia pero de pura lucha. Quien lo conoció sabe que el “flaco Palacios” arremetió en cuerpo y alma por un País democrático, y un hecho poco valorado, fue el de primer presidente del Comité de la Unión Cívica Radical abierto en Bariloche (y único en todo el país) en época de dictadura militar, cuando ya se avizoraba una posibilidad de cambio. Claro que lo acompañaron otros, con la misma valentía, (de los que pido me perdonen por no mencionarlos, pero hoy hablo de mi viejo), había que poner la firma y salvaguardar a quién luego sería el Gobernador de la Provincia. Conoció y estuvo muy cerca de Raúl Alfonsín, y en nuestra casa el Dr. Illia ceno una vez en Abril de 1980, del que guardo una dedicatoria y fué la cena más educativa de toda mí vida. ¡La pucha! si hay anécdotas.

En la línea sur dejó sus huellas bien marcadas de tanto recorrer en campaña tras campaña, no hay lugar ni ruta de la provincia que no haya pisado, su conocimiento es basto. Curiosamente no fue funcionario durante los gobiernos radicales, esto en parte porque él mismo consideraba que al no haber terminado la escuela no era apto o no correspondía. Digo “en parte” porque desconozco qué otros posibles motivos existieron, de los que sin embargo un funcionario Peronista, en un gobierno igual, reconociendo su sapiencia y honestidad le ofrecieron una Subdirección dentro del Ministerio de turismo, lo que le permitió una jubilación digna. Fue Viedma la que le terminó de robar el corazón y dónde estará hasta su último respiro.

Mi padre ha sido eso y mucho más, ha sido independencia, desapego, relativista nato de las situaciones, errores y aciertos, y ha sido el disfrute de la vida con honores, hizo cuanto quiso y pudo, y es un acérrimo antiburocrático.

Mi Papá no está muerto, está enfermo, de esas enfermedades que te van quitando las ganas, que te hacen dependiente y cansan. Yo escribo para él, tan solo para que sepa que es importante, que para mí y para muchos vale y que esperamos verlo de punta en blanco, perfumado, sentado en el café con su grupete y a los gritos y puteadas solucionar lo insolucionable del mundo.

Gracias, simplemente gracias.