Comenzar a soñar

(ADN). – El gimnasio municipal de Viedma “Fioravanti Rugeri” lucía distinto. No había ningún torneo deportivo, ni velada de box y mucho menos un acto político. En un marcado silencio hospitalario el clima de expectativa denotaba esperanza en uniformes blancos, verdes y celestes, mientras se abrían cajas conservadas varios grados bajo cero, con las vacunas Sputnik, como cofres mágicos portadores de esperanzas.

Una dosis intramuscular en cada cuerpo ponía la carga de responsabilidad para combatir el virus que nos cambió la vida. Ahora todo es un desafío hacia el futuro.

En un gimnasio debidamente acondicionado por la municipalidad de Viedma, se vacunaban en grupos de cinco –que es la dosis que contiene cada frasco- a los trabajadores del Zatti. Rostros no conocidos, como soldados anónimos, pero que lo imaginamos más de una vez en el Hospital luchando para curar o salvar la vida de algún vecino o vecina contagiados de coronavirus.

Afuera del gimnasio la ciudad seguía con la rutina diaria, quizás a algún curioso preguntó qué sucedía en el lugar, sin entender o ignorando la trascendencia del acto inicial de la vacunación, que llegó en pequeñas ampollas desde la Federación Rusa, con cuestionamientos miserables y oportunistas.

Cada trabajador del hospital que llegó al gimnasio, así como puso el hombro durante todos estos meses de pandemia, ofreció el brazo para recibir el pinchazo con la dosis necesaria para continuar –sin debates arteros- en la lucha que plantea el Covid, para seguir atendiendo a los pacientes que llegan contagiados por la inconducta social e insolidaria de no respetar al otro, insistir con las reuniones sociales y desatender las recomendaciones sanitarias.

Hoy el “Fioravanti Rugeri” fue todo esto. Por fin llegaron las vacunas para hacer un poco más pareja la batalla. Tendrán que llegar más, incluso las segundas dosis para completar esta primera vacunación.

Quienes estuvimos hoy en este acto, que seguramente será un hito en el país, fuimos testigos del nacimiento de una esperanza y el deseo que todo el operativo de vacunación cubra en los próximos meses a la mayor cantidad posibles de rionegrinos, con la firme convicción de que el virus no está derrotado. Hoy sólo fue un paso importante para comenzar a soñar.

Quizás para Viedma fue un día más. En otros persiste la duda sobre la vacuna, pero para quienes se vacunaron hoy y seguirán mañana, que trabajan en el hospital de esta ciudad, enfrentarán el día a día con algo más de seguridad, para seguir atendiendo a los vecinos contagiados por coronavirus.

(Fotos: Pablo Leguizamón)