Dime cómo nombras a tus cosas y te diré quien eres (III) • Enrique Minetti

José Alfredo Martinez de Hoz concibió el derrocamiento del gobierno democrático integrando el conjunto de ideólogos del plan genocida considerado necesario para la instrumentación de las políticas de entrega a llevar adelante y que ejecutaran los militares, policías y penitenciarios con la colaboración de la jerarquía de la Iglesia católica,

las universidades, las sociedades rurales, sectores políticos, de las fuerzas vivas, los representantes del negocio informativo y periodístico (también llamados medios de comunicación), las empresas, etc., quienes en muchos casos confeccionaron las listas. Todo con la complacencia del Poder Judicial.

Luego de la ilícita e ilegítima toma del poder por parte de la Junta Militar el 24 de marzo de 1976 -en cuyos preparativos y reuniones participó activamente-, Martínez de Hoz se convirtió en el ministro de Economía y en el cerebro detrás del plan económico de la dictadura. Amparado por los secuestros, asesinatos y desapariciones, impulsó políticas de liberalización y desregulación de los mercados que cuadruplicaron la deuda externa y perjudicaron notablemente a la industria nacional. Además, mediante la llamada «tablita» generó un sistema de devaluaciones sistemáticas del peso que dio lugar a grandes fortunas basadas en maniobras financieras especulativas. Ocupó el cargo hasta marzo de 1981.

Tras la gravosa recuperación de la democracia en 1983, Martínez de Hoz fue encarcelado por su complicidad con la represión pero Menem -el bárbaro verdugo de los ferrocarriles construidos con el sacrificio de dos generaciones, condenando a la miseria y extinción a miles de pueblos nacidos a la vera del riel- lo benefició con un indulto en 1990. El juez federal Norberto Oyarbide declaró en 2006 la nulidad del indulto y reabrió la causa por el secuestro de los Gutheim. En 2010, la Corte Suprema ratificó la anulación de la medida que le garantizó impunidad durante 16 años a quien encarnó la cara civil del golpe militar.
Además de esa causa, estaba involucrado en el proceso llevado adelante por el juez Ariel Lijo, en el que se lo acusa como jefe civil del golpe de 1976. También en otra causa, instruida por Oyarbide, se lo vincula con el asesinato de Juan Carlos Casariego de Bel, director del Registro de Investigaciones durante su gestión en Economía. Casariego fue secuestrado tras negarse a firmar un dictamen para la nacionalización de la Compañía Italo Argentina de Electricidad.

Martínez de Hoz también fue alcanzado por la denuncia del empresario Eduardo Saleigh por la liquidación del Banco Latinoamericano. Saleigh fue secuestrado el 31 de octubre de 1981 y durante la semana que duró su cautiverio fue obligado a liquidar su banco en una maniobra para que el Estado se hiciera cargo de la empresa Austral, cuyo principal acreedor era el Banco Latinoamericano.

Ésta es la familia a la que la Sociedad Rural rinde homenaje bautizando a uno de sus pabellones con su apellido.
La SRA que recibió con honores en un carruaje alegórico descubierto tirado por cuatro caballos -utilizado en 1910 para pasear a la Infanta Isabel- y que ovacionó como a un emperador en 1966 al dictador Juan Carlos Onganía que venía de derrocar al honestísimo Presidente democrático Humberto Illia. La misma que aplaudió y recibió con honores, escoltado por el glorioso Batallón de Granaderos creado por el Gral. Don José de San Martín y la fanfarria Alto Perú, al dictador genocida Jorge Rafael Videla en 1976.

