Entrevista a Abel Basti, autor del libro “Tras los pasos de Hitler”

Bariloche.- Hitler no habría muerto en el búnker de Berlín el 30 de abril de 1945 como lo señala la historia oficial, sino que habría escapado a la Patagonia Argentina en un submarino. El principal investigador de la teoría, Abel Basti, le concedió una entrevista exclusiva a Idealpolitik.

La única verdad es la realidad. Ahora bien, ¿cuál es la realidad? Vayamos a los hechos. El 30 de abril de 1945 cae Berlín en manos de los soviéticos, terminando de hecho con la Segunda Guerra Mundial. La última defensa alemana, compuesta mayormente por ancianos y niños, se rinde ante los soldados aliados. El führerbunker, donde Hitler pasó los últimos tres meses, también se rinde ante lo inevitable. Todo es caos. Las calles son intransitables, los escombros lo invaden todo, hay cadáveres por doquier y los alemanes continúan suicidándose aquí y allá.
Los soldados soviéticos encuentran un cuerpo con un disparo en la frente. Es un hombre delgado y con el característico bigote del dictador alemán. Gritan de alegría, se fotografían junto a él y lo comunican a los periódicos y a las emisoras de radio, que a su vez lo trasladan al resto del mundo. Algunas horas después, deben admitir el error. Es un doble, no es Adolf Hitler. También comunican que el mismo, al momento de morir, estaba fuertemente drogado.
La búsqueda del cuerpo adquiere intensidad. Pasan los días, la investigación se acelera pero no arroja ningún resultado. ¿Dónde está el cadáver de Hitler? Se encuentran dos cadáveres calcinados en la entrada del búnker, lo que coincidía con lo que un testigo afirmaba que había ocurrido con el cuerpo del dictador. Los cuerpos son trasladados hasta un neuropsiquiátrico de la zona para realizarles una autopsia. La misma es llevada delante de manera descuidada y no arroja resultados convincentes. Un mes después, los soviéticos se pronuncian oficialmente: el comandante Zhúkor confirma que sus hombres no han encontrado el cadáver, y que Hitler se habría casado a último momento. El mundo se entera de la existencia de Eva Braun. El general Eisenhower se entrevista con Zhúkor y luego le comenta a un reportero que Hitler podía haber escapado. Durante la conferencia de Postdam, Stalin le comenta al secretario de Estado de Truman, James Byrnes, que Hitler continúa prófugo, “probablemente en España o Argentina”.
A los pocos días, varios U-BOOT (submarinos nazis que, a esa altura, se creía que se habían rendido todos), aparecen en la Argentina. Muchos de ellos durante la noche, en las desoladas playas de la Patagonia. Allí descargan, según testigos, personas y objetos. Pobladores de la zona confirman que Adolf Hitler se alojó en Bariloche, en la estancia Inalco, durante dos o tres años. Nadie les cree, y la historia poco a poco se esfuma.
Varias décadas después, el FBI desclasifica documentos relacionados con la suerte de Hitler. Uno de ellos, el N°6553615 trata durante 61 carillas los pormenores de la vida del fugitivo en la Argentina. La polémica vuelve a desatarse.
Hace apenas unos meses, Abel Basti, periodista argentino de extensa trayectoria radicado en Bariloche, vuelve a unir las piezas en su libro “Tras los pasos de Hitler”. Allí ordena metódicamente las pruebas acumuladas en los ficheros de las centrales de inteligencia argentinas, norteamericanas, francesas y alemanas durante décadas, le suma su propia y exhaustiva investigación, y ya no deja lugar a dudas: Hitler se escapó, y vivió en la Argentina.
A continuación, la exclusiva entrevista que Abel Basti concedió a Idealpolitik:

¿Qué te llevó a interesarte por la muerte de Hitler?
Fue casi inevitable para mí. En 1994, trabajando para Agencia Dyn, me tocó cubrir el caso Priebke (Erich Priebke, teniente nazi responsable de la Masacre de las Fosas Ardeatinas, que escapó de Alemania para ser ubicado cincuenta años después en Bariloche, en medio de un proceso que conmocionó a la sociedad local y al mundo entero). Los ojos del mundo se habían posado en él, que era en ese entonces el titular de la Asociación Alemana en Bariloche. Desde Italia se pidió su excarcelación y un nutrido grupo de periodistas nos agolpamos frente a su casa. Llegada la noche, ya todos habían abandonado la guardia menos yo que, gracias a la gestión del cónsul italiano en Bariloche, había logrado entrar a su casa y entrevistarlo.
Fue increíble lo que te pasó ahí…
Realmente sí. Mientras lo estaba entrevistando entró la Policía Federal y le dijo a la mujer: “Vamos a detener al señor Priebke. Venimos a esta hora porque no hay periodistas.” El mismo policía me miró y me dijo “¿Quién es usted?” y yo, conteniendo la risa, le dije “un periodista”, mientras el jefe policial me miraba atónito. Pretendió que me quede como testigo, pero tenía una primicia. “La” primicia, y no me iba a quedar ahí.
