La economía sin derrame

(Guillermo Malisani).- En medio de un convulsionado fin de año, las estadísticas oficiales y privadas muestran que el país transita por un período de crecimiento económico pero ese efecto no permitió avances en el mercado de trabajo ni en los índices de pobreza, que prácticamente siguen en los mismos críticos niveles de 2015.

La teoría del derrame que, con algunos matices, promueve la administración de Mauricio Macri, tuvo su auge en los 90 y se basa en la presunción de que los buenos resultados macroeconómicos impactarían primero en sectores más altos, para luego trasladarse a los estratos más populares.

En rigor, esta política generalmente no ofrece mejores resultados en las variables sociales vinculadas con pobreza y trabajo.

«Estoy acá como Presidente de todos los argentinos, con el único fin de ayudarlos a crecer, la meta que quiero por la que se me juzgue es si pude o no reducir la pobreza, y desde el primer día cada decisión que he tomado es para que cada argentino pueda tener una herramienta para salir adelante», dijo Mauricio Macri, tras la aprobación de la reforma previsional.

Esta reforma, a contrario de lo que asegura el gobierno, provocará un recorte de casi 100 mil millones de pesos de los recursos de ANSeS, que afectará directamente a jubilados, ex combatientes y beneficiarios de la AUH.

Ante ello, la menor distribución de recursos profundizará las desigualdades y seguramente contribuirá a un crecimiento en los índices de pobreza.

Según datos oficiales, el PBI creció en el tercer trimestre de 2017 un 4,2%, alcanzando el quinto trimestre consecutivo de recuperación, traccionado por la actividad agropecuaria, la construcción y por sectores puntuales de la industria.

Las estadísticas privadas como las del Centro de Estudios Económicos de Orlando Ferreres ratifican el crecimiento en noviembre, en el que la actividad habría subido 4,6%.

Para FIEL, la industria desaceleró su crecimiento, pero igual mantuvo su tónica alcista y creció 0,8% en noviembre, en comparación con igual período de 2016.

Pero, esta recuperación en la actividad no tuvo como correlato una sensible mejora en los indicadores sociales vinculados con la pobreza y el desempleo.

Las últimas cifras difundidas por el INDEC reflejan que 1.058.000 personas están desocupadas; 1.390.000 están subocupadas, con lo que realizan changas o actividades temporarias y 1.959.000 tienen empleo pero quieren cambiar.

Otro dato preocupante vinculado con el mercado laboral es el trabajo en negro: según cifras oficiales del tercer trimestre afecta al 34,4% de la población, registrando una suba del 0,6%.

La cifra es muy preocupante porque el Gobierno pretende bajar la informalidad, a la que considera uno de los peores males del mercado laboral.

La pobreza que a fines de 2015 afectaba a cerca del 30 por ciento, según datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA).

El mismo organismo reveló que en el primer semestre la pobreza se ubicó en el 31,4% de la población, 13,5 millones de personas, que si bien fue inferior a 2016 (32,9%).

Por ahora, el crecimiento económico no encuentra respaldo en las variables sociales, que siguen deterioradas, con perspectivas de un agravamiento.(NA)

@GuilleMalisani