Liberación o dependencia

(Enrique Minetti) Cuando después de tantas luchas, sueños y esperanzas, esta contradicción histórica parecía encaminarse a ser superada en función de la aplicación de políticas de matriz nacional, popular y latinoamericanistas, con avances y retrocesos propios de toda construcción de soberanía que llevan adelante las naciones, en aras de lograr su emancipación definitiva, hoy, al cumplirse los 200 años de la Declaración de nuestra Independencia del imperio español “y de toda dominación extranjera”, vuelve a adquirir plena vigencia.

En 1972, la proscripción de Juan Domingo Perón como candidato a Presidente lo llevó a definir quién encabezaría la fórmula presidencial representando al Frente Justicialista de Liberación que encabezaba el peronismo. Eligió a Héctor José Cámpora y Vicente Solano Lima.

“Liberación o Dependencia” fue el lema del lanzamiento de la campaña. El 11 de marzo de 1973 con el triunfo de la fórmula Cámpora- Solano Lima, con 5.908.414 votos dio una nueva esperanza a todos los argentinos. El Peronismo obtuvo -después de casi 20 años de una ignominiosa proscripción aceptada por casi todo el arco político argentino- además, la mayoría absoluta en ambas Cámaras y en casi todos los gobiernos provinciales. Ya en febrero de 1946 Juan D. Perón había acuñado la consigna: “Braden o Perón” que lo llevó a la Presidencia, fijó la identidad del movimiento político más importante y trazó un surco en las relaciones de nuestro país con los Estados Unidos. De alguna manera, fue el embrión de la consigna utilizada en 1973.

Es justo recordar que Héctor Cámpora tuvo que asilarse en la Embajada de México después del genocida golpe de Estado de 1976. Allí fue acogido durante tres años durante los cuales el gobierno de la dictadura de Jorge R. Videla no le permitió salir del país, aún conociendo la gravedad de una enfermedad que lo aquejaba.

El valor, coraje y patriotismo de nuestros padres fundadores, que a pesar de tener el contexto político en contra -todas las revoluciones independistas de América habían sido derrotadas-, decidieron en Tucumán declarar formalmente nuestra independencia dejando de actuar bajo la máscara y protección de Fernando VII; aparece brutalmente mancillado por la desfachatez de las embestidas de este gobierno que pretende retrotraernos a los tiempos en que éramos colonia. Y esto, no es meramente una simple frase.

Esta servil restauración conservadora -donde juega un papel fundamental un partido como el radicalismo que nació para luchar, precisamente, contra los conservadores y hoy corretea el triste y deshonroso papel de furgón de cola de sus patrones- ha invitado, nada más ni nada menos, que al ex Rey Juan Carlos de España a los actos de nuestro Bicentenario, es decir, al representante –monárquico, por añadidura- del imperio del cual nos liberamos aquél 9 de julio, después de 300 años del más cruel de los avasallamientos y del más fenomenal robo y saqueo del oro, la plata y de nuestras riquezas que registre la historia. El mismo gobierno que, a través de su Ministro Prat Gay, que estudió en la Universidad de Pensilvania, de donde parece haber mamado su incondicional amor por su “madre patria”: los EEUU, pidió perdón a los empresarios españoles -algunos de los cuales están presos por ladrones- por habernos atrevido a recuperar para Argentina YPF y Aerolíneas Argentinas, cuando fueron ellos quienes las vaciaron, no invirtieron un centavo y las robaron.

Obviamente esto no es casual. El presidente-empresario no invitará a los ex presidentes argentinos arguyendo que el espacio es chico (nos quiere tomar por idiotas) ni tampoco a los presidentes latinoamericanos. Toda una definición política. Ignora, seguramente, el ingeniero que el Congreso de Tucumán se integró, además de con los diputados de Buenos Aires, Córdoba, Catamarca, San Luis, San Juan, Mendoza, La Rioja, Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, con tres pueblos del Alto Perú: Mizque, Chichas y Charcas. De dónde, al menos el Presidente de Bolivia Evo Morales, no puede dejar de estar invitado. Y que la denominación de Provincias Unidas en Sud América, tuvo como propósito la incorporación de otros pueblos que habían formado parte del Virreinato como los altoperuanos que estaban bajo dominio de las fuerzas españolas; Paraguay que se había declarado autónoma; Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, Misiones y la Banda Oriental (actual Uruguay) que integraban la Liga de los Pueblos Libres liderados por Artigas.

