El avance de las urbanizaciones inmobiliarias ● Magdalena Odarda

“La historia que dio origen a los valles irrigados, parece ir desapareciendo tristemente debajo de millonarios negocios inmobiliarios corriendo a los productores además de liquidar el destino que la historia le ha dado a la tierra productiva”.

El Dique Ingeniero Ballester, es una de las obras más monumentales de su época realizada sobre el río Neuquén, que luego une sus aguas al Limay para formar el río Negro. Las históricas y constantes crecidas que destruían pueblos y la necesidad de irrigar zonas y ampliar las superficies cultivables, dieron origen al sistema de riego que actualmente provee de agua a los valles de la provincia de Río Negro.

El proyecto del canal Principal de riego del Alto Valle del río Negro tiene su origen en el año 1898, cuando se encomienda al Ministerio de Obras Públicas de la Nación la construcción de canales de irrigación ante la posibilidad de producir y desarrollar la economía de todos los valles de la provincia. Se contrató al ingeniero italiano Cesar Cipolletti para realizar el Estudio de Irrigación de los ríos Neuquén, Limay, Negro y Colorado, pero diez años más tarde fallece y la obra es impulsada por el Ministro Ezequiel Ramos Mexía. El Ing. Severini es quien proyecta tres obras: un gran dique de contención (dique Ballester), un gran canal de derivación del río Neuquén hacia la cuenca Vidal (lago Pelegrini) y junto al dique la bocatoma de un canal de alimentación para riego de todo el Alto Valle.

Las tres obras conformarían lo que se denominó el Sistema Integral de Riego del Alto Valle del Río Negro y Neuquén.

Este sistema constituye la infraestructura de riego más importante de la Provincia, pues permite el riego de casi 65 mil hectáreas. Está constituida por una red de canales con un desarrollo de 1.977 km. Las principales explotaciones gracias a esta red son las de manzanas y peras que ocupan más del 80% de la superficie total cultivada.
Gracias a esta impresionante obra de ingeniería, Río Negro es privilegiada por la potencialidad productiva de todos sus valles.

La actividad frutícola cuenta con un gran número de “pequeños productores” (52%), sobre la que se apoya fundamentalmente la actividad productiva valletana. Estos trabajan en forma familiar y contratando mano de obra temporaria para algunas tareas.

El 42% estaría constituido por los productores llamados medianos. También está el otro segmento de “productores grandes” que representan el 6%.

La economía que generan los valles rionegrinos es considerada una de las más importantes del país, aunque las asimetrías producidas por la falta de políticas que protejan al pequeño y mediano productor, han ido desplazando a éste de la tierra, lo cual demanda estrategias desde el Estado que garanticen el arraigo de los mismos a sus tierras.

La especulación financiera e inmobiliaria y la persecución de los productores por deudas usurarias, es uno de los males que debe afrontar el sector productivo mayoritario. La concentración de la tierra en manos de poderosos empresarios, o el liso y llano negocio de acapararla para fraccionarla, urbanizarla y transformarla fácilmente en dinero, es una problemática que acecha al productor.

No es un problema menor el avance urbano hacia las zonas productivas y bajo riego. Su crecimiento de las urbanizaciones ha sido desmesurado y salvaje, sin tener en cuenta el daño ambiental, la pérdida de la tierra productiva, la destrucción del sistema de riego, la expulsión de chacareros y pérdida económica para el sistema productivo.

La excusa de una mayor necesidad de tierras urbanizables, ha ido transformando a la tierra productiva en un negocio inmobiliario y especulativo en desmedro de la producción y el valor intangible de la tierra irrigada, como la que encontramos en el alto valle, valle medio e inferior de esta provincia.
El proceso de pérdida de la tierra productiva se relaciona en muchos casos con las “urbanizaciones de elite” donde se ven viviendas de elevada calidad, con una infraestructura sofisticada (quinchos, canchas, parques, piscinas, etc).

Este crecimiento descontrolado de la ciudad hacia el campo, incrementado en los últimos años, deteriora el hábitat campesino e intensifica la pérdida de suelos productivos. De esta forma se destruye un bien que no se puede recuperar. Las inmobiliarias parecen controlar el valor de las tierras y hacer sus negociados sin control estatal, y pasando por alto Estudios de Impacto Ambiental o estudios socio- ambientales con los que se pueda medir el daño ocasionado y la inconveniencia de los proyectos.

Quienes producen y viven en las zonas rurales necesitan mayor bienestar y la protección de sus actividades económicas, lejos de los conglomerados urbanos, asegurando así la conservación de los bienes naturales que les garantizan su desarrollo.

En más de 100 años de historia, se concretó un sistema de riego favorecido por la fuerza y el caudal de tres ríos que fue generando riqueza en los valles con aumento de la producción, con chacras cultivadas para las familias, para la producción interna y los mercados externos. Esta historia que dio origen a los valles irrigados, parece ir desapareciendo –tristemente- debajo de millonarios negocios inmobiliarios.
Las urbanizaciones, y detrás de ellas, los intereses espurios van corriendo a los productores, además de liquidar el destino que la historia le ha dado a la tierra productiva.

(1)LA AGRICULTURA IRRIGADA EN RIO NEGRO Y SU CONTRIBUCIÓN AL DESARROLLO REGIONAL. LIC. GRACIELA PERI BUENOS AIRES, Diciembre de 2004.

Dra. Ma. Magdalena Odarda
Legisladora Provincial Bloque Progresista CC-ARI

PRENSA BLOQUE PROGRESISTA

Título Original: EL AVANCE DE LAS URBANIZACIONES INMOBILIARIAS QUE PONEN EN RIESGO EL DESTINO LOS VALLES IRRIGADOS DE LA PROVINCIA