Un recuerdo del periodismo en la comarca

(Por Héctor Jorge Colás*). – El Día del Periodista fue establecido en 1938 por el Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en Córdoba, en recuerdo del primer medio de prensa con ideas patrióticas. El 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fundó la «Gazeta de Buenos Ayres», primer periódico de la etapa de la Revolución de Mayo. La Primera Junta dispuso por decreto su creación por ser necesaria para anunciar al público los actos oficiales y las noticias exteriores y locales. Sus primeros redactores fueron Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli.                                                                           

 El 11 de octubre de 1878 se promulga la Ley 954 que crea la Gobernación de la Patagonia con jurisdicción territorial hasta la isla de Tierra del Fuego. El 2 de febrero de 1879 asume su primer gobernador, el coronel Alvaro Barros. Cuatro meses después, el domingo 15 de junio de 1879, aparece en la flamante capital el periódico “El Río Negro”.  Fechado en Mercedes de Patagones se imprime en sus propios talleres. Era de formato pequeño, apenas 28 por 20 centímetros, y la diagramación se desarrollaba en tres columnas. Los directores y editores responsables fueron los hermanos de origen portugués Julio y Bernardo Guimaraens.

Habían transcurrido solamente 69 años desde la revolución de mayo de 1810, cuando apareció en la lejana y desolada capital de la Patagonia la primera expresión del periodismo escrito.

En ese centenario poblado, a pocos días de producirse la llegada de las tropas expedicionarios al mando del general Julio Argentino Roca, dos pioneros del periodismo regional iniciaron la incitante aventura de informar al pueblo sobre los sucesos más relevantes del lugar.

El semanario se identificaba como “noticioso, mercantil y literario” y en su primer número la nota editorial destacaba que “este periódico se funda sin pasiones ni ambiciones, en su más completa significación”.

A 142 años de la aparición de El Río Negro, no es imposible mensurar a través del tiempo la romántica aventura de aquellos soñadores, los hermanos Guimaraens, ni tampoco dimensionar el sacrificio que implicó la concreción de esa quimera.

El primer medio escrito de la Patagonia tuvo ediciones que se publicaron con papel de distintos colores. La redacción se ubicaba en el solar donde hoy se levante el Hotel Austral de Viedma. Todo el material y los insumos que empleaban venían de Buenos Aires y se trasladaban en los barcos de línea, que no tenían la regularidad deseada.  

En su libro “La historia del periodismo de Viedma en sus primeros 40 años” el profesor Carlos Salvador Laría relata que meses después los trabajadores de prensa tuvieron que trasladar su precario taller a Carmen de Patagones. Los periodistas habían comenzado a atacar al gobernador Alvaro Barros y también al Juez de Paz, Isaías Crespo, con notas agudas y críticas sobre sus respectivas gestiones. Esta incidencia muestra claramente que la intolerancia y la falta de respeto a la libertad de prensa tenían vigencia un siglo atrás.

 El Río Negro en su nueva redacción se publicó hasta el 18 de abril de 1880. En total se editaron y salieron a la calle 39 números. Con serios conflictos, tensiones políticas y una difícil coyuntura económica los empresarios se ausentaron de la zona y regresaron a su lugar de residencia, Bahía Blanca.

Quedó a cargo de la dirección el periodista César Vuillermet. Al poco tiempo reapareció en Viedma hasta su cierre definitivo que se produjo el 13 de marzo de 1881.

Habían pasado meses de duro trabajo y serias complicaciones. La hoja escrita reflejó en sus páginas las vivencias y el cotidiano acontecer de Viedma y Patagones, que por aquella época eran junto con la colonia galesa del Chubut los únicos asentamientos con población estable en sur argentino.

El Río Negro se constituyó en el primer testimonio escrito de la Patagonia y fue pionero del periodismo austral argentino. La hoja, en idioma español, nació y murió dejando en su paso una estela por la que posteriormente transitaron y peregrinaron otros emprendimientos similares con variada suerte y talento de sus entusiastas inspiradores.

Los hermanos Guimaraens se habían establecido en la nueva capital de la Patagonia con sus mochilas cargadas de sueños e ilusiones.  En su marcha hacia el sur habían planificado un destino venturoso jalonado por nuevos y seguros horizontes económicos y sociales para difundir la palabra escrita en el extenso territorio nacional.     

En este recuerdo a los pioneros del periodismo zonal no se puede excluir a un sector injustamente olvidado. Los trabajadores de prensa que desempeñaron esa noble función en las oficinas del gobierno provincial.

A partir de 1958 el primer gobernador provincial, Edgardo Castello, habilitó una oficina de prensa para informar sobre los actos y acciones de su gobierno. Los primeros redactores fueron Juan Felipe Flores, Juan Antonio Sorgo y Emilio Lamarca. Las empleadas y dactilógrafas que picaban el esténcil con la información eran Hilda Cambarieri y Norma Blanca Marini. Antonio Marinelli tenía a su cargo el manejo del mimeógrafo. Las gacetillas salían raudamente y se distribuían en los domicilios de las pocas corresponsalías asentadas en la naciente capital, que no disponía para esa fecha de medios de difusión escritos, radiales o televisivos.

