Las PASO, más que un gran encuesta. ADN

Faltan 21 días para las elecciones y la política se convenció que las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias serán más que un gran encuesta. Agosto se presenta -según los primeros sondeos- como un escenario de dispersión, a pesar de la tan mentada polarización y servirá para reacomodar estrategias hacia octubre, donde podría surgir el concepto del voto útil.

Según los estudios de opinión, se van consolidando Juntos Somos Río Negro y el Frente para la Victoria como los adversarios más fuertes. Por lo tanto, la votación del domingo 13 dejará las primeras certezas: quiénes ocupan los primeros lugares en la preferencia de los rionegrinos y quiénes estarán habilitados a competir en octubre.

El dato no es menor. Hay siete listas en carrera (JSRN; FPV; CC-ARI; Cambiemos; Partido Socialista; Frente de Izquierda de los Trabajadores; Izquierda al Frente) y para llegar a la general, los partidos, alianzas y frentes deberán sacar un piso del 1,5% de los votos. Un desafío para los espacios con menos caudal de sufragios.

Sin internas, las PASO tendrán una importante relevancia.

Además de dilucidar el primer y segundo lugar en el podio, las próximas elecciones definirán el tercero en discordia. ¿Podrá el ARI quedarse con ese puesto y relegar al partido del Presidente a un cuarto lugar?.

Magdalena Odarda ha demostrado ser una buena candidata en elecciones intermedias. Así llegó al Senado. Pero hoy tiene otro panorama: está sola. No pudo rearmar el Frente Progresista. El Socialismo armó su propia lista -acusándola de tener un postura muy personalista- y sus ex socios de la UCR (Jorge Ocampos y Bautista Mendioroz) hoy están en Cambiemos.

La senadora no quiso integrar ese espacio, aunque su partido, la CC-ARI lo está. Argumentó sus diferencias con las políticas económicas neoliberales del macrismo y criticó duramente a sus socios, como el magnate inglés Joe Lewis, amigo de Mauricio Macri y el diputado rionegrino Sergio Wisky.

El partido a nivel nacional le permitió la licencia, pero su líder, Elisa Carrió, le soltó la mano. Durante la semana que termina, «Lilita» grabó un video junto a la candidata de Cambiemos, Lorena Matzen, y pidió el voto para la Alianza que gobierna la Argentina. Y dejó una frase letal: «El espacio Carrió en Río Negro es Ocampos y Javier Acevedo», dos dirigentes que denunciaron a Odarda de no permitir la democracia interna del partido y tener amañado el sello.

La pelea de la senadora es clave. Sabe que si sale cuarta, se diluye como figura política. Pero Cambiemos está dispuesto a dar la pelea, ya que si sube unos peldaños tiene proyección en 2019.

El partido del Presidente deberá competir con la mala imagen del propio Macri, que en Río Negro alcanza el 70%. Sus políticas nacionales fueron contraproducentes para la provincia, pero confían que el arrastre nacional les dará un envión. Aseguran que rondarán el 18% de los votos.

Pero el macrismo también tiene un plan B. En estos días se intensificó el rumor sobre un acuerdo con JSRN en 2019. Conscientes que no tienen candidatos para competir por la gobernación, evalúan que Alberto Weretilneck no logrará su re-reelección y que el oficialismo los necesitará para mantenerse en el poder. Estiman que serán aliados. Ponen a Neuquén como caso testigo, donde el macrismo consolidó una buena relación con el MPN. Y la Casa Rosada, auspiciará la continuidad de JSRN para evitar el ascenso del FPV a Laprida y Belgrano.

Sin embargo, esa construcción no será fácil. El ala peronista de Juntos resiste. Encabezados por el vicegobernador Pedro Pesatti, comenzaron las críticas al gobierno nacional.

Algunos de esos reproches son coyunturales. Por caso, el primer candidato a diputado, Fabián Gatti, hizo foco en las penurias económicas de los rionegrinos producto de las decisiones de Nación. Arabela Carreras hizo lo propio, evidenció los cierres de comercios en Bariloche. Y el mismísimo Weretilneck, dijo que «estamos peor que antes». Declaraciones que se cimentan en la imagen negativa de Macri, pero también en el mal humor social.

