Duelo de poderes. ADN

Se viven momentos de tensión en las conversaciones cruzadas entre distintos actores, previas a la elección de los candidatos y candidatas para cubrir las dos vacantes en el Superior Tribunal de Justicia de Río Negro, que dejan los jueces Adriana Zaratiegui y Enrique Mansilla.

Hay un acuerdo avanzado entre Viedma y Bariloche para que los futuros magistrados surjan de estas ciudades cumpliendo con los parámetros de territorialidad y género.

Hay una disputa no expuesta y subterránea entre «la política» y los jueces del máximo Tribunal.

¿Qué dice la corporación que tiene su cabeza visible en el edificio de Laprida y 25 de la capital provincial? No queremos intromisión externa de la política, y entonces proponemos una candidata «nuestra», de Viedma y mujer: Silvana Mucci.

El aparato judicial está preocupado. Este poder está inquieto, se siente “en falta” y aún le pesa la resolución de la causa conocida como “sobresueldos”, un falló que resolvió por orden de Liliana Piccinini, la jueza subrogante Rita Custet, y que hoy le cuesta el desplazamiento como posible candidata.

Es paradójico que los jueces del STJ se desmarquen de “la política” cuando todos, y desde siempre fueron nominados para sus cargos por la política. Tampoco es nuevo que una vez sentados en amplios sillones se asuman como librepensadores, sin reconocer padrinos políticos y justificándose que surgieron como candidatos de sus respectivos colegios de abogados, como si estas instituciones fueran neutras o conducidas por anarquistas rebeldes.  Una falsedad demostrable.

Mientras, el sector político juega sus cartas.

El Frente de Todos reclama que las dos vacantes sean ocupadas por mujeres, acotando su posición y participación frente al recambio de la Corte rionegrina al tema exclusivo de género, sin pronunciarse sobre el funcionamiento del sistema judicial, la conformación del Superior Tribunal o la incidencia del Poder en la política.

El Colegio de Magistrados y Funcionarios de Río Negro recaló en el género -pidió que las dos vacantes o al menos una fuera mujer- y la FAM (Federación Argentina de la Magistratura y la Función Judicial) se sumó a esa línea de pensamiento y la hizo pública. Esas entidades también coincidieron en pedir que uno de los despachos esté en manos de alguien de la corporación: «debe priorizarse la experiencia y trayectoria judicial».

Ese concepto tensa más la puja entre la política y el STJ.

“Que la política no imponga jueces” es una demanda que este Superior Tribunal de Justicia tiene vedada. No nació de un repollo y responde estrictamente y cabalmente a parámetros políticos en sus conductas, fallos, procederes y custodio de privilegios.

Esta es la disputa. Viedma tiene su propuesta y a partir de ella Bariloche nominará a su postulante resguardado el género, mientras que la corporación judicial quiere a Silvana Mucci, una mujer de esta ciudad, bloqueando una vacante.

El STJ también hace su lobby y bucea en las opiniones de los colegios de abogados para que pudieran acompañar su posición y en este sondeo de campo nadie es neutral ni “apolítico”, solo defensa de intereses sectoriales.

La corporación judicial está empeñada en su postura. No quiere “a rajatabla” aceptar dos integrantes “foráneos” sentados en la mesa grande.

Este es el duelo de poderes que hoy se vive en torno a la elección de los jueces del STJ. Tensiones y escaramuzas que resuelve la política, a la que todos están sometidos.