Tarifas: mensaje también para Massa, Pichetto y la CGT

No es sólo Cristina de Kirchner. Mauricio Macri jugó ayer la última carta de cara a la votación de mañana en el Senado para convertir en ley el freno al aumento de tarifas. A pesar de la simplificación del mensaje presidencial grabado, con eje en las «locuras» de la expresidenta, el Gobierno nacional se enfrenta al primer alineamiento del peronismo con eje en Sergio Massa, los gobernadores peronistas -vía Miguel Pichetto- y el kirchnerismo residual en el momento más delicado de la gestión.

Macri teme una emboscada peronista en dos tiempos. Primero, en el Senado con la ley de tarifas. Y luego, una convocatoria a paro general de la CGT una vez que se consume el veto presidencial. Luego de reunirse mano a mano con 12 gobernadores peronistas, no sólo «racionales» sino también ásperos como Gildo Insfrán, el Presidente rompe ahora puentes con Pichetto por televisión. El jefe de los senadores peronistas, a quien dejó de considerar un interlocutor confiable, al menos en la negociación por tarifas, votará mañana junto a Cristina de Kirchner. No es el primer quiebre entre el Poder Ejecutivo Nacional y el peronismo confiable. A Sergio Massa lo desafectaron como peronista dialoguista luego del viaje a Foro Económico de Davos en 2016 por impulsar una rebaja del Impuesto a las Ganancias -una promesa de campaña de Cambiemos- en Diputados junto al kirchnerismo.

El mensaje de Macri hablándoles directamente a los senadores peronistas, ya ni siquiera a los gobernadores o a Pichetto como gerente de los mandatarios provinciales, llegó en un día de malas noticias para la Rosada de cara a la votación de mañana. Pedro Guastavino, alineado con Gustavo Bordet y Rodolfo Urtubey, votarían en general el proyecto que viene de Diputados, auspiciado por el massismo y el kirchnerismo, pese a haberse desmarcado del bloque justicialista con la firma en disidencia del dictamen de mayoría. El mismo camino seguirían el catamarqueño Dalmacio Mera, el correntino Carlos «Camau» Espínola y el jujeño Carlos Snopek.

La votación de tarifas pasará o no, y será vetada por el Presidente en caso de ser convertida en ley en el Senado. Pero ahora la Casa Rosada se expone a negociar desnuda, sin agua y en medio de un desierto político -autoproyectado en el Congreso- el Presupuesto 2019 que deberá incluir el monto de endeudamiento ante el Fondo Monetario Internacional. El Ejecutivo considera que Pichetto los traicionó. El jefe de los senadores peronistas emitió un ultimátum para que Cambiemos presente un proyecto alternativo al votado en Diputados para retrotraer las tarifas a noviembre de 2017 con una devaluación del peso del 40% en el medio del debate. El Gobierno nacional interpretó esa señal de Pichetto como un puente de oro para evitar el veto presidencial. Macri acató el pedido y, previo aval de Nicolás Dujovne y Juan José Aranguren, replicó una iniciativa de Pichetto y Rodolfo Urtubey que rebaja el IVA en las boletas para disminuir el impacto de la suba de tarifas por la quita de subsidios. Pese a esa concesión, Pichetto avanzó con el proyecto del massismo y el kirchnerismo que venía de Diputados.

Ayer, el diputado del massismo Felipe Solá salió en defensa de Cristina. Y salió a responder el mensaje grabado del Presidente. «La locura es la desinformación de Mauricio Macri. El proyecto votado de tarifas justas es del Frente Renovador y del bloque Argentina Federal. Si venís mal, mejor alimentar la grieta». Solá le dejó claro a Macri que el adversario no es sólo Cristina. Es el peronismo en sus distintas vertientes, es decir Cristina + Massa + gobernadores. En la Casa Rosada replican que Pichetto padece el síndrome de Estocolmo y que a pesar de querer reconstruir el peronismo racional, sigue atado a Cristina.

La filosofía comunicacional de Marcos Peña y Jaime Durán Barba comienza a desgastar al Presidente. ¿Quién cuida la imagen de Macri en el momento de mayor fragilidad de su gestión? Lo sacan a poner la cara en cada derrota política y hacerse invisible cuando el Gobierno anota algún logro. Ni siquiera la incipiente baja de la inflación registrada en 2016 y 2017 pudo ser comunicada como un logro, ya que el oficialismo se empecinó en vender metas incumplibles en vez de retrocesos tangibles en los índices de precios.

Massa se encontró ayer en una parrilla con Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal. El dato es inquietante de cara a la interna de Cambiemos, teniendo en cuenta la ausencia de Peña, de viaje en Cuba en la semana política más delicada del macrismo. Hubo agenda nacional a partir del proyecto que presentó el peronismo en Diputados para transferir las empresas de servicios públicos Aysa, Edesur y Edenor a la Ciudad y a la provincia de Buenos Aires. Desde el vidalismo lanzaron una queja velada: «Nosotros no lo operamos, lo dejó trascender Sergio. Es más fuerte que él». El jefe de Gobierno porteño y la gobernadora de Buenos Aires son una unidad política. En la Rosada no se habla de «María Eugenia» ni de «Horacio», sino de «Horacio y María Eugenia». Esta dupla es además terminal de descargo de los intendentes PRO fastidiados por el anuncio de Dujovne de cancelación de obra pública.

(Fuente: ámbito.com)