Soledad

ADN

(ADN).- Al gobernador lo dejaron solo. La radicación de una usina nuclear en costa marítima rionegrina lo puso en ese lugar. Salvo el vicegobernador Pedro Pesatti, que acompañó al mandatario. Y lo hizo a pesar del costo que tiene en la defensa de los intereses locales, donde no es la primera vez que se toman medidas gubernamentales con impacto negativo a su ciudad natal, como fue el caso de la ley de prescindibilidad.

Del resto, silencio. Legisladores del circuito en particular y del resto en general, ministros y funcionarios dejaron en soledad al mandatario asumiendo todos los costos de un emprendimiento energético nuclear que pareciera que finalmente se ubicará en Sierra Grande.

A diario se conocen comunicados de prensa o gacetillas oficiales con temas intrascendentes, difícil de entender su propósito o a qué estrategia comunicacional responde, pero en este caso que era necesario desde el posicionamiento oficial defender al gobierno. Nadie habló. Hay áreas específicas como Energía, obras públicas y otras que pudieron acompañar con información para aportar el tema y al esclarecimiento del temor instalado en parte de la sociedad. Sólo Medio Ambiente jugó a favor.

Tampoco hubo contundencia en las declaraciones del intendente José Luis Foulkes, a mitad de camino entre la defensa de la planta en el ejido viedmense y la presión de las redes sociales de la capital rionegrina.

Legisladores y funcionarios subestimaron el impacto del proyecto. Quizás con ignorancia y algo de soberbia se pensó que este tema pasaba por alto durante la campaña electoral, que no iba a ser preocupación de parte de la ciudadanía. Error, la planta nuclear movilizó, preocupó y con la ayuda de las redes sociales los vecinos se manifestaron en la Catedral capitalina y en las calles.

Escuchando atentamente el mensaje de ayer de Alberto Weretilneck fue claro. Quizás el mensaje también tenía otra dirección: hablarle a los viedmense que estaban de acuerdo y que –por distintas razones- no se manifestaron y a sus propios legisladores y funcionarios que se quedaron cómodos sentados en sus sillones oficiales.

Weretilneck sólo afrontó la situación y en soledad copó la parada previa a las elecciones del 13 de agosto. Falló el equipo de Juntos y los circuitos de comunicación con el ciudadano.

También faltó conducción política. Los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner hicieron una política de Estado del desarrollo energético nuclear y no hubo -salvo casos como Greenpeace- movilizaciones en contrario ni rechazos tan elocuentes.