A partir de entonces, todo el mundo me empezó a preguntar por temas relacionados con el nazismo. Eso me llevó a estudiarlo cada vez con mayor profundidad, hasta llegar a este tema que me resultó tan intrigante.
Hace unos años se determinó científicamente que el pedazo de cráneo que habían guardado los soviéticos como única prueba de la muerte de Hitler, pertenecía a una mujer de 30 a 40 años. Entonces, ¿sobre qué pruebas está basada la historia oficial?
Sobre ninguna. Solamente se tiene en cuenta el relato de un alemán, jefe de choferes, que les contó a los aliados que Hitler se había suicidado.
Pero eso no lo creyó ni Stalin.
Stalin estaba convencido que se les había escapado. Él mismo, durante la Conferencia de Postdam, en agosto de 1945, le comentó al secretario de Estado norteamericano que Hitler se había escapado y que estaba en España o en Argentina.
Otro elemento sobre el que parecieran basarse es un conjunto de fotos en la que se ve a Hitler, horas antes de la avanzada soviética, recorriendo las inmediaciones del búnker. Pero sus detractores dicen que era un doble. ¿Los nazis utilizaban dobles?
Sí, especialmente durante los últimos días. Está comprobado que Hitler tenía, al menos, seis dobles que ocupaban su lugar de a ratos. Cuando los soviéticos llegan al búnker encontraron un cadáver que creyeron era el de Hitler. Luego tuvieron que desdecirse en los periódicos, indicando que era un doble y que el cuerpo de Hitler no estaba. Finalmente tomaron un cuerpo calcinado como el del Führer, pero resulta que años después nos enteramos que ése tampoco era. ¿Entonces, se esfumó?
¿Cuál fue la posición oficial de los aliados con respecto a la muerte de Hitler?
Ahí hay algo interesante. No hay cuerpo, no hay pruebas, por lo tanto no hay certificado de defunción. De hecho, Alemania recién lo declara muerto diez años después, e incluso entonces lo hizo bajo la figura de “presunción de fallecimiento”. Es decir, durante los diez años siguientes al final de la guerra, Hitler estuvo oficialmente vivo para los alemanes.
¿Qué fue lo que llevó a los nazis en general y a Hitler en particular a elegir a la Patagonia como destino?
Los nazis comenzaron a pensar en la teoría del escape en 1943, luego de Stalingrado, cuando comprendieron que existía una posibilidad cierta de perder la guerra. A partir de entonces comenzaron a preparar su estructura en algún lugar del mundo, y la Patagonia era ideal. El aislamiento, el hecho de que llegaban muy pocos periódicos, la escasísima población era trabajadora, no reconocía con facilidad los nombres y los rostros de los militares que participaron en la guerra, y los miles de kilómetros de costa inexplorada, hacían a esa región el escondite perfecto.
El Centro Simón Wiesenthal pidió, en la década del noventa, la investigación de transferencias efectuadas por más de trescientos jerarcas nazis desde Alemania a la Argentina. ¿Para qué fue utilizado ese dinero?
El dinero tuvo muchos fines. No hay un único destino. Por un lado, hay que recordar que estos hombres tenía una seria sospecha de que la guerra podía acabar con resultados adversos para ellos, lo cual implicaría, como mínimo, la cárcel. Esto hizo que comiencen a trasladar la mayor cantidad de dinero posible al exterior, preferentemente al sitio donde pensaban esconderse luego. En este sentido, el dinero se utiliza para rearmar todo, desde cosas pequeñas como una casa a más grandes como la estructura política. También se sabe que enormes cantidades fueron a “pagar el silencio” de los políticos argentinos de turno.
En 1998 el FBI desclasificó el archivo N°6553615 referido a Hitler. De sus 745 hojas, 61 hablan de su vida en la Argentina. ¿Por qué no lo atraparon?
Hay que entender que, apenas terminó la Segunda Guerra Mundial, comenzó la Guerra Fría. En este contexto, los Estados Unidos recibieron unos 300 mil nazis, que significaron un gran aporte en materia de desarrollo tecnológico. A la Argentina llegaron entre 20 mil y 30 mil, entre los que se encontraba Hitler. Siendo él uno de los últimos baluartes de la lucha anti comunismo en el mundo, no era rentable para ellos atraparlo, lo cual implicaría tener que enjuiciarlo y, muy probablemente, declararle la pena capital. Era preferible mantenerlo escondido, alejado, alimentando el mito, para ser utilizado en caso de ser necesario.
¿Por no escapó también Goebbels?
