Mailén y Doroty…

(Jorge Vallazza*).- Las polémicas declaraciones del Senador Pichetto sobre la inmigración de ciudadanos de países limítrofes hacia nuestro país, generaron múltiples expresiones de rechazo así como la intervención del propio INADI, pero son a la vez una oportunidad para poner en cuestión de dónde venimos los argentinos, en qué país estamos, y hacia dónde queremos ir como sociedad.

Sintetizando la conocida historia de nuestros orígenes en pocas líneas, podríamos afirmar que estas tierras eran habitadas por pueblos originarios, sometidos y dominados militarmente por un grupo de españoles, los cuales fueron desplazados por quienes nos independizaron de España, y con el devenir de la historia llegaron corrientes migratorias europeas, así como actualmente llegan inmigrantes latinoamericanos y de otros países del mundo.

Los argentinos somos y seremos los descendientes de toda esa mezcolanza de razas, con distinto orden de llegada. Es una discusión bizantina plantear la “antigüedad” como un criterio válido que le dé más derechos a unos que a otros, pero desde este punto de vista, serían los pueblos originarios los de mayor autoridad para cuestionar a quienes llegaron después. Casualmente la mayoría de los latinoamericanos inmigrantes son de ascendencia indígena…

Nuestro país fue y será un país receptivo de migrantes. Las crónicas históricas reflejan diferentes expresiones xenófobas en relación a este tema, tanto hacia los españoles e italianos pobres que llegaron en búsqueda de trabajo, y de los cuales descendemos gran parte de la clase media Argentina, como hacia las migraciones internas que poblaron las grandes ciudades – el “aluvión zoológico”- sentenció la oligarquía porteña, refiriéndose los sectores populares que llegaron a Buenos Aires cuando nació el peronismo.

Hoy las víctimas de la xenofobia son los inmigrantes de países latinoamericanos- incluso desde los descendientes de los inmigrantes europeos que ascendieron socialmente- queriendo aparentar una inmigración “blanca y europea” como superior a la inmigración morena y latinoamericana, cuando las condiciones socio-económicas y de contexto histórico fueron muy similares en ambos casos.

Múltiples causas producen estas constantes migraciones, pero sobresale la razón económica. La búsqueda de trabajo por parte del que llega y la necesidad de mano de obra para el país que lo recibe. El crecimiento de nuestra economía dependió y depende en una buena parte, del capital de trabajo que pone el inmigrante. Ese capital de trabajo sostiene múltiples actividades productivas en nuestro país, y se necesitaría de mucha más de esta mano de obra para que crezca el producto bruto interno. Aún así, la inmigración es muy baja en Argentina en relación a lo que pasa en el resto del mundo, ubicándose-según un estudio al respecto- en el puesto 126 sobre 230 países relevados (http://www.clarin.com/opinion/Argentina-necesito-necesita-inmigrantes_0_412158846.html).

En este sentido, varios de los países del denominado “primer mundo”, depende su economía a tal punto de la mano de obra inmigrante, que especialistas en el tema afirman que estos Estados quebrarían económicamente si de un día para otro se fueran todos los extranjeros. Además de eso, miles de adultos mayores, niñas y niños se quedarían sin la persona que los cuida cotidianamente.

No está de más agregar que en el sistema capitalista- y cuantas más restricciones legales, más sucede esto- se aprovecha perversamente de la mano de obra de los migrantes para precarizar laboralmente, explotar a trabajadores indocumentados y lucrar con la necesidad de los más humildes.

Felizmente, hacia el año 2003 – y a partir de una ley del senador Giustiniani aprobada por unanimidad por ambas cámaras- nuestro país deroga la “ley Videla”, que perseguía y demonizaba a los inmigrantes, para generar una nueva ley que rige actualmente en nuestro país, la cual es inclusiva, y respetuosa de las convenciones internacionales, poniéndonos a todos los ciudadanos del Mercosur en igualdad de derechos más allá de su país de origen.

Tal vez esta nueva etapa neo-liberal que se quiere imponer desde el gobierno nacional, y que está generando desocupación, mayor pobreza, destrucción de la industria nacional, pérdida de derechos, retroceso en la gratuidad y/o calidad de los servicios básicos que debe garantizar el Estado, etc, se intenta esconder todas estas problemáticas y desviar el eje de la discusión, apuntando a culpabilizar a los inmigrantes pobres como la causa de los males que afectan a nuestro país.

Desde esta lógica, si el modelo económico genera más delincuencia e inseguridad, será por los peruanos. Si el Gobierno no quiere garantizar el Derecho a la Salud Pública, es culpa de los paraguayos, y si las Universidades no se pueden sostener gratuitamente es porque los colombianos vienen a estudiar acá porque en su país tienen que pagar…

En los años 90 , Mariano Grondona y Bernardo Neustadt instalaban el tema de la ineficiencia del Estado para abrir el camino a las privatizaciones y facilitar la consolidación del modelo neoliberal. Intentaban aparecer como “democráticos” e invitaban a sus programas a “todas las voces”, los que estaban en contra y los que estaban a favor. Lo que realmente hacían era imponer desde los medios qué temas había que hablar y qué sociedad era la “que se venía” con el neoliberalismo…

Tal vez esta polémica sobre los inmigrantes pobres- más allá de desviar el eje de la discusión- sea una oportunidad para debatir sobre la sociedad que queremos.

¿Qué sociedad queremos nosotros para nuestro país? ¿Queremos una sociedad desigual con acceso a determinados derechos solamente a los que pueden pagar? ¿Queremos una economía que genere exclusión y pobreza y agrande los contrastes sociales y profundice una injusta distribución de la riqueza? ¿Queremos una convivencia plagada de inseguridad y desconfianza hacia el otro, con barrios cerrados y muros electrificados porque el espacio público y la multiculturalidad es sinónimo de peligros para nuestros hijos? ¿O queremos contrariamente a todo este modelo, una sociedad más justa, fraterna y solidaria, con mayor “cultura igualitaria”… ???

Hace unos días Mailén- una adolescente argentina de 12 años de clase media- despareció en la ciudad de Bs As. Mailén había tomado un tren para conocer la gran ciudad con una amiga. Se habló de secuestro y se activaron todos los protocolos de seguridad disponibles para la búsqueda de Mailén.

Doroty encontró una niña sola y perdida en una plaza, cuando anochecía en la gran ciudad. Sin saber que era Mailén y que la buscaba todo un país, le ofreció su casa, le dio de comer y la cuidó. A la mañana siguiente reconoció a Mailén en los medios de comunicación y rápidamente dio aviso a las autoridades…

Cuando todo se aclaró, la mayoría de los medios tituló que una “señora” había encontrado a Mailén . Pero Doroty denunció que estaba molesta con Canal 13, porque antes había dicho que una “peruana” indocumentada había pedido dinero para devolver a Mailén y ella no era indocumentada, ni había pedido nada. Solamente la había cuidado porque tenía hijos y nietos, sabía de los riesgos que corría Mailén, y no quería que le pasara nada malo…

Los padres argentinos de Mailén – nombre de origen mapuche que significa “princesa”- agradecieron infinitamente a la señora peruana Doroty – nombre de origen inglés que significa “regalo de Dios”…

Ojalá podamos apostar como argentinos y latinoamericanos a una sociedad que consolide y multiplique los valores que fluyen de la historia de Mailén y Doroty…

*Legislador FPV Río Negro