«Que se rompa pero que no se doble»

(ADN). – “Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. ¡Sí, que se rompa, pero que no se doble!”, fue la frase acuñada por Leandro N. Alem, en una carta, que pidió publicar, encontrada en su dormitorio el día de su suicidio el 1 de Julio de 1896.

Este lema se convirtió en bandera del radicalismo, pero desde aquella invocación pasaron 125 años. Hoy el radicalismo transita por los avatares de las transformaciones que impone un mundo nuevo, sobre todo en el terreno de las ideas. Su respaldo social está deteriorado con el paso del tiempo y por su falta de adecuación a los nuevos desafíos que se presentan.

Los afiliados de la UCR de Río Negro hoy votan para renovar a todas sus autoridades, excepto en la Juventud Radical, donde compiten dos sectores: la lista roja y blanca, que preside Yamil Direne y la lista roja, blanca y negra de Santiago Ibarrolaza.

El radicalismo rionegrino que protagonizó por casi tres décadas la política provincial e incluso con actores a nivel nacional, está en las antípodas de aquellas épocas de gloria.

Llegó a la agonía con Horacio Massaccesi, en su última postulación como gobernador, en el 2015, con el 3% de los votos de los rionegrinos: del paraíso al infierno.

El radicalismo hoy enfrenta el desafío de salir de un estado casi catatónico y volver a dinamizar la política rionegrina, con realidades absolutamente distintas. Nada es igual a lo anterior y la convocatoria al votante está lejos de aquellos postulados históricos. Ni siquiera están dadas las condiciones para reeditar aquella “Declaración de Avellaneda” del 4 de abril de 1945 que decía: «Como la doctrina y el pueblo radical están intactos, lo único que debe hacerse es depurar algunos elencos dirigentes y formar de las nuevas generaciones, los líderes capacitados para afrontar los grandes problemas que se presentan al país».

La tarea de los ganadores de esta elección interna y del conjunto demandará un gran esfuerzo, pero no dependerá sólo de su dirigencia, porque si no estaríamos frente a un acto meramente voluntarista y estéril. El éxito estará en la convocatoria y la movilización del radicalismo detrás de un proyecto moderno que los identifique, que tenga un marco ideológico afín a su propia historia, que entusiasme y sobre todo perder el mote de “furgón de cola” que sus propios aliados le asignaron.

Gerardo Morales señaló –en declaraciones a la prensa- que “tenemos diferencias ideológicas con el PRO: nosotros creemos en el rol del Estado y ellos no”.

Este es el punto. Es poco pretencioso y fuera de su historia formar una alianza con el liberalismo al sólo efecto de enfrentar al peronismo.

La UCR –como el peronismo y el resto de las fuerzas políticas- deben rever sus postulados y convocatorias electorales. Si el futuro los toma desprevenidos, en peleas domésticas, sufrirán sus consecuencias.

Hoy se visualizan los defectos de la visión liberal del mundo y del sistema democrático. El desafío es comprender las limitaciones de la democracia liberal, coaptada por el liberalismo financiero, productor de desigualdades y pobreza.

El concepto de República y la división de poderes también está en crisis. Reuniones del ex presidente Macri en Olivos con jueces para direccionar causas judiciales; en Brasil un juez somete a prisión a Lula y la condena es revocada por persecución política; golpe de Estado civil en Bolivia, con aval judicial, y exilio de Evo Morales; jueces avalando fraudes en Ecuador y demás ejemplos que no hacen otra cosa que poner en fragilidad estos conceptos republicanos y democráticos.

No es que no existan o pierdan su valor, pero al menos en una gran parte de los gobiernos del planeta están cuestionados. En el primer mundo los defectos se disimulan mejor. El liberalismo está perdiendo credibilidad, porque deja afuera del mercado laboral a millones de personas y pone en riesgo la libertad y la igualdad.

El radicalismo rionegrino tuvo en sus años de gobierno una posición menos ortodoxa que el partido nacional. Fue en su momento un bastión importante y para ello adoptó políticas propias y acordes a las demandas de las comunidades sociales y económicas de la provincia. Alambró Río Negro y no permitió que los errores del partido nacional lo afectaran y jugó a la política de acuerdo a su conveniencia. ¿Quién podría cuestionarlo, cuando en un momento fue el único gobierno radical en el país?

Las nuevas autoridades surgidas hoy tienen un gran desafío: volver a protagonizar la política en Río Negro y formular un proyecto de poder convocante. El tiempo dirá.