¿Argentina puede ser compatible con la Alianza del Pacífico?

Centro de Estudios Nacionales (Por Rodrigo García).- La Alianza del Pacífico nace el 28 de abril de 2011 como una iniciativa de integración regional formada por Chile, Colombia, México y Perú, en el marco del Foro del Arco Pacífico.

El objetivo de la Alianza fue conformar un área de integración mediante la búsqueda progresiva de la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas; así como convertirse en una plataforma de integración económica y comercial con una proyección hacia la región Asia-Pacífico. Estos países actualmente cuentan con el 36% del PBI latinoamericano y mediante este acuerdo en corto tiempo lograron eliminar en un 92% los aranceles de los productos comercializados entre sí.

No se piensa adentrar en los marcos normativos e institucionales de dicha alianza o su comercio intrabloque, lo que interesa en esta nota es ver los beneficios que supondría para nuestro país una integración progresiva con dichas economías con el fin de ingresar al área del Asia- Pacífico. Identificar cómo la entrada a un mercado con alto potencial para nuestro país no solo en lo económico, sino que en su estructura productiva, puede llegar a beneficiar nuestro desarrollo e integración al mundo. La región del Asia-Pacífico es la más importante del mundo ya que agrupa el mayor volumen del comercio mundial (más del 65%), y es una destacada fuente de servicios, tecnología e inversión.

Según un estudio de la CEPAL las relaciones comerciales entre la Alianza y el Asia-Pacífico han estado marcadas principalmente por la asimetría, en la forma del intercambio de recursos naturales y alimentos desde los países latinoamericanos por bienes manufacturados e intensivos en capital desde Asia. Sin embargo, en los últimos años, se logró un equilibrio en las relaciones económicas y políticas entre estas dos regiones, a través de diversos acuerdos bilaterales de comercio y acercamientos políticos.

Esto comenzó a ser posible mediante procesos de encadenamiento productivo, llegando a una cooperación en innovación y desarrollo de mayor valor agregado en el intercambio comercial entre ambas regiones. En otras palabras, fortaleciendo las estructuras productivas de una manera colaborativa. Este hecho puede lograr un cambio significativo en la modernización de las empresas en nuestro país ya que en una economía colaborativa se podrían lograr mejoras en los procesos dentro de una dinámica de innovación entre filiales de las diferentes regiones. En este caso, los acuerdos político-institucionales para favorecer la integración jugarían un rol determinante y la actualización en cuanto a factores tecnológicos y de capital humano serían beneficiosos para la economía en su conjunto.

Nuestro país cuenta con un nicho que está frenado todavía en las penumbras por un gobierno que no supo aprovechar el potencial de una nación con fuertes ventajas comparativas en el sector agroindustrial y de servicios de alta valor agregado que pueden ser traccionados por la era del conocimiento. Debido a deficientes políticas fiscales, macroeconómicas y de integración el despegue está latente y a la espera que se liberen las fuerzas productivas de las diferentes regiones del país.

En este sentido, el informe de la CEPAL demuestra que el comercio del sector agroindustrial entre la Alianza del Pacífico y Asia presenta relaciones de tipo interindustrial: “Las exportaciones de alimentos de Asia y el Pacífico hacia la Alianza del Pacífico alcanzaron en promedio entre 2007 y 2011, $1.224 millones de dólares, mientras que las importaciones de alimentos de Asia y el Pacífico desde la Alianza del Pacífico ascendieron a $4.962 esto demuestra el gran déficit que tienen las economías asiáticas con las de América Latina. Aunque no existe un comercio sólido de doble vía, se puede evidenciar la importancia del mercado de alimentos de la Alianza del Pacífico para Asia y el Pacífico. Sin embargo, es importante destacar que el déficit que tiene Asia en este sector se constituye en un gran potencial de comercio para las economías latinoamericanas en el futuro”.

Otro de los sectores de gran potencial de comercio es el de los servicios. Cabe destacar que nuestro país posee ingenieros y expertos en informática con gran prestigio a nivel regional, que perfectamente podrían ser competitivos dentro de un acuerdo a nivel intraindustrial con las naciones firmantes. Nuestro país podría además terminar de explotar áreas como la biotecnología, la industria audiovisual y cooperar en el área tecnológico- educativa con naciones con alto grado de especialización.

Un acuerdo marco como nación observadora de la Alianza podría llegar a ser una primera aproximación para participar y aprovechar el conocimiento con el que cuentan los países miembros en cuanto a negociación y apertura a los mercados de Asia-Pacífico. Esto funcionaría como suplemento a nuestra dependencia momentánea con mercados tradicionales como el brasileño que en ciertas épocas nos castiga por sus desfasajes en política monetaria, fiscal y de crisis política interna.

La idea no será desviarse de una relación que nos beneficia en ciertas áreas como el intercambio automotriz o con nuestra interdependencia en otros sectores estratégicos, pero una política inteligente que proteja y fomente los intereses productivos privilegiando las mejoras en las estructuras productivas y los volúmenes de comercio, puede llegar a ser un interesante desafío para lograr el bienestar general de la población.

Primeramente, a cualquier paso a tomar será imperativo que las políticas públicas del gobierno entrante favorezcan la inversión en capital humano e infraestructura moderna, sin educación de calidad e inversión en mejorar las estructuras productivas no tendremos un país competitivo e integrado al mundo.

© Centro de Estudios Nacionales-Rodrigo García
Licenciado en Estudios Internacionales-Coordinador del Equipo de trabajo en Educación