Indiferencia que mata ● Claudia Beltramino

(Por los familiares de Víctor, de Oscar y de Eudalia. Por nosotros, todos los rionegrinos)
La condición humana alguna veces nos llena de orgullo frente a gestos heroicos y otras veces nos subsumen en la vergüenza frente a actos degradantes. La indiferencia, sin embargo, no tiene condena.

Medio minuto de reflexión obligan a reconocer que la indiferencia de los ciudadanos es el caldo de cultivo imprescindible para la corrupción, la desidia, la irresponsabilidad, el abandono, la improvisación, que en algunos casos lleva a la muerte.

Estos últimos 15 días dieron cuenta del fallecimiento de 3 personas. Viudas, viudos, huérfanos. Dolor inconmensurable para los deudos de Víctor Contreras, de DINA Huapi, fallecido a los 40 años, los de Oscar Pinto Aparicio, de General Roca, fallecido a los 53 años o los de Eudalia Miranda, de Conesa, fallecida a los 27 años.
Repetir que faltó ambulancia o chofer u oxígeno o pericia o responsabilidad es entrar en una discusión bizantina en las que los abogados excitarán sus neuronas hasta superponer razones que incluso, justificarán los decesos.
En Río Negro nos falta corazón. En Río Negro se muere la gente en el sistema hospitalario. Se nos muere una madre de parto, se nos muere un vecino porque no había oxígeno y otro porque no llega una ambulancia a tiempo. ¿Nos importa? Auténticamente, ¿nos importa?
Una premisa imbatible es ¿porqué debería hacer públicas sus falencias el gobierno? Y así el deceso de Eudalia se escondió laboriosamente.
Eudalia de Conesa fue a dar a luz a San Antonio pero las cosas se complicaron y se desangró sobre una camilla de quirófano del hospital de Viedma.
Las únicas palabras oficiales fueron de Fabiana Peralta, directora del hospital de Conesa, pescada de apuro por el periodismo subrayó que se trataba de una persona boliviana. Un dato que no hacía al caso y que solo importa a los xenófobos.
Eudalia falleció en el Hospital Zatti en donde no hay jefe de Servicio de Ginecología ni Jefe de Departamento de Atención Médica desde hace casi 8 meses.
Eudalia falleció en el hospital Zatti en donde no hay Jefe de servicio de Salud Mental aunque hayan 13 pacientes internados, 7 de ellos judiciales.
Eudalia falleció en el Zatti en donde hay un bebé internado con sífilis congénita y se negaron a confirmarnos si efectivamente hay un adulto fallecido por sífilis.
Eudalia y Oscar y Víctor son nuestros fallecidos, porque fuimos indiferentes.

Esta semana supimos que el Ministerio de Gobierno elabora una estrategia para alivianar penas de 30 presos en el Penal de Viedma para así poder excarcelarlos. La noticia se publicó el jueves. Un juez habló con la prensa y sin restarle asidero a la versión habló de la potestad del gobernador para indultar condenados.

Como los gobiernos nos conocen mucho más de lo que nosotros pensamos, como dieron en la tecla de nuestra indiferencia, entonces tapan con anuncios estas realidades de muerte e inseguridad.

Lo terrible no es darnos cuenta de esto, lo terrible es que con cada anuncio de 10 o 20 0 mil millones, cada inauguración de luminarias o de escuelas, cada entrega de viviendas o netbooks, nos resignamos a que se mueran Víctor y Oscar, a que Eudalia deje a 4 nenes huérfanos, a que le apunten con un arma a un nene de 12 años para sacarle las zapatillas o a que golpeen a una anciana para robarle la jubilación. Esto somos los rionegrinos. Es mejor afrontarlo.
Podríamos hablar de Viarse y del arquitecto Guerra rodeado de asistentes que robaron o convalidaron el robo de por lo menos 5 cheques, podríamos hablar de los trabajos por los que paga a empresas que los realizan con equipamiento de Viarse y personal de Viarse, podríamos hablar de los apellidos que se repiten en estas operatorias, y que se repiten incluso desde la gestión radical, podríamos hablar del curioso déficit de 7 millones en el balance de 2012, podríamos hablar de violación a las leyes que prohíben tener a funcionarios que violaron los derechos humanos, podríamos hablar de muchas cosas más pero la memoria de Víctor y Oscar y Eulalia nos llaman a silencio.

Podríamos hablar de la economía regional más importante, la fruticultura, sin respuesta. Podríamos hablar de la crisis de la escuela media, de los NI NI, que en Río Negro no escapamos a la media, podríamos hablar del flagelo de la droga que se vuelve respuesta para esos NI NI que no consiguen ni van a conseguir trabajo porque no hay política de generación de empleo, podríamos hablar de estas cosas, pero solo subrayaríamos que las desapariciones físicas de Víctor y de Oscar y de Eudalia, no son casualidades.

Las palabras se nos agotan. La indiferencia frente a la indolencia del gobierno o la improvisación en relación a la protección, a la seguridad que tiene la obligación de brindarnos es el mejor caldo de cultivo para que las cosas se agraven.

Que las muertes de Víctor, de Oscar y de Eudalia no nos sean indiferentes porque ya fuimos indiferentes otras veces, y luego, no hubo ni hay espacio para esconder tanta vergüenza.