Muñoz: Un asesinato producto de «una interna policial”

El Concejo Deliberante fue testigo de la presentación de un trabajo de la Universidad Nacional de Río Negro vinculado al secuestro y asesinato del policía rionegrino Lucas Muñoz, ocurrido hace más de dos años en Bariloche.

La familia de Muñoz es la base sobre la que se estructura el reclamo de justicia que es mucho más que un pedido individual o sectorial. Desentrañar qué pasó con el policía, cuál fue el móvil y quiénes son los responsables es una condición indispensable para que los rionegrinos puedan confiar en quienes ejercen el monopolio del uso de la fuerza legítima por parte del Estado.

El caso del obrero rural salteño Daniel Solano en el que hay policías condenados ya había desnudado que hay cosas que no están bien en la policía. Lo de Muñoz fue otra muestra brutal en la que el poder político está por acción u omisión en una situación cercana a la impotencia, a la imposibilidad de conducir el uniforme.

“Lucas quería hacer el trabajo de un policía que no se quiere en este momento”. La sentencia pertenece a su hermano, Javier Muñoz. Ese policía que “no se quiere” es el policía idealista, denunciador de complicidades e investigador si es necesario de sus propios jefes. Pero también, como Lucas, es el policía preparado, abanderado y recibido con honores como técnico universitario en seguridad ciudadana.

La familia de Muñoz sabe que en los 26 días que estuvo secuestrado y en los momentos posteriores a la aparición del cuerpo con dos balazos hubo entorpecimiento de la investigación, desidia, encubrimiento. Y abandono. “Cuando apareció el cuerpo, el gobernador se fue de Bariloche”, dijo Javier en el Deliberante.

¿Por qué lo mataron? “No sabemos si sabía, qué sabía, qué no sabía, por qué a él”. Esas son las preguntas que los familiares no pueden responderse. Hay una mochila que falta. Es la que Muñoz llevaba al momento de su desaparición, con un cuaderno adentro y en sus hojas una investigación en curso. ¿Era una investigación sobre la comisaría 42?. “La 42 es la peor comisaría de Bariloche y una de la peores de la provincia”, afirmó Karina Chueri, abogada de la querella que ingresó a la causa 48 horas antes de la aparición del cuerpo. Antes, patrocinaba a la familia el abogado de la misma policía de la que se sospecha complicidad.

Hay cosas que no cambian. Los policías recién recibidos oriundos de la región sur van a las comisarías más complejas. “Elegir a Lucas no fue casualidad”, dijo Chueri. “Hay un entramado mafioso, fue una interna policial y Lucas fue moneda de cambio”, añadió.

El asesinato, como todos pero más, fue brutal. “Nos acaban de confirmar que Lucas muere por el disparo en la nuca, pero 30 segundos antes le dieron en la pierna para que hablara. Quienes lo hicieron fueron policías”.

Las operaciones no estuvieron ausentes. “Decían que manejaba la droga un pibe que recién llegaba a Bariloche y no tenía rango”

¿Y ahora? El nuevo código de procedimiento penal abre esperanzas. Investigar es más fácil y no es indispensable el rol del juez. “Hay policías que están empezando a hablar”, afirmó Chueri, aunque “Lucas Muñoz es un nombre prohibido en cada comisaría de Bariloche”. De eso no se habla.

Para cerrar, una certeza inquietante. Alguien estuvo negociando la vida de Lucas y desde los altos mandos se tomó la decisión de no negociar. ¿Alguna vez se sabrá la verdad?.

(Fuente: Diario Legislativo)