El juego de los que no juegan

(Por Miguel Jorquera) Massa apuesta a una derrota de Scioli para pelear la conducción del PJ. Trató de contener a su tropa, pero se le fue dividiendo. El FIT militó el voto en blanco y Stolbizer mandó guiños hacia el PRO sin pronunciarse abiertamente. Rodríguez Saá dio libertad de acción.

Todos los candidatos presidenciales que quedaron fuera del ballottage prefirieron hacer su propio juego con la mirada puesta en su futuro político más que en el gobierno que surja para los próximos cuatro años, y que hoy diputan los candidatos del Frente para la Victoria, Daniel Scioli, y el de Cambiemos, Mauricio Macri.

Sergio Massa se propuso mantener su tropa unida detrás de los cinco millones de votos que cosechó Unidos para una Nueva Alternativa (UNA) y redactó un pliego de condiciones para imponer sus propuestas a los candidatos que seguían en carrera. Sin embargo, la apuesta a una derrota de Scioli para posicionarse junto a José Manuel de la Sota como alternativas de liderazgo en el PJ terminó por dividir posiciones entre sus dirigentes y votantes. Nicolás del Caño y el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) pretendieron seguir en la pulseada enarbolando el voto en blanco. Recibieron críticas de otros partidos trotskistas que pugnan por ingresar al FIT y de agrupaciones de izquierda que cuestionaron el voto en blanco y se pronunciaron en contra de Macri. Margarita Stolbizer, de Progresistas, dijo que sus votos no son cautivos, pero criticó a Scioli mientras teje acuerdos con el PRO en territorio bonaerense, a pesar de que sus socios del socialismo y Libres del Sur llamaron a votar en blanco. Adolfo Rodríguez Saá, que coqueteó con el macrismo, dio libertad de acción al peronismo puntano luego de que el kirchnerismo retuviera la intendencia de San Luis.

El líder del Frente Renovador logró resistir a la polarización de la primera vuelta pero quedó lejos de su objetivo de ingresar al ballottage contra Scioli. Ya fuera de la disputa presidencial, Massa encontró una salida ante la incómoda posición de dividir su propio electorado ante la disyuntiva de la segunda vuelta. Reunió a su tropa para que no se dispersara y propuso redactar un pliego de condiciones para imponer a los candidatos del ballottage y que presentó públicamente como moneda de cambio para conquistar más de cinco millones de votos que considera propios y atados a sus propuestas.

Pero la estrategia política es mucho más subterránea: Massa apuesta a la derrota de Scioli para erigirse como una nueva alternativa de conducción de un PJ vencido. Una tarea que le encomendó tejer a su principal socio dentro del peronismo: De la Sota. Aunque el cordobés comenzó su trabajo con más dificultades que aciertos. No logró que los votos que cosechó en Córdoba en la interna de UNA (en la que cayó derrotado) se traspasaran a Massa en la elección del 25 de octubre. Tampoco que el PJ provincial se encolumnara detrás de su postura y tuvo que dejar en libertad de acción a los peronistas cordobeses, muchos de los cuales no coinciden en jugar a la derrota del PJ.

Los permanentes guiños de Massa a favor de Macri, a pesar de su aparente “neutralidad”, tampoco ayudaron para alinear a los propios. El jefe de sus equipos técnicos, el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, salió a advertir sobre las consecuencias que acarrearían las propuestas económicas de Macri. En la misma línea se pronunció el diputado y empresario José Ignacio de Mendiguren, respecto de la debacle que se cierne sobre la industria nacional con la propuesta devaluatoria de los economistas macristas. Y Felipe Solá, que se mostró junto a dirigentes sciolistas. En tanto, quienes comparten la apuesta a la derrota del PJ para luego intentar conducirlo, blanquearon su voto a favor de Macri, como expresó públicamente la esposa del gastronómico Luis Barrionuevo, la diputada renovadora Graciela Camaño.