El de Goebbels es un caso aparte. El mismo había afirmado que si los soviéticos tomaban Berlín él se suicidaría. También es importante entender lo necesario que resultaba para el escape de Hitler que los aliados puedan encontrar el cuerpo de un jerarca nazi en el búnker. El de su esposa Magda, sin embargo, es un caso distinto. No hay certezas acerca de su muerte. Siendo amante de Hitler, como lo fue incluso con la aprobación de su esposo, es muy probable que haya escapado también.
¿Qué vinculaciones tuvo Hitler con los dirigentes políticos de la región?
Muy buenas. Hay que tener en cuenta que el General Perón era abiertamente admirador del régimen de Mussolini y que había expresado en numerosas ocasiones la importancia de traer “a los muchachos alemanes” a trabajar al país. Es virtualmente imposible que Hitler haya permanecido en Argentina sin el visto bueno del poder político de turno. Y no hablo sólo de Argentina, también de Paraguay y los Estados Unidos. No solamente Hitler tenía buenas vinculaciones. Hay un pasaje del libro Las vidas del General de Tomás Eloy Martínez, en donde Perón comenta que un tal doctor Gregor vino a visitarlo, y comenta que era un médico alemán que trabajaba en genética. Claro que no reveló en el reportaje algo que, por aquel entonces era desconocido para muchos, aunque no para él: Helmut Gregor era el nombre falso con el que ingresó a la Argentina el criminal nazi Joseph Mengele…
Ese dato es escalofriante, une a Perón con Menguele en una misma habitación
La lista negra es interminable. Al país entró Adolf Eichmann, Klaus Barbie, Erich Priebke, Gustav Wagner, Franz Stangl y una cantidad muy grande de fugitivos nazis. Entre ellos, Ante Pavelic, el presidente de la Croacia Nazi, un tipo muy pesado y uno de los más duros jerarcas nazis. Él fue consejero de seguridad de Juan Domingo Perón, por lo que podemos suponer que las relaciones entre ambos estaban muy aceitadas.
Una vez llegado a la Argentina, ¿Dónde vivió Hitler?
Tuvo varias residencias. No se quedó en un solo lugar. De ellas, las más espectaculares fueron la Estancia San Ramón y, sin lugar a dudas, Inalco. Ésta última se encuentra aún hoy a orillas del lago Nahuel Huapi, era inaccesible por tierra y se enclavaba en una propiedad de 474 hectáreas. La casa costó unos cuatro millones de dólares en 1943, y se la encargaron al arquitecto Bustillo. Actualmente está en venta en unos veintiún millones de euros. Tenía una torre de vigilancia de piedra llamada Torre Sarracena y varias casetas para guardias. ¿Quién necesitaba tanta seguridad en un lugar casi aislado de todo en 1943? Existieron, además, numerosas coincidencias con respecto a esta casa. Se importaron ejemplares de vacas lecheras desde los Alpes Suizos, que era una excentricidad de Hitler, que exigía que sus quesos, su crema y su manteca sean de esos animales. Los planos para la construcción fueron escritos en alemán, idioma que Bustillo no manejaba. La casa fue construida mirando hacia el sur, a contramano con casi todas las casas de la Patagonia, lo que la transformaba en una casona particularmente fría. Todas las residencias de Hitler se destacaban por el frío, probablemente por cuestiones relacionadas con su salud. Lo mismo ocurre con la disposición de los dormitorios principales. Al igual que en el búnker, los dos miran hacia adelante, unidos por un cuarto de baño. Las coincidencias siguen, al igual que los testigos.
¿Hubo testigos de la presencia de Hitler en el país?
Muchos, y he tenido la suerte de entrevistar a varios. Lamentablemente, algunos ya han fallecido. Hay trabajadores de Inalco que vieron a Hitler en las afueras de la casa, el guardaespaldas de Pavelic admitió haber estado con ambos en Mar del Plata, y testigos de privilegio lo atendieron en Pan de Azúcar, Córdoba. El tema no son sólo los testigos, sino documentos oficiales y desclasificados del FBI, por ejemplo, en donde los agentes le confirman a Hoover la presencia de Hitler y de Eva Braun en Argentina. Un documento, incluso, afirma que ambos desembarcaron de un submarino. Todos estos son documentos oficiales desclasificados, que se pueden encontrar fácilmente en internet.
La última. ¿Dónde está enterrado ahora?
En Paraguay, sin dudas. Al fallecer, fue enterrado en una cripta construida especialmente para él. Allí se realizó una ceremonia con unas cuarenta personas, antes de que el lugar sea sellado. Hoy, el acceso de encuentra bloqueado. Hoy, sobre la enorme cripta subterránea, hay un moderno hotel. La primera semana de febrero de cada año, el establecimiento se encuentra cerrado a los turistas, ya que sus plazas son reservadas, con mucha anterioridad, por un grupo exclusivo que honra allí, hasta la actualidad, a su líder indiscutido: Adolf Hitler.