Golpearon y amenazaron a alumno de 10 años en el aula

Un alumno de 10 años fue golpeado por compañeros de la Escuela N° 102 a la que concurre. «Le apretaron los testículos para que silbe», dijo la madre, Angélica (32).

El hecho ocurrió durante el tuno mañana y las autoridades del establecimiento tomaron cartas en el asunto, pero solo les pusieron un llamado de atención en el cuaderno de comunicaciones, publicó Noticias de Oro.

«A mi hijo lo cargaron y lo reprendieron por haber llevado esos pantalones (chupines). A él le gustaba y lo llevó puesto. Lo castigaron varios, eran unos seis que le pegaban, le tiraban de los pelos y le apretaron los testículos. Le decían que silbe mientras se los presionaban. Tiene un hermano de 12 años, a quién le contó a la salida de la escuela. Cuando llegó a casa, volvió a narrar lo que le pasó y no paraba de llorar. Vomitaba y tuvimos que llevarlo a la salita para que lo atiendan. Mirko, asi se llama mi hijo, está muy mal. No quiere ir a orinar porque le duele mucho esa zona. Encima lo amenazaron si hablaba del tema», explicó Angélica muy apenada.

La familia de Mirko es muy humilde. Viven en la zona de Costa Linda, pegada a la barda. Apenas tienen lo justo y necesario, no les sobra nada. Su mamá mantiene a seis hijos y la mayoría no tiene zapatillas. Se levantan a las 7,15 hs de la mañana para caminar unas 25 cuadras y llegar a la escuela a las 08,00. «Yo les di otra educación a mis hijos, les enseñé a no hacer diferencia con el resto, a ser educados. Somos pobres pero muy honrados. No entiendo porque le hicieron esto a Mirko. Una no es de andar haciendo problemas por la vida» dice la madre

Con respecto de los chicos que lo atacaron, la mujer apunta que «fueron unos seis chicos de 5to y 6to grado. Solo los notificaron, pero yo tengo miedo que sigan molestándolo, ya que lo amenazan constantemente si cuenta algo. Me dijeron algunas madres que me acompañan que los compañeros que lo golpearon, siguen como si nada hubiera pasado en la escuela».

Angélica vive en una pequeña casa de la casa 34 en el barrio Costa Linda, un sector con muchas dificultades económicas y en el que habitan unas 200 familias. Lejos está, por su manera de ser, de insistir para que se termine todo este calvario. «No hice la denuncia ni nada, solo quiero seguridad y tranquilidad para mis hijos»