Sumas y restas. ADN

El año no ha bajado su intensidad política. Una inercia quedó desde el balotaje y el cambio de gobierno nacional, que contagió a todos. Y en Río Negro, a pesar de haber votado hace casi 11 meses, las disputas por el salario, los tironeos por la calidad de la gestión y su transparencia, y los armados y reacomodamientos partidarios no dan tregua.

La consolidación del oficialismo a partir del lanzamiento del partido, aceleró tiempos. Cambiemos forzó una foto para demostrar cohesión y territorialidad, y el Frente para la Victoria sacó a relucir sus fisuras. En ambas fuerzas hay temor de perder dirigentes y militantes a manos de Juntos Somos Río Negro. Así se advirtieron los movimientos de esta semana.

Sergio Wisky y Juan Martín llevaron a la Casa Rosada a los intendentes de Cambiemos. Quedaron afuera los líderes partidarios, fundamentalmente del radicalismo. Esa puja entre UCR y PRO sigue intacta. «Cuando Alberto largue la candidatura, muchos de los que fueron a Buenos Aires pegan el salto», evaluó un dirigente boina blanca.

En efecto, varios jefes comunales aseguran respaldar la presidencia de Mauricio Macri pero reivindican su relación con Alberto Weretilneck. Uno de ellos le había dicho a esta agencia a principios de año que esperaban un pronunciamiento del Superior Tribunal de Justicia en favor de la re-reelección del gobernador.

Pero llamativamente -por lo extemporáneo- la legisladora oficialista Marta Milesi salió a desmentir cualquier acción de Weretilneck para que sea habilitado a competir electoralmente en 2019.

Desde hace un tiempo en los mentideros políticos se especula con esas posibilidades. El gobernador lo desmiente. Y no son pocos quienes creen que no habrá impulso por parte de Weretilneck a una reforma. Pero frente al atronador muestreo de imagen que circula en Buenos Aires y Viedma, será incesante la procesión a Laprida y Belgrano a pedirle al gobernador que cambie su idea.

Por las dudas, el presidente del peronismo no le dio tiempo al gobierno y salió a hostigarlo con denuncias de corrupción y mal funcionamiento de la gestión. Erosionar la figura de Weretilneck es el centro del objetivo. Para ello, Martín Soria cuenta con el legislador Nicolás Rochás que visita las fiscalías y juzgados.

El intendente de Roca demostró voluntad y ambición política para disputar la gobernación, favorecido por el resto de la dirigencia del Frente para la Victoria, anodina y desmovilizada.

Sin embargo, hubo una luz de alerta. Varios legisladores de su bloque salieron a desafiar esa estrategia y pidieron ser una oposición constructiva, sin denuncias grandilocuentes y poniendo al servicio de la provincia (que está en crisis, advierten) sus artes políticas.

La clave fue un comunicado firmado por la mayoría de los integrantes de la bancada del FpV. Antes, Alejandro Marinao y Ariel Rivero habían visitado la oficina del vicegobernador, Pedro Pesatti. Alertado, Soria deslizó que «hay varios compañeros preocupados por un auto y puntos». Y contó que varios de los firmantes fueron «engañados» con el contenido del comunicado y lo llamaron para desvincularse de la «jugada de Marinao».

Pero el presidente del bloque asegura que «los que firmaron lo leyeron y tuvieron la posibilidad de hacer modificaciones». Nadie se quejó. Hay doble discurso. El lunes Soria llega a Viedma y podría haber reuniones para limar asperezas. No son pocos los dirigentes políticos que le piden al jefe del PJ que salga de Roca.

Los tironeos en el peronismo son un clásico. Y quedó afuera de la lista de unidad un grupo de dirigentes que hoy tienen responsabilidades institucionales. Hubo un intento de armado para ayer en Bariloche de una reunión del pichettismo y otros sectores para «condicionar» la conducción de Soria. No prosperó.

Hay un indudable reacomodamiento en el FpV, que parece estar desalineado. A Martín Soria podrían surgirle dos competidores: la senadora Silvina García Larraburu y el diputado nacional Martín Doñate. Aún no es tiempo, repiten.

Mientras tanto, el oficialismo monitorea -y/o fogonea- los movimientos internos de la oposición. Con el tiempo a favor, Weretilneck irá delineando los objetivos del partido y buscará la consolidación del movimiento Juntos. En ese tránsito irá quedando más claro si habrá acciones en búsqueda de una re-re, o se consolidan otros liderazgos para continuar la tarea que, según dijeron en el lanzamiento de Villa Regina, será de largo plazo: «Es un proyecto de 40 o 50 años».

Los gremios jugarán un rol importante. ATE y un sector de la CTA se definió como la central combativa. En crecimiento, el espacio sindical pretende consolidar relaciones con el SITRAJUR, UnTER y los municipales. UPCN reivindica su acercamiento a Weretilneck y justifica su accionar a partir de «los logros para los trabajadores desde el diálogo».

Ayer hubo un primer acercamiento de los gremios que componen la CGT en Río Negro. Rubén Belich, líder de camioneros, hizo la convocatoria y fue categórico: «todos menos López». López es Rubén, el jefe del sindicato de la fruta y legislador de JSRN. La negativa a incluirlo son las denuncias que pesan sobre él, fundamentalmente la de lavado de dinero. López está en franco retroceso político. Jugó a su hermana en la elección para intendente de su pueblo, Fernández Oro, y perdió. Fue a las urnas para validar su conducción en el gremio y terminó en escándalo por denuncias de fraude.

La política también discurre en ámbitos judiciales. No sólo por las denuncias de la oposición a integrantes del gobierno provincial, sino porque se avanzará en el Consejo de la Magistratura en el pedido de juicio político al juez de instrucción penal de Viedma, Fabio Igoldi. Fue promovido por el consejero Adrián Casadei, legislador de JSRN.

Igoldi se convirtió en un juez impredecible para la política, incómodo. Pero tiene al menos 12 sumarios abiertos en Magistratura. Y la pelea que tuvo con la fiscal Soly por la quema del juzgado de Carlos Mussi, fue la gota que rebalsó el vaso. La Cámara lo aportó de esa y otras investigaciones y lo dejó al descubierto en su proceder, al menos eso surge de la denuncia de Casadei.

Quedan en el ámbito del Consejo algunas resoluciones importantes, como el caso del juez (suspendido) Juan Bernardi cuya causa por corrupción de menores fue elevada a juicio oral.

En un año que se suponía «tranquilo» y de neto corte de gestión, pasó de todo. Y no hay indicios que baje la espuma política.

Todos hacen cuentas. Algunos tienen saldo positivo y otros no. Pero aún resta para la carrera final. En el medio está 2017, y todos, pero todos, hacen sumas y restas.