Disciplinar. ADN

El gobierno nacional pretende disciplinar. La pelea por los salarios docentes se ha convertido en una prueba testigo. Una pulseada con repercusión nacional.

Sobran los ejemplos en el país, donde un reclamo salarial y laboral es el escenario para doblegar y marcar la cancha. Los gobiernos proponen los grados de endurecimiento del conflicto. Se muestran férreos y argumentan por fuera de la reivindicación del trabajador y por lo general matan al mensajero, para no reconocer la legitimidad del reclamo.

La administración macrista pareciera haber elegido a los docentes para llevar adelante esta estrategia y todo se debate en torno al mandato supremo: no más del 18 por ciento de aumento y sin paritaria nacional docente cada gobernador se hace cargo.

Los docentes conocen el camino y responden golpe por golpe y bucean en las propias contradicciones del oficialismo. Por ejemplo frente al 18 por ciento de aumento ofrecido por Rodríguez Larreta en la Ciudad de Buenos Aires, le responden que a los empresarios del subterráneo le aumentaron los boletos en más del 30 por ciento y los peajes se incrementaron en un 80 por ciento. Acá no hay pesada herencia porque en la capital el anterior gobierno fue de Mauricio Macri, le recuerdan los docentes.

Siguen los paros, se posterga el inicio de clases en varios establecimientos y la rigidez de las posiciones dificultan pensar hoy en una salida rápida de la situación.

El conflicto es un espejo para Río Negro. Y tiene sus consecuencias en los paros nacionales. Los docentes enfrentan el reclamo salarial y además la implementación de la Escuela Secundaria de Río Negro, donde los resultados de oposición al nuevo sistema del nivel secundario no salieron tal como esperaba la conducción gremial.

Además acompañan los planes de lucha de CTERA y fueron parte de los 100 mil docentes que pasearon por las calles porteñas en una movilización que superó las expectativas de los propios organizadores. UnTER sabe que hay un conflicto nacional que compromete.

El gobernador Alberto Weretilneck también observa cómo se desarrolla el conflicto docente, principalmente en la provincia de Buenos Aires, donde la reina del tablero macrista lleva adelante una batalla que pareciera ser el prólogo de octubre. Si los docentes le tuercen el brazo el golpe repercutirá en la Casa Rosada.

El gobierno de Río Negro quiere además conservar buenas relaciones con la administración central y hacer los deberes, que le permitan algún respiro financiero, a pesar de que cada día ve lejana la tranquilidad, más aún cada tanto aparece un temblor, como la idea del ministerio de Economía Dujovne de sacar en las provincias el impuesto a las ganancias, un proyecto que cuenta con el apoyo de Mauricio Macri y las empresas que empujan la decisión.

También espera concretar un endeudamiento internacional en dólares donde la oposición peronista pide que la convenzan de sus bondades junto al Plan Castello, para apoyar un eventual empréstito.

En el gobierno nacional dudan que Weretilneck consiga esos fondos que quiere para la obra pública. Es más, de acuerdo al funcionamiento del mercado financiero internacional y a la experiencia de otras provincias, sostienen que el monto que pretende la administración rionegrina es excesivo y difícil de obtener.

Weretilneck no se moverá del 17 por ciento de aumento, que en el ofrecimiento a los docentes bajó al 14 por ciento. El mandatario rionegrino también necesita disciplinar, pero tiene un escenario distinto al momento de negociar: con ninguno de los sindicatos –incluido el propio ATE- hay beligerancia. Es posible hablar.

Veamos, con las conducciones de UnTER siempre hubo diálogo, con UPCN las relaciones son más que cordiales, ATE mantiene su propia dinámica y Sitrajur –si bien también tiene su perfil combativo- no es su problema, lo mismo que APEL, que en noviembre emitió un comunicado que señalaba que está esperando “el segundo semestre” y a Pesatti no se le movieron las cejas.

Weretilneck reconoce que deberá cuidar esta ventaja relativa porque pueden cambiar las condiciones objetivas de los reclamos.

Y para esto basta con seguir atentamente las manifestaciones públicas de la última semana de Juan Carlos Scalesi y UPCN.

El gremio salió a confrontar en los hospitales de la provincia y las políticas de Salud, incluso con referencias propias al ministro Zgaib- por las medidas de contención del gasto en los servicios de los centros asistenciales provinciales.

Scalesi, tomó para sí el reclamo salarial y duplicó la apuesta: “primero pagan la deuda del año 2016” y luego se trata en la Función Pública el aumento del presente año, le dijo al gobierno.

La posición de Scalesi es nunca cerrar los caminos del diálogo y tampoco producir paros en los organismos de la administración pública, actitud que siempre lleva tranquilidad a Laprida y Belgrano.

Pero, la posición de Scalesi deja al descubierto que si la promesa de incremento de sueldos es del 17 por ciento, y el gobierno debe un 10 por ciento aproximadamente de actualización, el aumento real prometido para el 2017 es del 7 por ciento.

Aquí el nudo gordiano. Los dirigentes sindicales no pueden decepcionar porque la realidad indica un deterioro en el bolsillo de los trabajadores que tiene impactos permanentes con el aumento de la comida, en servicios de gas, luz, telefonía, agua, transporte, alquileres y otros.

La presión viene de abajo. Nadie quiere un desmadre y habrá llegado el momento que en base a la vocación de diálogo mencionada más arriba, se pueda llegar a principios de acuerdos con alternativas a futuro que se plasmen en las paritarias de la aplicación de actualizaciones en los ingresos acorde al comportamiento de la inflación y otros métodos que seguramente se le ocurrirán a los dirigentes sindicales.

El escenario rionegrino también tiene otra ventaja comparativa. Desde el gobierno nadie ha hecho pública ninguna declaración responsabilizando el reclamo salarial o los paros a intereses políticos de la oposición o a segundas intenciones por la filiación partidaria de la dirigencia, es más se reconoce el reclamo. Esto ayuda.