Oktubre. ADN

Los argentinos volvemos a las urnas para elegir Presidente por medio del voto popular, un ejercicio ininterrumpido desde 1983.

La elección se produce en un contexto latinoamericano en ebullición. Lo más notable es el caso de Chile donde millones de personas tomaron las calles en protesta frente a un sistema político-económico, gestado en la dictadura de Augusto Pinochet, basado en un neoliberalismo salvaje de destrucción de la industria nacional, la clase media y el sistema de representación sindical, que generó una fuerte concentración de riqueza.

El pueblo chileno está dando una demostración de lucha. El Estado respondió con violencia. El sistema solo cierra con represión.

El famoso “modelo chileno” cae por su propio peso. Es el mismo que el presidente Mauricio Macri puso en marcha en Argentina. El rechazo en las PASO fue contundente.

Pero los rionegrinos además elegimos tres senadores y tres diputados que nos representarán en el Congreso de la Nación.

El oficialismo se juega a lograr un triunfo épico ya que debe revertir unos 50 mil votos que en las Primarias le sacó el Frente de Todos. Por eso ideó una estrategia de corte que le permita cosechar una gran parte de los 100 mil votos (entre nulos y blancos) que hubieron en agosto.

Los candidatos de los Fernández cimientan sus chances de victoria, no solo en el resultado de las PASO, sino y fundamentalmente en el efecto arrastre.

Sin chances quedó el macrismo que no lleva candidatos a senadores pero esperaba retener el escaño que ostenta en Diputados Sergio Wisky.

También hoy habrá elecciones en siete municipios: Villa Regina, San Antonio Oeste, Lamarque, Chichinales, Dina Huapi, Conesa y Belisle.

En estas ciudades Juntos espera -al menos en algunas- ampliar la ola verde para sumar territorialidad.

En cambio, el FdT (en especial el socio mayoritario: PJ), espera frenar la sangría. Para ello también apela al efecto contagio de Fernández-Fernández. Así, en principio, se entusiasma en retener SAO y Regina.