Una coalición que cruje. ADN

Los popes de Juntos por el Cambio en Río Negro evalúan que ya no alcanza con sentarse a esperar los votos de la grieta en una elección nacionalizada. La posibilidad que las PASO sean suspendidas lesiona, no solo la chance de definir eventualmente sus tensiones internas por las candidaturas, sino que también elimina el GPS electoral previo a octubre que habilita correcciones en la estrategia y el discurso.

Ahora ya no alcanza con el sello. Debe concentrarse en despejar las históricas desconfianzas mutuas, evitar que las desavenencias nacionales se cuelen en el armado local, consensuar candidatos potables y lograr que los tres partidos que componen la alianza no tengan fugas a otros espacios.

El radicalismo insiste en liderar la lista porque aduce que, de lo contrario, un sector -el que tiene territorialidad- podría migrar a Juntos Somos Río Negro. El PRO resiste ese argumento. Y la CC-ARI por ahora no definió (al menos públicamente) sus aspiraciones.

Pero a la UCR, aún imponiendo su visión, le resta ponerle nombre y apellido a su representante. Una tarea nada sencilla porque sus socios confían en la presidenta Lorena Matzen, pero temen que no pueda evitar un «caballo de Troya». En consecuencia, se fortalece su idea de renovación en el Congreso. Y ello relegaría al macrismo y a los seguidores de Lilita en la lista, que apenas tiene dos lugares.

La agrupación Raúl Alfonsín se quejó porque el partido se debate entre «irse con (Alberto) Weretilneck o (Miguel) Pichetto», y propone «volver a las fuentes». Inviable hoy en esta coyuntura. Sin embargo, expresa brutalmente la realidad del partido.

El debate interno en el radicalismo no es el único problema que afronta JxC. En estos días, un sector lanzó la candidatura de Ignacio Somorrostro. El viedmense fue funcionario nacional y está respaldado por el costancismo. Su presentación incluyó una foto del joven con el veterano ex peronista Remo Costanzo, que cayó como una bomba en el seno del PRO.

La jugada vino con mensaje a la interna. Aseguran el respaldo del jefe del gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta (a través del ex diputado Sergio Wisky, ahora funcionario porteño) y el consecuente aval del ARI, luego que esta semana Lilita Carrió arremetió contra el ex presidente Mauricio Macri y se subordinó al tándem Larreta-Vidal. Del otro lado de la grita macrista están Patricia Bullrich y Miguel Pichetto, que tienen en el ex intendente Aníbal Tortoriello y el legislador Juan Martín a sus representantes rionegrinos.

Estas tensiones pretenden ser capitalizadas por JSRN, que necesita polarizar con el Frente de Todos la elección y competir por un escaño en el Congreso. Pero para seguir con el trasvase de dirigentes (como ya ocurrió con Mabel y Soraya Yahuar, Adrián Casadei, Marta Milesi con Lucas Pica, y Gerardo Blanes entre otros), deberá cerrar acuerdos con intendentes radicales, muchos de los cuáles están siendo contenidos por el Gobierno de Arabela Carreras. ¿También cederá la cabeza de la lista? Parece mucho, pero bien alguno de ellos podría integrarla. El oficialismo provincial busca expandirse y sumarle un integrante en la Cámara al interbloque que integra Luis Di Giácomo.

La alianza macrista también mira el proceso nacional. Además de su propia interna, tendrá que esperar que la etapa pos pandemia no beneficie a la Casa Rosada, que visualiza un 2021 con recuperación económica y viento de cola (que ya se nota en el precio de soja) internacional.