Y además, porque el oficialismo teme que la frase «Weretilneck es Macri» se haga carne en la gente.

El Frente para la Victoria se asienta en el 30% del voto histórico del PJ. Y sueña en consolidarse como el receptor del voto anti macrista. No será fácil. Hay otros espacios que critican la gestión nacional. La más virulenta es Odarda que espera sacar votos donde el FPV no llega: ambientalistas y productores. Otro escollo que tienen los candidatos María Emilia Soria y Ramón Chiocconi, es el «kirchnerismo inorgánico», ese sector que viene votando al Frente pero no se concentra ni milita en ningún partido ni agrupación. Teme el efecto Pichetto y que esos electores se diluyan.

La última elección el FPV obtuvo el 65% de los votos. Hace dos años Daniel Scioli competía por la presidencia y Río Negro le dio uno de los mayores triunfos del país. No alcanzó.

Ahora, las encuestas marcan paridad entre el FPV y JSRN. En el gobierno estiman que ganan «por poco», incluso, no descartan una derrota en las PASO, pero confían en una recuperación en octubre. Y eso, sería producto de la capacidad operativa del aparato estatal, y del voto útil. Evalúan que parte de los votantes de Cambiemos podrían migrar hacia Juntos. «No nos une el amor, sino el espanto» le dijo un ministro a esta agencia.

Es tiempo de mirar agosto, pero sin perder de vista octubre, que tendrá consecuencias en 2019.

Si la disputa por el tercer y cuarto lugar no es menor, naturalmente también lo será por los primeros puestos. El presidente del PJ, Martín Soria, apunta a ganar las legislativas. Sabe que su hermana María Emilia retendrá su banca en Diputados, pero espera ganar. Sabe que si eso ocurre proyecta su carrera a la gobernación. La boleta electoral que diseñó es un símbolo: la flecha de Roca en acción, el apellido Soria y las fotos de Perón y Evita. Una apuesta fuerte.

¿Y si pierde? Se abre la pelea por la candidatura en 2019. Lo primero que ocurrirá es la interna por los cargos partidarios en 2018. Es sabido que quien comanda el Congreso, comanda el partido. No son pocos los espacios que quieren pugnar por llegar a esos puestos y ser una alternativa al intendente de Roca.

El oficialismo sigue siendo un competidor firme. La figura de Weretilneck arrastra a sus candidatos. Salió del shock que provocó la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner en territorio bonaerense y se dispuso a alambrar la provincia. Mantiene su discurso netamente rionegrino y confía en la debilidad de sus adversarios. Ya demostró capacidad de acuerdos en la Legislatura para sumar voluntades del PJ para aprobar leyes fundamentales, y en la recorrida por el territorio recoge guiños de intendentes opositores que aún deben gobernar dos años. «Si nos garantizan perder por poco, estamos hechos», dicen.

Los jefes comunales no pueden permitirse una derrota en sus pueblos, sería darle aire a sus oponentes políticos locales. Esa escasa diferencia y un triunfo amplio en Cipolletti, suma a la arrolladora elección que -dicen en el gobierno- tendrán en el interior. Y si Gustavo Gennuso aporta un margen de luz en Bariloche, «la elección está ganada».

Para Juntos, la verdadera batalla es en octubre. Quieren borrar a Martín Soria (que junto a Weretilneck son los dos dirigentes con más aceptación provincial) del mapa político y eso se logra con una buena diferencia de votos. Si ese objetivo es alcanzado, hasta se permitiría pensar en la reforma constitucional.

En consecuencia, las PASO se han transformado en una elección trascendente, lejos de aquella máxima que se instaló en los medios nacionales sobre que serán «una gran encuesta». Y todo indica, que estos análisis corresponden a todos los distritos electorales, fundamentalmente a la provincia de Buenos Aires, una elección que por su peso, nacionalizará su resultado y tendrá consecuencias en todo el país.