La línea de la pobreza está más cerca que la de la felicidad

La cuarta parte de la población (11 millones de habitantes) tiene ingresos por encima del promedio salarial de $20.000 que se está por poner en cuestión en las paritarias. Alcanzan para cubrir la canasta básica total que pondera el INdEC y quedaría de remanente algo así como 20%. Pero sólo 7% de la pirámide socioeconómica accedería a un nivel de bienestar o felicidad tasado en la región por la Universidad Purdue en el equivalente a $59.400, señal inequívoca de empobrecimiento de los argentinos. Si la comparación se extendiera al mundo, Australia y Nueva Zelanda casi nos cuadruplican. Para colmo, la inflación no da blanco fijo por estas latitudes para saber dónde se está parado, y en vísperas de las convenciones colectivas, con un trasfondo de salarios viejos y precios nuevos catapultados por tarifazos y suba del dólar, crece la sensación de que la plata no alcanza. Sería menester triplicar el sueldo promedio para clasificar en el nivel de felicidad asignado a América Latina, lo cual queda muy por debajo del tope del 15% que quiere imponer el gobierno. Pero a no desesperar: los organizadores de la muestra alertan que tampoco sea cuestión de exagerar con las mejoras, porque ganar más de US$ 35.000 al año sería contraproducente para la tranquilidad de quienes no están acostumbrados a manejar esos números.

La línea de la pobreza está más cerca que la de la felicidad. Un poco de humor a un tema tan delicado.
Para no caer en la indigencia, una pareja con dos hijos de entre 6 y 8 años del Gran Buenos Aires hubiera necesitado en enero contar con ingresos por $ 6.789,53, que es el costo de la Canasta Básica Alimentaria, mientras que no ser pobre requiere disponer de los casi $ 17 mil calculados para cubrir la Canasta Básica Total.

Como el sueldo promedio registrado en el país se redondearía en la previa de las paritarias en $20.500, o sea en torno de los US$ 1.000, un estudio que acaba de publicar la Universidad Purdue en la revista Nature Human Behavior deja al descubierto lo lejos que estaría del nivel mensual que demandaría el bienestar emocional de la región, establecido en la región en u$s2.900, es decir $59.400 por persona, al cual sólo accedería un 7% de la pirámide socioeconómica argentina que mide la consultora W de Guillermo Oliveto.

En el otro extremo, hay que partir de la base de que hay 2.622.396 de asalariados no registrados, de los que 1.754.948 no llegan al mínimo, vital y móvil apenas inferior a los $10 mil, según el informe Trabajo e Ingresos de INdEC, correspondiente al 1er trimestre de 2017. Forman parte de las tres cuartas partes de la masa asalariada que está por debajo del nivel medio y coquetea, en gran parte, con las líneas de la pobreza y de la indigencia.

Según datos de la Gallup World Poll recogidos en la encuesta a más de 1,7 millones de personas de 164 países diferentes, los ingresos óptimos para lograr el bienestar emocional se sitúan en un intervalo de entradas anuales de entre US$ 60.000 y US$ 75.000 por persona, sostiene la revista Time, claro que según la zona -teniendo en cuenta el costo de vida- puede incrementarse hasta US$ 125.000.

América Latina está por debajo del promedio con US$ 35.000 anuales por persona, cuando en algunas zonas como Nueva Zelanda, la suma sube a US$ 125.000 anuales per cápita.

Pero en este punto del análisis de la compulsa aparece una inflexión: una cifra superior, que se acerque a los US$ 95.000, podría convertirse en negativa, ya que ganar más de esos valores por año puede significar un dolor de cabeza, porque «puede aparecer la insatisfacción material o tender a comparaciones con estratos superiores en los que se sale perdiendo», advierte el informe.

«Cuanto más se tiene, más se aumenta el nivel de vida, acostumbrándose uno a un nivel de vida que obliga a mantener el nivel de ingresos», agrega el estudio, a la par de que alerta que existe la preocupación constante de cómo generar siempre esos volúmenes de dinero.

Son cifras promedio que varían según el continente. En regiones como Europa occidental, Norteamérica o el este de Asia, los ciudadanos necesitan más ingresos para lograr su estabilidad emocional, en parte porque el costo de vida es más elevado y porque suelen ser más exigentes.

Así, mientras que en América Latina el piso está en los US$ 35.000, casi se cuadruplica en Australia o Nueva Zelanda, llegando a un promedio de US$ 125.000 anuales, con diferencias según el género y el nivel educativo.

En el mundo es más barato que los hombres estén satisfechos con sus vidas (el promedio US$ 89.000) que las mujeres (US$ 99.000), al que el informe sitúa como un público más consumista.

También es el caso de personas con menos estudios (u$s70.000) que las personas con educación superior (US$ 113.000), ya que éstas tienen mayores pretensiones.

En algunos países de la región, como Argentina, Brasil, Colombia, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile, el salario mínimo promedio para el 2018 será de aproximadamente US$ 355, que anualizado daría unos US$ 4.250, apenas una décima parte del nivel de bienestar cuantificado para América Latina.

Fuente: Urgente 24