Confundir Política con gestión

“A un paso de la presidencia, y ni un solo voto emitido en mi nombre, la democracia está sobrevalorada”
Francis Underwood. House of Cards, Netflix

La política es la conducción de los asuntos públicos para el provecho de los particulares.
Ambrose Bierce.

El término política que proviene del latín, politicus, y éste a su vez del griego politiká, es una derivación de polis (ciudad) que designa aquello que es público, o politikós, que significa «civil, relativo al ordenamiento de la ciudad o los asuntos del ciudadano». La significación del vocablo ha ido transformándose a lo largo de la historia y a medida que se fueron constituyendo diversos sistemas políticos como formas de gobierno, con sus respectivos ciclos.

Hoy se estudia como carrera científica y los cientistas politólogos están habilitados para realizar análisis, investigación, diseño y gestión en las esferas pública y privada.
Otra acepción de la Política, degradada del terreno de las ciencias sociales, es la política utilizada como medio para obtener el fin último, y único, el ejercicio de poder para la obtención de más poder y permanencia en un Estado desde y mediante el cual, participar del mundo de los negocios.

De esto habló en su brillante exposición Iñigo Errejón, politólogo español, director de campaña del partido político Podemos, en el “Foro Internacional América Latina y Europa en espejo” realizado en Buenos Aires, en el mes de febrero. En su ponencia sobre la actual Crisis Orgánica del régimen político que atraviesa España, enumeró siete elementos de la crisis y del agotamiento de los consensos en la península Ibérica, uno de ellos es la falta de cohesión de las élites tradicionales y de sus partidos políticos, el desprestigio que los actores políticos vienen acarreando. Aún en las contiendas electorales estos actores consiguen cantidad de votos, ganan elecciones, pero son votos sin identificación ideológica, el “voto cínico”, le llamó Errejón. Los que mandan, todavía mandan, pero no son capaces de representar las esperanzas de la población, porque han sido mucho menos capaces a la hora de hacer girar las instituciones y ponerlas al servicio de sus necesidades. Esta característica de época es con la que asociamos el término política, participar de la pugna por acceder al Poder con el fin de valerse del uso patrimonial de las instituciones, el tiempo que dure. Puesto como se habla en la calle, robar lo más que se pueda mientras dure el cargo.
Esta idea de “la política” se asocia con la idea de otro término ya instalado, la idea de la Rosca, la rosca es la versión criolla del concepto de Poder de Bordieu, de cómo atravesar todos los campos social, simbólico, cultural y económico, para obtener Poder. Un poder que transita por el plano informal de la política, que se traduce en prácticas intimidantes, pero que se vale de recursos institucionales.

La rosca se convierte en el plano más visceral del ejercicio político, se hace rosca en la calle, en la campaña, en el barrio, entre el punterismo, en las Asambleas legislativas, en los pasillos, en las Agrupaciones, en el armado de listas, en los sindicatos, para, por, y desde el periodismo, la rosca viene a llenarlo todo, si lo importante es competir para el deporte, para esta política desapasionada de ideas, degradada de la ciencia, vacía de propuestas, la rosca es la maratón que se debe correr para llegar, robar, y salvarse antes de que se hunda el barco, un barco que no le importa a nadie.

Por otro lado, existe la praxis política que ha ganado conocimiento a partir de la última década, y es la política hecha gestión. Fue, y es a través de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, y sus innumerables aportes concretos en materia de Políticas Públicas, así como la concepción del rol del Estado del Frente para la Victoria, que se puso en juego la valoración de la política como el modo de gestionar lo público a partir de un sustento ideológico. Un estadista es aquél que toma decisiones en busca de un cambio o transformación dentro de lo que comúnmente se denomina agenda política. De este modo, las Políticas públicas, suponen un proceso dinámico, complejo, que se plantea objetivos, requiere instrumentos, actores y recursos, en el que las Instituciones velan por los ciudadanos.
La distinción entre política, entendida fundamentalmente como la lucha por el poder, y políticas o intervención gubernamental en ámbitos concretos de la sociedad, es necesaria, sobre todo cuando se trata del diseño, negociación, aprobación, ejecución, seguimiento de las políticas públicas y oferta de Plataforma electoral.

Por eso ¿de qué hablamos cuando hablamos de política y de qué hablamos cuando hablamos de gestión? Si bien es inadecuado separar política de gestión, rosca de aspiración al poder y gestión de construcción de poder, en la provincia de Río Negro es posible advertir de cuánto hay mucho, de cuánto muy poco, cuánto hay de muy malo, y cuánto de nada.

Alicia Miller en su columna del domingo 5/04/14 titulada “Desamparo” expresa que “no se trata de dinero. Se trata de gestión. De conocimiento, planificación, organización y control de calidad” exactamente lo que nunca logró articular el gobierno rionegrino desde sus inicios, en Diciembre del 2011.
Finalizado el primer trimestre de este 2015, año electoral, si alguna de las ideas y de la praxis de la política se pone en juego, no es ni la Política como ciencia y práctica para el bienestar de la población, ni las Propuestas de Políticas públicas diseñadas por especialistas que devuelvan a la ciudadanía participación, contención y garantías en la protección de sus derechos. Como votantes, debemos conocer el Plan que tienen nuestros actores políticos para tratar temas como, los menores institucionalizados, las mujeres y la violencia contra ellas, afuera y adentro de sus casas, el acceso a la justicia, a la salud y a la educación en buenas condiciones.

Las niñas abusadas en el caso que conmueve a la ciudad de Viedma están siendo nuevamente usadas en beneficio de un juego perverso, si ayer, hombres poderosos, algunos encargados de cuidarlas, se apropiaron de sus cuerpos, mancillaron su honor, dejaron una huella imborrable en su memoria y una herida gigante que las acompañará el resto de sus vidas; en la actualidad, otros hombres, otros actores poderosos, siguen valiéndose de estos cuerpos para dar batalla en otro terreno, ya no en una chacra, sino en una contienda electoral.

Esta es una de las formas más nefastas de la Política entendida como rosca en el acceso al Poder por el poder mismo, Poder para poder seguir abusando de niñas, de mujeres golpeadas, Poder para tapar muertes inocentes, Poder para hacer del mundo un lugar horrible.

(Por Valeria Berman, periodista)