A su manera, el FIT también intentó terciar en el ballottage proclamando el voto en blanco como rechazo a los dos candidatos. Fueron los primeros en anticipar su postura, la misma noche del 25 de octubre, cuando se conoció que habría segunda vuelta. El FIT había conseguido casi 800 mil votos y un diputado nacional. Su ex candidato presidencial Nicolás del Caño llevó hasta la jueza federal con compentencia electoral, María Servini de Cubria, el reclamo para que le cedan espacios de publicidad gratuitos para promover el voto en blanco y que el FIT pueda fiscalizar su cosecha en las urnas del ballottage. “Para que el pueblo trabajador no caiga en esta trampa de estas dos opciones que en un última instancia van en contra de sus intereses, no hay que darle el apoyo político a ninguno de ellos”, sostuvo Del Caño.

El reclamo no prosperó en la Justicia. Otros partidos trotskistas, como el Nuevo Mas, volvieron a reclamarles sin suerte a las fuerzas que integran el FIT (PO, PTS e IS) que abran el frente para hacer un comando de campaña unificado por el voto en blanco. Otras agrupaciones de izquierda como Patria Grande, en cambio, se pronunciaron en contra del voto en blanco y su dirigente Itai Hagman afirmó que para un militante de izquierda no puede “dar lo mismo si la Argentina rechaza el ALCA o pasa a ser la promotora del libre comercio en América latina”, en referencia a la política exterior que propone el macrismo.

Tras la magra cosecha electoral, la ex candidata presidencial de Progresistas, Margarita Stolbizer, dijo que la coalición electoral no se pronunciaría por nadie en el ballottage pero sus socios del Partido Socialista y Libres del Sur salieron rápidamente a pronunciarse a favor del voto en blanco. Stolbizer intentó, con escaso éxito, que su tropa no se dividiera ante las opciones. Unos de sus hombres de confianza dentro de la estructura partidaria del GEN, Gerardo Millman, rápidamente se alineó a favor de Macri. Otros, con cierto anclaje electoral en el interior del territorio bonaerense, rechazaron la idea de acompañar al alcalde porteño y unos pocos se pronunciaron a favor de Scioli.

Stolbizer luego tuvos varios gestos hacia Macri. Dijo públicamente que “no votaría por Scioli” y recibió en su casa de Castelar a su vecina y gobernadora electa, María Eugenia Vidal, para brindarle su apoyo. El PS y LdS, tienen otras motivaciones para expresar su voto en blanco. Los socialista gobiernan Santa Fe junto a al UCR y la CC, que apoyan a Macri, y el PS solo con su lista corta en Santa Fe perdió gran parte de su representación parlamentaria nacional. LdS está duramente enfrentado con el Gobierno nacional del que formó parte y deambuló en una política de alianzas que incluyó su sociedad en disuelto UNEN con Alfonso Prat Gay y Ricardo Gil Lavedra, hoy encolumnados con Macri.

Compromiso Federal de los hermanos Rodríguez Saá quedó casi reducido al territorio de San Luis, donde gobiernan desde el retorno de la democracia. Con muchos menos votos en las alforjas, “El Adolfo” buscó sin suerte un “acuerdo programático” con ambos candidatos. Luego, el senador trató de posicionarse con idas y vueltas. Primero, tras la elección del 25 de octubre, Rodríguez Saá sostuvo que los puntanos votaron “por el cambio”. Dos semanas después, en la elección desdoblada en la ciudad de San Luis, el intendente del FpV consiguio su reelección con casi el 50 por ciento de los votos. Entonces, “el Adolfo” decidió dar “libertad de acción” a sus partidarios invocando el apotegma peronista de “primero la patria, después el movimiento y por último los hombres”.

El resultado del ballottage de hoy marcará si las posturas que adoptaron los líderes y fuerzas que no lograron acceder a la segunda vuelta han sido acertadas o si tendrán que “recalcularla”.