Con una emotiva carta, la esposa de Carlos Peralta agradeció y se refirió a su sucesión

peraltaRoca.- Norma Torres, esposa del recientemente fallecido vicegobernador de Río Negro, Carlos Peralta, publicó una emotiva carta en las redes sociales en la que recuerda a su «gran amor», habla de su relación con la política y se refiere a las disputas internas del peronismo por su sucesión: «Sinceramente y en honor a la memoria de mi amado quisiera decirles con mucho respeto que al Pueblo, a la gente, no le importa la sucesión del cargo de Carlos, el Pueblo está desesperado por respuestas, por dirigentes que nos cuiden, nos escuchen, nos alienten a salir a la calle con muchas ganas día a día para construir entre todos un futuro mejor» señala en el texto.

La carta:

Quiero agradecer a todos los que nos acompañaron en estas horas tan dolorosas para nuestra familia, para nuestros amigos, para nuestros compañeros.

Gracias a todos los que lloraron conmigo.

Carlos es y será siempre el amor de mi vida. Yo era su amor, pero su Gran Amor, era el Pueblo. Su amado Río Negro que juntos hemos recorrido kilómetro a kilómetro, el siempre llevaba la magia de la esperanza a los que menos tienen.

El primer regalo que me hizo mi Gordito cuando estábamos de novios, fue un escudito, era una fotocopia del Escudo Peronista. Yo tenía 17 años y ya todas las ganas de estar con él toda la vida. Y la primera vez que lo vi pasar fue arengando y tocando los bombos peronistas cuando llegaban de un encuentro de la Gloriosa JP.

¿Cómo no amarlo si la pasión por querer cambiar la vida de los más necesitados le brotaba por todos lados?! Y yo admiraba eso, porque el amor tiene admiración y otros milagros.
¿Cómo no amarlo si sostuvo su valiente lucha hasta el final, la lucha por sus ideales a la par de la batalla de guerrero heroico que dio a su enfermedad?!

Podría decir tantas cosas de esto, por ejemplo que a Carlos le dolía este Peronismo de internas feroces y mal intencionadas, pero eso es harina de otro costal, yo sólo acompañé a mi hombre, a mi gran hombre, la política la hacía él.

Le ruego a Dios que la muerte de mi amado no sea en vano, que la reflexión se extienda en las almas y en las mentes de todos, que no tiene sentido la confrontación que hiere, lastima.
Mi Gordito dejó la vida en su militancia, mis hijos compartían un padre con su militancia, yo compartía un esposo.

Le ruego a Dios que todos nos tomemos más tiempo para reír y abrazarnos, para mirarnos a los ojos, para disfrutar más porque ya ven, el paso por este mundo puede ser muy breve.
Y digo por este mundo, porque estoy convencida de volver a encontrar a mi Gordito en otra vida y sé además que en todas las vidas que nos toque vivir volveremos a estar juntos porque juntos conocimos lo sublime del amor, ese amor que acompaña, crea, construye, renueva y fortalece.
Hoy, me cuesta aceptar que mi Gordito se ha ido, por momentos siento que estoy en una pesadilla, que voy a despertar con él a mi lado diciéndome – Tranquila mi amor, todo está bien.

Es que entiéndanme, no sólo se fue mi gran amor y el padre de mis hijos, sino mi amante, mi compañero, mi otra mitad.

Carlos no solo fue padre de mis hijos, ese hombre y su gran corazón tuvo muchos hijos más los cuales adoptamos como propios, porque no podía ver, sentir que alguien tenía necesidades, sobre todo de afectos. En nuestro hogar nunca hubo abundancia pero siempre un plato de comida para quien quisiera o necesitara compartirlo. Esa fue la política que conocí, desde chica, desde mis tiernos 17 años cuando lo vi con los ojos del amor, la política de compartir, debatir, construir, cambiar.

Le ruego a Dios que en algún momento nos detengamos a ver que eso es lo que el Pueblo quiere volver a sentir hoy, la mística, los dirigentes escuchando, haciendo, compartiendo, llevando respuestas.

Sinceramente y en honor a la memoria de mi amado quisiera decirles con mucho respeto que al Pueblo, a la gente, no le importa la sucesión del cargo de Carlos, el Pueblo está desesperado por respuestas, por dirigentes que nos cuiden, nos escuchen, nos alienten a salir a la calle con muchas ganas día a día para construir entre todos un futuro mejor.

Mi Carlos no soportaba que un niño tuviera un problema, a mi Gordito la necesidad de un pibe le desgarraba el corazón, estaba, era parte de cada uno de ellos. Es por eso que con humildad les pido a los dirigentes que “Sientan más en el alma a los pibes rionegrinos y menos las broncas de las confrontaciones inútiles”. Es el mejor homenaje que pueden hacerle a Carlitos, trabajar en pos del Pueblo al cual amaba, al igual que él despertarse todos los día pensando en cómo se puede cambiar, transformar esta provincia.

Hoy, sigo con los ojos llenos de lágrimas y el alma destrozada, pero sentía la necesidad de agradecer a cada uno de ustedes que acompañaron a mi Carlos, a esos rostros de amigos, conmovidos, a esas manitos arrugadas que se acercaron para tocarlo por última vez, a esos ojos duros de hombres fuertes que se humedecían cuando frente a él trataban de expresarle su último adiós. A esas mandíbulas apretando dolor, esos aplausos manifestando la última manera de decirle Gracias a un hombre que lo dio todo por su Pueblo. Carlos seguramente estará más que contento sabiendo cuánto amor dejó el en sus corazones.

Gracias por los mensajes, gracias por tanta luz que nos envían. Gracias por la fuerza con la que nos alientan a seguir.

Gracias en nombre de toda esta familia que construimos con amor con mi amado Gordito.
Hoy recorro sus cosas, toco su ropa, aprieto la almohada esperando encontrar su olor, cada rincón de mi alma, de mi vida, de mi casa, tiene su mirada, no sé bien cómo se sigue, pero les repito, la vida puede ser un milagro demasiado veloz como para perdérselo. Las confrontaciones, las ansias desmedidas de poder, las diferencias insalvables, las descalificaciones al prójimo, no tienen sentido, no construyen, no ennoblecen.

Mi Carlos descansa al lado de su amigo eterno, El Gringo, bueno… conociendo a esos dos no sé si se podría decir “descansan”, están juntos, la lealtad esta vez sí fue “Hasta la muerte”.

Que Dios cuide sus hogares.
Gracias, eternamente Gracias.