El baile de la silla. ADN

En Río Negro habrá, al menos, cinco espacios políticos compitiendo por dos escaños en el Congreso de la Nación. PASO mediante, las elecciones de octubre definirán dos nuevos representantes provinciales en la Cámara de Diputados. Como en el baile de la silla, cuando se apague la música, la habilidad de los participantes determinará quiénes se sientan y quiénes abandonan el juego.

Sin embargo, la dinámica política tiene más complejidades que la de sentarse en una banca. Y lo que está en juego es la carrera hacia la gobernación, un desafío central para el oficialismo, para que en esta incipiente vida política el 2019 no sea debut y despedida.

En la Casa de Gobierno ya circula un documento preliminar de las encuestas que realiza ECO. Según pudo saber esta agencia, los diferentes frentes, alianzas y partidos van logrando adhesiones en la ciudadania: Juntos Somos Río Negro 30%; Frente para la Victoria 25%; ARI 12% y Cambiemos 12%. Aún hay una franja de indecisos y votos que irían al Partido Obrero.

Los números están ajustados a este tiempo. Las encuestas sólo muestran una situación particular. Prueba de ello es que hace más de un mes, el estudio de opinión realizado por Ricardo Vignone arrojó: 27% JSRN; 15% FPV; 12% ARI; 8% Cambiemos y 4% PO, con un 30 por ciento de indecisos.

Hay algunas coincidencias entre ambas encuestas. Alberto Weretilneck y Magdalena Odarda son los dos políticos con mejor imagen en Río Negro. ¿Se trasladan a votos?. No es lineal. Otra similitud es que el gobierno cayó en la consideración de los barilochenses, ciudad donde creció la figura del intendente Gustavo Gennuso.

En un ejercicio de proyección, un sociólogo experto en estudios de opinión pública consultado por ADN, vaticinó: «Salvo un tsunami, las dos bancas en juego se las repartirán Juntos y el FPV». «Lo que falta definir es el movimiento del electorado respecto del ARI y Cambiemos, que podrían crecer, porque los partidos mayoritarios podrían estar muy próximos a su techo electoral en esta contienda, que tiene múltiples particularidades». «Por caso, hay un sector de indecisos y eso podría responder a que Sergio Massa no tiene candidatos y su espacio hizo una muy buena elección en 2015».

Un dato central falta para conocer encuestas un poco más ajustadas: faltan los candidatos.

En el oficialismo hay cada vez menos incertidumbre: todo indica que sería el vicegobernador Pedro Pesatti. Los partidos provinciales patagónicos optaron por esa estrategia. Mario Das Neves (Chubut) y Omar Gutiérrez (Neuquén) impulsan a sus vice. Una forma de provincializar la elección, porque juegan una suerte de plebiscito.

Los integrantes del FPV van a las PASO. Los participantes serán: María Emilia Soria, acompañada por el concejal barilochense, Ramón Chiocconi; Mario Sabbatella, junto cpn la ex defensora del pueblo de Bariloche, Andrea Galaverna y Ceferino Namuncurá con Rubén Yahuar.

En el ARI está resuelta la candidatura de Magdalena Odarda que recreará el Frente Progresista. Su compañero de fórmula proviene del GEN que conduce a nivel nacional Margarita Stolbizer. Y desafía al socialismo a competir en PASO. Aún no está resuelto. Si no hay acuerdo, el Partido Socialista irá solo a la elección con María Luz Riera.

Cambiemos debe acomodar la disputa interna. El radicalismo insiste con Lorena Matzen. Surgió el nombre del intendente de Sierra Grande, Nelson Iribarren. Pero en Buenos Aires no quieren más fisuras. En todo el país hay disputas entre el PRO y la UCR. Una fuente del sector anunció que «está acordado» que encabece la candidata radical.

Y si solo hay dos bancas en juego… ¿por qué tanta ebullición? Dos factores responden esa pregunta: una eventual reforma contitucional y la gobernación en 2019.

En el oficialismo nunca se cerró el objetivo de una eventual re-relección de Weretilneck. Ello implica una enmienda, la reforma a la Carta Magna, o una interpretación judicial. Para las primeras opciones, los dirigentes imaginaban un amplio triunfo en octubre que legitime ese trámite. La idea era -con el resultado en la mano- declarar la necesidad de la reforma. Pero, según muestran las encuestas preliminares, la diferencia que obtendría JSRN no alcanza para avanzar en ese sentido.