 En la década del 60 llega a Viedma como director de prensa José Venchi. Traía una extensa foja de servicios que se inició en su pueblo natal, Benito Juárez, en la provincia de Buenos Aires. Además de excelente periodista, fue investigador y propulsor de muchas iniciativas.

 En esa época habilitó en la Gobernación la Sala de Periodistas. Decidió perpetuar la memoria de uno de los pioneros del periodismo zonal y la denominó con justicia “Julio Gimaraens”. Consiguió, enmarcó e hizo colocar en el recinto inaugurado un facsímil del primer número del “El Río Negro” y una fotografía del visionario periodista de origen portugués. Las paredes de la sala estaban adornadas con cuadros con la imagen de los directores de la Nueva Provincia, Enrique Julio y del diario, Río Negro, Fernando Rajneri entre otros.

Venchi gestionó ante el Concejo Municipal de Viedma y obtuvo la sanción de ordenanzas con la denominación de las actuales calles de Viedma “Periodistas Argentinos” y “Florencio Sánchez”. Ubicó y puso una placa en el solar donde funcionó la Gobernación de la Patagonia.

Gestionó y logró que el Poder Ejecutivo de Río Negro dictara un decreto declarando de interés provincial los restos de maquinarias y equipos que permanecían en la chacra del escritor español Vicente Blasco Ibáñez en su proyecto agrícola iniciado en 1909 en la localidad de Cervantes, emprendimiento lamentablemente fracasado.

 En todo este proceso, Venchi organizaba visitas regulares a las obras. Invitaba a los periodistas acreditados en la Casa de Gobierno al inicio de los emprendimientos y regularmente repetía esos viajes para que los hombres de prensa verificaran los avances en la construcción.      

La sala de prensa contaba con un casillero individual de donde los periodistas retiraban las gacetillas del día. Disponían también de máquinas de escribir y de un teléfono para transmitir a sus respectivas redacciones las noticias suministradas por la oficina de prensa. Atendido por la cafetería estatal, fue por muchos años un lugar de encuentro, diálogo e intercambio de noticias entre los trabajadores de prensa. También se generaban discusiones, análisis políticos, cuentos y anécdotas.  Sirvió para conferencias de prensa con funcionarios provinciales y nacionales y por el constante accionar de don José Venchi fue un cálido ámbito para conocer los proyectos oficiales y de paso introducirse en los inconmensurables vericuetos de la burocracia estatal.

 No se puede soslayar en esta semblanza recordatoria a la única mujer que por esa época ejercía el periodismo. Alba Laría de Vernengo era la eficiente corresponsal del diario “Río Negro”, editado en General Roca. Con solvencia y responsabilidad cubrió por muchos años, en soledad, todas las noticias y sucesos de la Comarca. Pero también es preciso mencionar a los corresponsales que diariamente pasaban por la Sala. Entre otros recordamos a Oscar Abate, Armando Viotti, Omar Nelson Livigni, Carlos Walter Taborda, Tomás Gurmandi, Carlos Torrengo, Mario Lini, Ricardo Villar, Gabriel Martínez, Reynaldo Altamirano, Adalberto Ferrari, Raúl Artola y Juan Carlos Ferrari.

Lamentablemente a partir de 1987 la Sala de Periodistas de la Casa de Gobierno dejó de prestar su función específica. Primero fue ocupada para el desarrollo de actividades administrativas y finalmente fue virtualmente desguazada. Se retiraron los elementos de trabajo y los cuadros instalados en el lugar. Actuando como mayordomo un viejo servidor del Estado, Elmo Otero, ante mi curiosidad por el desmantelamiento del recinto de los periodistas, me informó que todo el material de la sala de prensa estaba resguardado en el depósito de la Casa de Gobierno.

El recinto que respetaron gobiernos autoritarios y de facto fue destruido por hombres de la Constitución y del sistema democrático. No existen motivos racionales que justifiquen esa lamentable decisión. La Casa de Gobierno de la provincia de Río Negro debe ser la única del país que no dispone de un lugar determinado para el desarrollo de la labor de los hombres de prensa.

A través del gremio de prensa se ha reclamado en varias oportunidades su rehabilitación, pero los sucesivos gobiernos no han respondido a esas inquietudes. Han transcurrido más de 20 años desde que se registró el desmantelamiento del lugar creado a mediados de los años 60.  El tema merece una reconsideración seria y responsable. En nuestro día, los trabajadores de prensa del Valle Inferior solicitamos al Poder Ejecutivo de Río Negro la rehabilitación de la Sala de Periodistas “Julio Gimaraens”, inaugurada hace más de 50 años por el recordado periodista José Venchi.

*Periodista de Viedma