¿El silencio es salud ? ● María Elena Ochoa

Un nuevo feminicidio a manos de un policía y frente a sus hijos, se suma en Viedma a los más de 255 acaecidos en la Argentina durante el año 2012 que dejaron entre otras huellas 387 huérfanos. En Enero del 2013 se sumaron 26 feminicidios más, casi uno por día. En la mitad de ellos el victimario es el esposo, utilizando armas de fuego en uno de cada cuatro casos, el 5% perpetrados por individuos pertenecientes a fuerzas de seguridad, el 2,3% en Río Negro que tiene apenas el 1,58% de la población argentina, lo que determina una incidencia 46% superior al promedio nacional.

El sistema estadístico vigente, la falta de protocolos de actuación y de formación específica determina según los expertos, que no se diagnostique, ni se registre la mayoría de los casos de violencia de género, ni aún en los casos en que culminan en crímenes o desapariciones.

Un escenario colmado de jueces permisivos que no atienden llamados de alerta, policías que someten a la humillación a las denunciantes y no toman medidas que molesten a sus colegas, en una sociedad que fue capaz de convertir a un asesino de mujeres en un ícono, como sucedió con el odontólogo Barreda, o donde se consiente que en locales de baile se organicen concursos para premiar a la joven que más alcohol beba.

Sólo con prevención de la violencia se pueden crear sociedades «más pacíficas, igualitarias y productivas en donde mujeres y niñas vivan libres de la discriminación, el acoso, la violencia y el miedo a la violencia que puede impedirles alcanzar todo su potencial humano»….”cuanto más igualdad social y equidad económica haya entre hombres y mujeres en una sociedad, menor es el índice de violencia sobre las mujeres que hay en esa población” (Informe EMG-ONU 2012)

Para cambiar deberemos tomar la palabra contra la violencia, deberemos pasar de los enfoques cínicos a los clínicos, de la desmanicomialización sin recursos a la reasignación de los recursos humanos, organizativos y financieros imprescindibles para afrontar un problema que según la Organización Mundial de la Salud es una de las “principales causas de morbimortalidad” en la población femenina en edad reproductiva.

Quedan muchos interrogantes sin respuesta: ¿La seguridad ciudadana, no incluye a las mujeres víctimas de violencia de género en peligro?, ¿Qué estrategias pedagógicas y disuasivas de eventuales agresores se efectúan?, ¿Qué esquemas de formación y prevención sobre el tema realizan los Ministerios de Salud y de Educación para sus agentes? ¿Qué curso le dio la justicia a las tres denuncias consecutivas por agresiones y amenazas con arma de fuego que presentó esta última víctima en Viedma?¿Son secretos los planes, las metas y los indicadores epidemiológicos para articular y evaluar el impacto de las políticas de Salud Mental en Río Negro? ¿Cuál es la relación actual entre la evolución de los problemas sanitarios, los recursos y los resultados en temas como las adicciones, la violencia de género, el abuso infantil, el embarazo y el suicidio adolecente, las afecciones mentales invalidantes? ¿Cómo se ha previsto formar y articular a los profesionales de la Salud Mental para contribuir con mayor efectividad a prevenir el feminicidio?

Reclamamos que los que tienen competencias abandonen el papel de cronistas que describen la realidad conteniendo los legítimos reclamos, planteando soluciones para un futuro hipotético, que se desvanece al secarse la tinta del periódico. Asumimos el riesgo del cuestionamiento injusto, del error o de las represalias, ya hemos tomado partido por la verdad y contra la indiferencia. “El silencio es salud” decía la dictadura porque era la hora de los verdugos y de sus prolijos cómplices, ya decidimos que “Nunca Más”.

Lic.María Elena Ochoa

Presidente del Colegio de Psicólogos del Valle Inferior del Río Negro