El gobierno de Cambiemos y el radicalismo no participan de la idea fuerza política estratégica de Patria Grande, impulsado por el anterior. Prueba palmaria de ello es que una de los primeros decretazos con los que pretende conducir el país, puenteando al Congreso, fue para producir la disolución del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego, cierre que «no tiene otra intención que la de proscribir un Instituto Revisionista con la visión histórica de los Pensadores Nacionales de la talla de José María Rosa, Jorge Abelardo Ramos, Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, Fermín Chavez, Juan José Hernández Arregui, Jorge Eneas Spilimbergo, Alberto Methol Ferré y Manuel Ugarte en los que se ha inspirado el Dorrego», sostuvo su presidente.

Macri y sus ad láteres quieren vaciar el MERCOSUR, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Organismos que fomentan proyectos de unidad en América Latina, concretando acuerdos energéticos, económicos, políticos, culturales y sociales, que fueran impulsados en pro de la integración regional e internacional, latinoamericana y del Caribe, por presidentes tales como Hugo Chávez (Venezuela), Nestor Kirchner y Cristina Fernández (Argentina), Michelle Bachelet (Chile), Evo Morales (Bolivia), Fidel Castro (Cuba), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Daniel Ortega (Nicaragua), Rafael Correa (Ecuador) y José Mujica (Uruguay).

En su lugar, abominando de la concepción geopolítica de Bolivar y San martín, de unidad americana como único modo de lograr la grandeza de nuestras naciones y la felicidad de sus pueblos, el gobierno neo liberal hace acuerdos de libre comercio con la Unión Europea, ruega que le den un lugarcito en la Alianza para el Pacífico y acepta el Tratado del Trans-Pacífico –TPP– que promueve EE.UU. ¡Qué lejos quedó eL histórico: ¡ALCA, ALCA, AL CARAJO!.

Estos tratados nos integran a las trasnacionales, conspirando de esa manera contra todo intento de establecer una política soberana, sirviendo para favorecerlas, liberando las transacciones comerciales y financieras y brindarles inmensos beneficios para asegurarles mínimos riesgos en la inversión y máximas ganancias para sus casas matrices. Todo a cambio de nada para la Argentina. Mucho para ellos y sus socios criollos. Piénsese solamente en el pusilánime “arreglo” con los fondos buitres: endeudamiento histórico que pagarán nuestros hijos y nietos a cambio de una prometida lluvia de dólares que parece no querer caer por estas pampas.

– “Hay que achicar los costos y el salario es un costo más”, Macri dixit. Cierre de partidas destinadas a investigación y desarrollo, de partidas para las Universidades Nacionales (14 creadas por el anterior gobierno), a bienes de capital que favorezcan a las medianas y pequeñas empresas, a la agricultura familiar, a la industria nacional, cierre del Procrear, de conectar igualdad, de ayuda a los estudiantes y tantísimos recortes más, todos destinados a los sectores más necesitados y las clases medias. Además de los brutales incrementos de los servicios, llegando en algunos casos al 1000%. Lo que se dice conservadores neoliberales de derecha de los buenos.

Esta subordinación antipatriótica a la política de EE.UU. y Europa tendrá como resultado inexorable la destrucción de nuestra capacidad productiva y desarrollo de nuestro país. No tiene otro propósito que favorecer a los grandes centros del poder y, por ende, favorecerse ellos. La consecuencia inevitable -como ya ha empezado a ocurrir- será el incremento de las desigualdades y los consecuentes conflictos, a la vez que el debilitamiento de las instituciones y la entrega lisa y llana de nuestra soberanía. Volverán a saquearnos nuestros bienes y recursos naturales. Volveremos a ser colonia.

En una columna anterior sostuve que la diferencia entre los candidatos Macri y Scioli era librecambio o proteccionismo. Los hechos lo confirmaron. El gobierno de Cambiemos privilegia la alianza con los EE.UU. y la apertura del comercio exterior para llenarnos de productos que se fabrican y producen en Argentina, provocando el cierre de empresas y la debacle de la industria nacional con la consecuente pérdida de puestos de trabajo.

Para este gobierno porteño, centralista y oligárquico, la Independencia es una entelequia y todo festejo será solo mera apariencia porque no gobierna para lograrla y porque va contra la historia. El verdadero festejo se dará solo el día en que la Argentina se encamine, otra vez, hacia su liberación y hacia la construcción de la Patria Grande, libre y soberana que soñaron quienes lucharon por ella.