A 40 años del asesinato de los curas y seminaristas de la congregación de los Palotinos

Con diversas actividades se recordarán n los 40 años de la “Masacre de San Patricio”, como se conoce al asesinato de tres sacerdotes y dos seminaristas el 4 de julio de 1976 en la capital argentina, por un Grupo de Tareas integrado por militares y policias.

Los sacerdotes P. Alfredo Leaden, P. Pedro Dufau y P. Alfredo Kelly; y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti, todos de la Sociedad del Apostolado Católico (palotinos) fueron asesinados durante la dictadura en la Iglesia de San Patricio, en el barrio de Belgrano en Buenos Aires.

“Juntos vivieron y juntos murieron. Hoy son luz y vida” es el lema de las actividades conmemorativas, tomadas de las palabras pronunciadas por el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, en la Misa que presidió el 4 de julio de 2001 en el mismo templo donde fueron asesinados los palotinos.

A cuatro décadas de lo que pasó a la historia como la Masacre de San Patricio, la congregación de los padres palotinos anunció que decidió presentarse como querellante en la causa para saber quiénes fueron los autores y hacer justicia, un viejo deseo de la congregación, que desde hace años vienen recopilando testimonios y documentos para apuntalar la causa de canonización que podría convertir a sus compañeros en las primeras víctimas religiosas de la dictadura en llegar a los altares.

Aunque también ya se inició la causa del obispo de La Rioja, monseñor Enrique Angelelli, asesinado un mes después, y por cuyo hecho la justicia condenó en 2014 al general Luciano Menéndez y al comodoro Luis Estrella.

El anuncio de la decisión de recurrir a la justicia –posibilitada por la reapertura de los juicios por violaciones a los derechos humanos- fue hecho durante una rueda de prensa que dieron el Provincial de Irlanda (donde nació la comunidad), padre Jeremías Murphy; el postulador y el vicepostulador de la causa, padre Juan Velasco y Francisco Chirichella; la coordinadora del archivo María Inés Galmarini de Ferrando; el padre Rodolfo Capalozza, quien se salvó de ser una de las víctimas, ya que por entonces era seminarista y –si bien había ido al cine con los otros dos compañeros seminaristas que serían asesinados- decidió ir a dormir en la casa de su madre. Y Savino, que volvió a revivir aquel día cuando, como cada domingo, llegó a la iglesia para tocar el órgano en la misa de ocho y la encontró cerrada y con los fieles que comenzaban a llegar.

Después de dar unas vueltas en torno al templo, se trepó a una ventana y desde allí alcanzó a ver tirados en un charco de sangre a los sacerdotes Alfredo Leaden, de 57 años; Pedro Duffau, de 65; Alfredo Kelly, de 40, y los seminaristas Salvador Barbeito, de 29 y Emilio Barletti, de 25. Los curas habían sido sorprendidos mientras dormían. Los religiosos fueron atados y brutalmente golpeados. Luego, fusilados por la espalda. Algunos recibieron hasta 60 balazos. Antes de irse, los atacantes escribieron con tiza: “Por los camaradas dinamitados en Seguridad Federal. Venceremos. Viva la Patria”, en alusión al atentado en dependencias de la Policía Federal. Y “Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes y son M.S.T.M. (Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo)”.

Desde entonces, la comunidad palotina inició un tortuoso camino para llegar a la verdad y la justicia –cree que los verdugos fueron un grupo de tareas de la ESMA-, con una causa que fue obstaculizada y hasta sufrió la misteriosa desaparición de una bolsa con los casquetes de las balas. Además, extrañamente, dos personas habrían ido al Vaticano a pedir no ser excomulgadas por el hecho. La próxima apertura de los archivos vaticanos de la época de la dictadura, dispuesta por Francisco, acaso arroje luz.