Por todo… o lo que se pueda. ADN

El oficialismo reaccionó y quiere ser protagonista en las elecciones de 2019. Su trabajo en estos últimos días se concentró en modificar la ley electoral para incluir el balotaje en Río Negro, cambiar los pisos mínimos para el ingreso al Parlamento y, entras cosas, implementar la boleta única. Ese plan es complementario del Castello, la emisión de Letras, la aprobación de leyes claves y el acuerdo salarial con los gremios.

«Vamos por todo» sinceró un dirigente de Juntos que visualiza que el partido comenzó a moverse. Pero si falla, hay plan alternativo. En eso se basa el cambio de los pisos electorales. «Si se pierde, al menos vamos a tener un bloque importante». La afirmación está sujeta a dos temas: uno, las encuestas, que siguen posicionando al tope de las preferencias al jefe del PJ, Martín Soria; otro es separar las elección provincial de la nacional, lo que -aseguran- licuará al macrismo. Este tema también está sujeto a lo que haga el peronismo a nivel nacional, en caso en que no haya unidad y se presente más de un candidato.

Es cierto que el oficialismo tiene otro ritmo. Salió del centralismo que tiene la figura del gobernador Alberto Weretilneck que marcaba (sin mayores consultas) el rumbo. Esto provocó que durante casi un año se hablara de una alianza con Cambiemos. Estupefactos, muchos dirigentes veían cómo se diluía el poder conquistado en 2015. Y tenían que silenciar sus posturas críticas a la Casa Rosada.

El mandatario asumió que no podía ir por otro período. Permitió -monitareada- la reunión de los intendentes y juntó a la conducción de JSRN en Viedma, donde habilitó la carrera por la sucesión y cerró la posibilidad de alianzas a espacios nacionales. Ese corrimiento permitió voces. El vicegobernador Pedro Pesatti admitió que, en el marco de un proyecto colectivo y con los consensos suficientes, podría ser candidato. Una encuesta ya lo mide junto al presidente del bloque, Alejandro Palmieri y las ministras de Educación, Mónica Silva y de Turismo, Arabela Carreras.

Por los pasillos de la Casa de Gobierno afirman que la preferencia está en el roquense. Atribuyen ese guiño sólo a una cuestión territorial. Consideran que Viedma tiene poco peso político para avanzar en una contienda con Soria, quien concentra una alta intención de voto en su ciudad y todo el circuito que, por lo que indican los encuestadores, sería indescontable.

Sin embargo, el vice logra ser un candidato de unidad. Y podría sumar a sectores del peronismo enfrentados al intendente de Roca y a la propia Magdalena Odarda, quien viene haciendo gestos de cercanía. Pero falta mucho.

El gobierno sabe que el tiempo es vital. Después del mundial Cambiemos y el Frente para la Victoria avanzarán en la definición de las candidaturas. ¿Qué hará Juntos? Es posible que también. Para entonces, Weretilneck quiere dar muestras de fortaleza. Ya consolidó a Fabián Gatti como Fiscal de Investigaciones Administrativas. Ahora va por la Fiscalía General. A ese sitio clave del Ministerio Público podría llegar su ministro de Seguridad, Gastón Pérez Estevan.

La colocación de Letras -aseguran en el oficialismo- le da tranquilidad económica para pagar sueldos. Y el Plan Castello, obras para mostrar. En estos días Weretilneck cerró la negociación paritaria con los dos gremios más duros de la provincia: UnTER y ATE. El entendimiento con el sindicato que conduce Rodolfo Aguiar, vino con la promesa de modificar la ley del Consejo de la Función Pública. Eso licúa el poder de UPCN que tomó una posición muy crítica. También la de su jefe, Juan Carlos Scalesi, quien pronosticó el fin de ciclo de Juntos y tiró un centro para Roca esperando que Soria cabecee.

El oficialismo también avanzó contra otro poder, el diario Río Negro. Aprobó una ley para digitalizar los edictos y todas las comunicaciones de legales (licitaciones, concursos, etc) de los tres Poderes, lo que quitaría unos 46 millones de pesos al año al medio de Roca, según algunas estimaciones.