En ese mismo escenario se tuvo la insolencia y desfachatez de silbar a otro dignísimo presidente democrático, el Dr. Raúl Alfonsín en 1988, cuando la endeble democracia recuperada era recién un sueño que daba los primeros pasos, alcanzado después de muchos años con enorme dolor, no estando aún consolidada y se corría el riesgo de que fuera nuevamente destituida. Como efectivamente sucedió con el golpe mediático y económico que fuera asestado contra el Presidente elegido democráticamente por una inmensa cantidad de argentinos, forzando su renuncia. El Dr. Terragno relata que en aquélla ocasión fue enviado por el Dr. Alfonsín a entrevistarse con el privatizador riojano para arreglar los pormenores de la entrega del poder y se lo encontró dialogando con Héctor Magnetto (¡?). El dueño de casa era Guillermo Alchourrón (luego diputado cavallista y presidente de la AFJP Orígenes). Allí también se ovacionó al sátapra riojano que cumplió a rajatabla con el libreto redactado por los ruralistas y por el CEO del grupo Clarín.

Es dable destacar que estas actitudes, tan antidemocráticas como antipatrióticas, no pueden achacarse ni meterse en la misma bolsa, a los millares de chacareros y de pequeños y medianos productores -propietarios o no-. muchos de ellos descendientes de gringos, que pueblan el campo argentino, labrando la tierra con esfuerzo y dedicación, asentados en todo el país pero principalmente en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, La Pampa, Córdoba y Entre Ríos. Si bien sus orígenes, pertenencia e intereses no son los mismos que los de los terratenientes de la SRA siendo incluso, a veces antagónicos, en muchos casos han sido cooptados por los retoños de los Martinez de Hoz.

Un claro ejemplo de ello es la Federación Agraria Argentina, nacida tras la rebelión agraria conocida como el Grito de Alcorta. La estructura social del campo en el momento en que se desata la rebelión estaba integrada por terratenientes, arrendatarios y subarrendatarios. Estos últimos se encontraban sometidos a los terratenientes a través de contratos que establecían, entre otras cosas, rentas impagables y la obligación de comprar herramientas e insumos a quien el terrateniente mandare, e imponían al colono las responsabilidades de una mala cosecha. Se llegó a un punto en que, por más que el colono trabajara de sol a sol y por buena que fuera la cosecha, al final de ésta no le quedaba ni lo más elemental para subsistir. El estudio de Juan Bialet Massé sobre La condición de las clases trabajadoras (de 1901), es una radiografía clara del tratamiento infrahumano que recibían los colonos. El 25 de junio de 1912 se realizó una asamblea que declaró la huelga por tiempo indeterminado. A medida que se avanzó en la huelga, se fue avanzando también en su organización, y tomó fuerza la idea de constituir una organización central de chacareros. Fue así como el 15 de agosto de 1912, en la Sociedad Italiana de Rosario, se fundó la Federación Agraria Argentina. La respuesta de los terratenientes no se hizo esperar: en un acto realizado en la localidad de Firmat fueron asesinados los dirigentes agrarios Francisco Mena y Eduardo Barros, mientras en la ciudad de Rosario fue asesinado a tiros el abogado Francisco Netri.

Hoy, la Federación Agraria Argentina, olvidando y traicionando a sus mártires como así también a su heroico origen, coquetea con los terratenientes de la SRA, sus antiguos explotadores.
Con los antecedentes descriptos es, al menos, obsceno que semejante apellido continúe presidiendo un pabellón de la Sociedad Rural como de cualquier otra cosa en la Argentina.
Piénsese que Holanda, una Monarquía constitucional, le negó la posibilidad de asistir a la boda de su hija como así también la entrada a los Países Bajos a Jorge Horacio Zorreguieta, padre de Máxima, nada menos que la reina de ese país, por el hecho de haberse desempeñado como Secretario de Agricultura y Ganadería de Martinez de Hoz durante la dictadura del genocida Videla.
Sería una -tan justa como utópica reivindicación histórica- que el pabellón «Martínez de Hoz» sea rebautizado, como ya fuera propuesto, “Gallego Soto y Facón Grande», en homenaje a los líderes de las huelgas de la Patagonia en 1921 y a Don Osvaldo Bayer.

Tal vez, para que comience otra historia. Sería también, a su manera, un nuevo Espacio para la Memoria.
Es ilusorio conjeturar que la vergüenza y la dignidad operen el prodigio.

ENRIQUE MINETTI