Explorar por el lado del Superior Tribunal de Justicia, dependerá de las circunstancias y la capacidad de acuerdos. Hoy, la relación entre la Casa de Gobierno y los Tribunales quedó abollada después del jury contra el juez Favio Igoldi. No cayó bien en Laprida y Belgrano el voto del titular del Consejo de la Magistratura, Ricardo Apcarián. Eso quedó patentado el día en que el juez leyó la sentencia de destitución. Quedó solo. Los consejeros del Colegio de Abogados y los legisladores pegaron el faltazo.

Otra disputa hubo entre el STJ y el oficialismo: la secretaría del Consejo de la Magistratura, que finalmente recayó en Guillermina Nervi. No era la candidata de Apcarián. Tampoco del gobierno. Fue una solución para evitar una ruptura.

Sin embargo, en Juntos todavía anida un plan B: lograr mayorías. Pudo consolidar un esquema en el Parlamento que le permitió aprobar los temas más complejos, como el empréstito de 580 millones de dólares para financiar el Plan Castello. Esa lleve la tiene el presidente del bloque del PJ en el Senado, Miguel Pichetto, de aceitado vínculo con Weretilneck. Por ahora, una posibilidad lejana y también atada a la suerte de octubre.

En Río Negro, todos entendieron que sin 2017 no hay 2019. Pero eso tiene distintos significados.

Para JSRN la única opción en ganar. Perder en manos del FPV debilitaría sus chances de continuidad, fundamentalmente por la falta de anclaje. Otros partidos perdieron elecciones intermedias y lograron recuperarse pero tenían otro arraigo: La UCR en Río Negro, el PJ a nivel nacional o el MPN que, aunque es un partido provincial, lleva más de 50 años en el gobierno.

Sería letal para el FPV quedar afuera. Si no obtiene una de las bancas en juego «no hay destino para nadie» evaluó un dirigente. Ese fantasma circuló cuando Magdalena Odarda anunció su postulación. «Una cosa es salir segundo y otra tercero» analizan. Pero confían en la grieta y la nacionalización de la elección, aunque nadie se hace el distraído ante la historia de internas y los recelos aún vigentes.

En cambio, para el ARI el objetivo está cumplido: gana con participar, Magdalena es como Magarita: «Yo ya gané». Si mete el batacazo se convierte en una postulante fuerte para 2019 y si no, consolida un espacio, retiene el partido y su liderazgo y mantiene su banca en el Senado.

Para Cambiemos, el desafío es no salir cuarto. También cree que su crecimiento estará atado a la pelea Macri-CFK. «El que quiera votar a Macri nos va a votar a nosotros», dicen. Y recuerdan que el Presidente logró el 25% de los votos en 2015. Para el macrismo, esta elección es «para consolidarnos». Y aseguran que como Weretilneck no tendrá su re-re, JSRN «no tiene futuro, es un espacio personalista» y piensan cosechar votos en esa supuesta diáspora.

El razonamiento tiene un dato de la realidad de hoy. Hay estudios de opinión pública que no favorecen las intenciones releccionistas. No hay humor social -por ahora- para avalar otro mandato del gobernador, más allá de la buena imagen de Weretilneck, porque lo que está en jaque es la «perpetuidad». «Hoy la gente tiende a la alternancia. La re-re está asociada a los populismos» dice un encuestador.

La debilidad del razonamiento macrista, es que -según aseguran en Laprida y Belgrano- la continuidad del proyecto está garantizada porque navegarán fuera de la grieta y buscarán imponer la provincialización de la campaña. Imaginan que podrán repetir (en imágenes) la fórmula de 2015 si Pesatti es el candidato. Los afiches volverán a mostar al tándem que arrasó hace dos años. Y, si no hubiera re-re, Weretilneck iría arriba en la boleta de 2019 como candidato a senador. Mucha proyección, mucho tiempo en un país que cambia por trimestres.

Esta es una época que marca ese dinamismo. La política está pendiente de la postulación de la ex presidente Cristina Fernández de Kichner. Ello modifcaría el panorama electoral en la provincia de Buenos Aires y el país. El oficialismo rionegrino está preocupado ante esa posbilidad. Creen que sin CFK en la cancha sus candidatos podrían lograr un triunfo más holgado en octubre.