La medida es interesante porque rompe el monopolio que el diario consiguió en años. Pero está viciada de no ser auténtica, ya que se adopta en un coyuntura política de refriega. El gobierno ha tomado una postura de látigo y billetera con los medios de comunicación y periodistas, cerrando el círculo informativo, restringiendo el acceso a la información y eliminando la pauta publicitaria de aquellos que tienen una mirada crítica. No parece ser una ley genuina, de real convicción contra la concentración, a favor de la pluralidad de voces y la democratización de los medios.

El mismo ejemplo corre para la renovada relación con Aguiar. Hasta hace un año el gobernador y sus ministros emprendieron un embate mediático y celebraron su encarcelamiento. Fue después de los incidentes en la Legislatura donde algunos agentes de la Policía terminaron con heridas, algunas de gravedad. En ese entonces ATE era el enemigo público número uno y los medios que publicaban información de ese gremio eran fuertemente criticados.

En rigor, aquellas críticas respondían a un cambio de época. Weretilneck se sumó al discurso macrista y pasó, de asegurar que no se iban a reprimir las protestas sociales en su gobierno cuando Cristina Kirchner era presidenta, a instar la criminalización de la protesta gremial.

Pero la política es dinámica. Macri no mide en Río Negro y el oficialismo se despega. Dos legisladores hicieron fuertes críticas esta semana: Ricardo Arroyo se opuso a la adhesión de la ley de obras con Participación Pública y Privada (PPP), y Roxana Fernández aseguró que las políticas neoliberales son la continuidad de la dictadura apuntando a la doctrina Chocobar.

La Casa Rosada computa esos destratos. Por eso posiciona a Sergio Wisky como uno de los posibles candidatos de Cambiemos. Macri lo aduló en las últimas entrevistas con medios nacionales, cuando destacó su proyecto para despenalizar el aborto.

Ese espacio también tiene a dos intendentes lanzados: José Luis Foulkes de Viedma, y Aníbal Tortoriello de Cipolletti. En Cambiemos esperan que se pueda aunar criterios y las provincias cedan al plan de Nación de ir todos en las misma fecha a elecciones. De todos modos, se preparan para que en Río Negro no ocurra. Weretilneck instruyó a su ministro de Economía, Agustín Domingo, a colocar Letras en busca de fondos frescos que le garanticen independencia. Por eso Wisky salió a instalar el discurso de la grieta. Alienta la idea que la elección -más allá de la fecha- estará polarizada entre Cambiemos y el FPV.

La mirada de Wisky intenta desdibujar a Juntos. Lo contrario a la jugada del oficialismo. Lo que ninguno de los dos pone en dudas es quién será su adversario. Por eso, el legislador Jorge Ocampos (ARI-Cambiemos) milita la idea de la unificación de fuerzas.

Por ahora, todo indica que la elección de 2019 será de tercios y todos buscan llegar al 40% que les de tranquilidad. Incluso, en eso se basa JSRN para impulsa el balotaje. Y de aquí en adelante, habrá intentos de debilitar al adversario y lograr sumatorias imaginando que se abrirá, más adelante, un mercado de pases.

Weretilneck evalúa que los que más pueden perder son los «compañeros» del PJ porque vislumbra que la unidad no llegará. Escuchó con atención que Miguel Pichetto tendrá una línea nacional con gobernadores y senadores, y fue música para sus oídos que el legislador Ariel Rivero asegurara que tendrá representantes en todas las provincias.

Y si bien es cierto que el tan anunciado quiebre del bloque del FPV nunca se dio, en el oficialismo creen que solo es una cuestión de tiempo.

El problema es que -según una medición que aún está en elaboración- los números no acompañan a Pichetto. Su respaldo a leyes del macrismo y el reimpulso a la instalación de la central nuclear, habrían menguado su imagen positiva en la provincia.

Mientras la política atiende su juego, Weretilneck enfrenta viejos problemas de gestión. Por caso, la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (a pesar de su jerarquización) sigue con problemas y la fruticultura profundiza su crisis.