Hacia un macrismo light. ADN

Alberto Weretilneck encontró una foto para terminar de diferenciarse -electoralmente- del macrismo y expresar una oposición «responsable» ante la Casa Rosada. Aprovechó la gira que el salteño Juan Manuel Urtubey está haciendo por el país para cosechar adhesiones a su candidatura a presidente por fuera del PJ, y se mostró como un posible aliado. La jugada sirvió para movilizar el espectro político, pero es netamente coyuntural.

Urtubey es el último aliado del presidente Macri. El resto de los mandatarios peronistas (distanciados de Cristina Fernández de Kirchner) comienzan a despegarse del hasta ahora colaboracionismo con las políticas nacionales. El mandatario norteño quiere sumar al socialismo santafesino, al MPN neuquino y a Juntos. Pero también trabaja para dar señales al progresismo: viró su postura -contraria- sobre el aborto legal y se reunió con Evo Morales.

El gobernador rionegrino está convencido que Cambiemos es un ancla electoral y desechó una alianza local con los hombres del Presidente. Pero sigue apoyando el rumbo político-económico de Nación. Tanto, que volvió a respaldar el acuerdo con FMI y el «ajuste» que se viene. Esto le garantiza que el Ministerio de Hacienda no le cierre los grifos para poder seguir pagando salarios y aguinaldos.

La foto que se produjo en Bariloche emocionó al peronismo albertista que además evaluó que deja sin argumentos de ruptura al vicegobernador Pedro Pesatti y su sector, que se oponían a una alianza con Cambiemos. Pero la grieta en Juntos no se detiene. El presidente de la Legislatura volvió a diferenciarse. Esta vez fue por los despidos en la agencia de noticias estatal Télam. El bloque de legisladores emitió un comunicado de solidaridad con los trabajadores. Para Pessatti fue poco y tildó de «cínico» al gobierno nacional y envió una carta al presidente del Sistema de Medios Públicos pidiendo explicaciones por el ajuste del personal y el posible cierre de las delegaciones del interior. Tampoco dio resultado el gesto que ambos dieron esta semana. El gobernador abrazó a su vice para una foto en un acto en la Casa de Gobierno, pero la incomodidad del viedmese era evidente.

El gobernador también esperaba que el encuentro produjera fisuras en el peronismo, pero eso no sucedió. Si bien es cierto que la relación entre Weretilneck y Miguel Pichetto pasa por un momento de sintonía fina, no pudo sumarlo a la charla que el salteño dio sobre turismo. Y es que el senador está furioso con Urtubey después que el gobernador instruyó a su hermano a votar en disidencia con el bloque para frenar el tarifazo. Se enteró en la sesión.

Por eso a Bariloche no fue Pichetto ni envió ningún dirigente de los suyos. «Hay que darle prioridad al proyecto provincial» expresó un incondicional del senador. El pichetismo evalúa que Martín Soria está consolidado y que, por ahora, no hay riesgos que la interna nacional se cuele en Río Negro. De todos modos, envían un mensaje: pretenden que el jefe del PJ le de más importancia al justicialismo que a los nuevos socios del FPV como Odarda y el Socialismo, sin expulsar a estos espacios del Frente.

En Roca siguen todos los movimientos sin inmutarse. Soria cree que las críticas nacionales -como las del ministro Dietrich por la ruta 22- lo refuerza como jefe de la oposición. También el ninguneo de Urtubey. Y espera, no por mucho tiempo más, que haya algún desprendimiento de la pata peronista de Juntos para terminar de ensanchar el Frente.

Para Cambiemos esta situación es complicada. Sin una alianza con JSRN y la economía nacional en crisis más los despidos en los organismos nacionales que afectan a trabajadores en Río Negro, sólo les queda esperar a que 2019 sea un mejor escenario. En esa lógica no descartan una candidatura a presidente de María Eugenia Vidal. Pero requieren que las elecciones sean en simultáneo en la provincia con Nación y aprovechar un efecto arrastre de la gobernadora de Buenos Aires.

Mientras tanto, no afloja la interna entre Aníbal Tortoriello y Sergio Wisky. Ambos dirigentes compiten por liderar el proceso electoral del año próximo.

Weretilneck sigue dando pasos en su estrategia electoral. Sólo allí se inscribe la llegada de Urtubey. No es la primera vez que utiliza figuras nacionales para administrar los tiempos políticos. Lo hizo con Sergio Massa, pero quedó sólo en un amague. No siempre los escenarios que imagina el mandatario resultan y lo obligan a replantear su táctica.

El cipoleño ya dijo que las PASO están vigentes en la provincia y quiere avanzar con el balotaje. Pero desde la Justicia avisaron que habrá escollos, porque para reformar la ley electoral hay que modificar la Constitución. El primer mensaje fue del fuero electoral, el segundo -más reservado- vino de la Procuración. En el Poder Judicial no cayó bien la posutlación del ministro de Seguridad, Gastón Pérez Estevan, a la Fiscalía General. Tampoco las gestiones que el legislador Facundo López realiza en el Consejo de la Magistratura para frenar posibles sanciones a integrantes de ese Poder.

Por eso, el gobernador deberá definir no sólo candidatos sino también la fecha de las elecciones. Mantiene («por ahora» dijo en conferencia de prensa) que sean separadas de las nacionales. Pero si avanza su alianza con Urtubey el saltaño podría pedirle tracción de votos, lo que implicaría unificarlas con las nacionales.

Sin embargo, el gobierno no quiere ahora distraerse en temas electorales. Sabe que es un año difícil y que hay temas acuciantes para la gente y la gestión. Los gremios avanzarán en agosto en el pedido de aumentos salariales y tendrán un marco nacional que avalaría la lucha -incluso en las calles- si la respuesta es negativa.

Esta semana estuvo en Viedma el secretario General de la CGT. Juan Carlos Schmid llegó a participar de un acto organizado por el legislador Raúl Martínez. Aprovechó la situación y pasó a solidarizarse con los trabajadores de Télam. El triunviro analizó la situación del país y auguró un segundo semestre conflictivo, por lo que avisó que la central no tendrá tanta paciencia como hasta ahora con el gobierno nacional. Y dijo que la lucha gremial tendrá un vértice político. En ese sentido planteó que se agotó el tiempo del co-gobierno y se esperanzó en una unidad en el Congreso para «poner límites al ajuste». Marcó la votación contra el aumento de tarifas como un inicio. Eso daría paso a la unidad política.

Schmid aseguró que habrá unidad del movimiento obrero, pero indicó que las luchas son en el campo de batalla (las calles) y en los escritorios (la política). Usó el ejemplo de la guerra de Vietnam, que tuvo una derrota norteamericana en el sudoeste asiático pero fue en Europa donde se definió el final.