Desarrollo Social

Viedma (Miguel Ciliberto).- Cuando al inicio de una gestión de gobierno se fija mediante la ley de Ministerios una estructura del Poder Ejecutivo, se hace una opción política e ideológica.

En materia de políticas sociales, hemos visto en la provincia de Río Negro al menos tres modelos expresados en estructuras: Ministerio de Bienestar Social, Ministerio de la Familia y Ministerio de Desarrollo Social. Y sí, el nombre define la orientación.

No nos ocuparemos en esta nota de los modelos anteriores por más retrógrado que consideremos a alguno, ya han sido suficientemente criticados. Pero el caso de las menores y sus derechos vulnerados en la ciudad de Viedma y en toda la provincia, pone sobre la mesa el análisis del funcionamiento del gobierno en función de la propuesta de “Desarrollo Social”.

Un primer elemento que debemos señalar se refiere al caso en concreto de los 200 menores en riesgo denunciado en el Alto Valle y del caso que explotó en la Capital provincial.

De tan lamentable, pone en blanco sobre negro el accionar gubernamental: “nosotros hicimos la denuncia” alegan. No alcanza con la denuncia ante la Justicia, esto es llegar tarde. El daño ya fue hecho. En todo caso penalizará a un grupo de responsables que señalará la Justicia, pero las causas, entre otras la droga y los abusos a menores subsistirán envueltos en la pobreza, la falta de oportunidades, la discriminación, las carencias de la educación y un largo etc.

De lo que se trata, lo que falta, es llevar a la práctica lo que enuncia el nombre del Ministerio. Esto es, el Desarrollo Social. Política Pública que no hemos visto expresada por las autoridades provinciales, ni siquiera en una visión reduccionista del problema.

Esto es así y la excusa más frecuente para justificar las falencias en las políticas sociales, se apoya en la falta de recursos, lo que de alguna manera explicaría la no universalidad en la concepción de la política a aplicar, pero no exime, de ninguna manera la focalización en los casos más graves, de concebir y ejecutar políticas con criterios de eficiencia y optimización de los recursos del estado.

Este enfoque que reclamamos de políticas públicas ha implicado que la principal meta de los programas sociales en el mundo sea la reducción de la pobreza, particularmente de la pobreza extrema. El mecanismo para lograr este objetivo ha sido el impulso del desarrollo humano a través de la ampliación de las capacidades y de las oportunidades de los individuos.

Estos últimos dos conceptos, que son el referente mundial en las políticas sociales, son una contribución de Amartya Sen. “El desarrollo social es un proceso de promoción del bienestar de las personas en conjunción con un proceso dinámico de desarrollo económico”. El desarrollo social entonces es un proceso que, en el transcurso del tiempo, conduce al mejoramiento de las condiciones de vida de toda la población en diferentes ámbitos: principalmente en salud, educación, nutrición, vivienda, vulnerabilidad, seguridad social, empleo, salarios. En este proceso, es decisivo el papel del Estado como promotor y coordinador del mismo, con la activa participación de actores sociales, públicos y privados.

Básicamente, el Desarrollo Social deberá ser entendido como un proceso proactivo de mejoramiento de la calidad de vida de una sociedad. A ello contribuye necesariamente un marco de paz, libertad, justicia, democracia, tolerancia, equidad, igualdad y solidaridad. Valores todos que debemos rescatar para nuestra sociedad y sobre lo que no se ve el mínimo esfuerzo.

Una Política Pública de Desarrollo Social necesita de una articulación estratégica entre los sectores de gobierno que concurran desde la educación, la generación de empleo, la salud, el deporte, etc.

Esto se llama Planificar la Acción de Gobierno.

Al respecto, un párrafo aparte se merece la lucha contra el narcotráfico. El consumo de droga lleva Ignorar o hacer como que se ignora, la omnipresencia del narcotraficante en las ciudades y pueblos de la provincia. Este flagelo lastima principalmente a los jóvenes sin familia o con familias disfuncionales, carentes de todo aliciente y contención social. Los expone a las peores lacras de la sociedad de consumo, los sume en la desesperación y los hace presa fácil de la maquinaria corrupta del abuso y la prostitución.

Una política de desarrollo social que les dé un lugar en la sociedad, acompañada de la lucha contra los traficantes mediante cuerpos especialmente entrenados y dotados técnicamente, constituyen el primer paso hacia la solución de los desgraciados casos que hoy nos agobian.

Siempre la excusa es la cantidad de recursos financieros disponible para estas políticas, pero, es acaso más eficiente recorrer la provincia cual Papá Noel distribuyendo subsidios, dádivas o promesas, que planificar, coordinar esfuerzos, modernizar estructuras, revisar conceptos perimidos, ordenar el Estado y convocar a la organizaciones del pueblo a dar la batalla por el bienestar de nuestros niños y jóvenes?. Dicho de otro modo: ingeniería de soluciones o bomberos apagando los fuegos una vez declarados.

Todos sabemos la respuesta, pensemos nuestro futuro también a la luz de estos temas.

Miguel Ciliberto
Ing. Agr. y Lic. en Ciencias Políticas.