Defensores del Pueblo y las asignaciones familiares

(ADN).- Los Defensores del Pueblo de la Patagonia rechazaron el decreto que elimina la zona desfavorable para las asignaciones familiares en las provincias del sur, quitando beneficios a las personas más vulnerables que habitan las zonas más inhóspitas de nuestro país.

Destacan que de esta manera la Patagonia es equiparada con cualquier región del centro del país, argumentándose para ello sobre la necesidad de impulsar políticas públicas destinadas a lograr equidad y solidaridad social. Sus impulsores declaran que el objetivo es una cobertura “pareja para todos”, que la distinción por región no tiene un criterio de lugares con mayores niveles de pobreza y que es lo mismo un chico de La Matanza, que uno de Tucumán o del Sur del país.

Los Defensores del Pueblo se preguntan: ¿Los niños, niñas y adolescentes patagónicos tienen iguales oportunidades que los del resto del país? ¿Por qué motivo, según datos del INDEC, la región sur de la Argentina tiene una densidad poblacional global de 10,2 hab./km2? ¿A qué se debe que Río Negro tenga 3.1 hab./km2, Neuquén 5.9 hab./km2 y Chubut 2.3 hab./km2? ¿Es casual que la población se concentre en zonas de climas más amigables y no en aquellas de clima hostil?

Agregan que «estos no son datos casuales. Lo que sí existe es causalidad y coincidencias comunes en la región. La topografía, las condiciones ambientales y climatológicas y las posibilidades de desarrollo productivo determinan una distribución territorial desequilibrada, tanto en el emplazamiento de la población como en su crecimiento económico. La primera responsabilidad del Estado es intentar compensar esos desequilibrios».

Además sostienen que «vivir en el sur equivale a distancias. Significa recorrer cientos de kilómetros para acceder a centros de salud de alta complejidad; que los insumos, alimentos y medicamentos deban recorrer cientos y miles de kilómetros de transporte, aumentando los costos de todos ellos y haciendo que la accesibilidad no sea igual que en los grandes centros urbanos. Significa también vivir con rigurosos inviernos, temperaturas mínimas que alcanzan los -25°C e inviernos que se extienden de marzo a diciembre. Ser niño, niña o adolescente en el sur de nuestro país significa crecer en un contexto de objetivas dificultades que demanda a las familias un altísimo costo para morigerar sus efectos».

«Intentar equiparar a los niños, niñas y adolescentes patagónicos con los del resto del país no sólo es negar la realidad en la que viven, sino violentar el derecho a la igualdad de oportunidades. Paradójicamente, donde el Estado debe asistir con políticas públicas que garanticen la real equidad a los habitantes de nuestro país en general y a los sectores vulnerables en particular, el Poder Ejecutivo Nacional profundiza las desigualdades de base con el dictado de un decreto», expresan los Defensores del Pueblo patagónicos.