La familia analizó internar a Freydoz, meses antes del asesinato de Soria


Roca (ADN).- Meses antes de la tragedia que se llevó la vida del por entonces gobernador de Río Negro Carlos Soria, la familia Soria en su conjunto analizó la posibilidad de internar a la hoy acusada de homicidio, Susana Graciela Freydoz, por la preocupación que causaba en el entorno íntimo el creciente consumo de alcohol y psicofárcamos que profundizaba la depresión y los celos enfermizos que manifestaba la mujer hacia su esposo. Esta posibilidad fue descartada por la firme oposición de uno de los cuatro hijos del matrimonio, de acuerdo a los datos que se desprendieron de la declaración de la empleada doméstica Lilia Cárdenas, quien fue uno de los cinco testimonios que tuvo la cuarta jornada del juicio oral que se desarrolla en la Cámara Primera del Crimen de General Roca.

Cárdenas detalló ante el Tribunal que desde hacía 18 años años era la empleada doméstica de la familia Soria y que desde hacía alrededor de dos años había comenzado a notar cambios notorios en el compartamiento de Susana Freydoz. Entre las modificaciones del estado de ánimo de la acusada aludió a que se la veía «más nerviosa» y detalló que comenzó a notar un incremento de su parte en el consumo de vino blanco y de medicamentos no recetados que tomaba de una caja en la cual el extinto Soria tenía todos los medicamentos que le prescribían sus médicos, entre ellos ansiolíticos, pastillas para dormir y para el corazón, entre otras cuestiones.

La empleada de la familia detalló que en abril en su último cumpleaños Freydoz se mostró muy deprimida, a tal punto que en vez de preocuparse por los festejos de cumpleaños, avisó que se retiraba del céntrico edificio de Italia y el Canalito para irse a dormir a la chacra de Paso Córdoba. Lo que preocupó a Cárdenas, quien alertó sobre esto al mayor de los hijos, Martín Soria, quien en conjunto de sus hermanos y esposas se ocuparon de prepararle un cumpleaños sorpresa para reanimarla. Ese mismo día Freydoz le manifestó a su empleada: «no es el mejor año de mi vida», para luego llorar y dejarla a cargo de preparar el almuerzo a Soria.

La mujer detalló ante los jueces que, en el último tiempo comenzó a notar un incremento en la cantidad de compras de vino blanco que se hacían en la residencia Soria y que percibió que Freydoz se bebía en soledad casi a diario una botella mientras disponía todo para el almuerzo de su esposo, por entonces intendente de Roca, quien habitualmente llegaba entre las 14 y las 15 a almorzar. Freydoz, de acuerdo a Cárdenas, también consumía vino en otros momentos del día y para la empleada era habitual encontrar copas o botellas a medio terminar en diferentes sectores de la casa.

La empleada relató además que Freydoz consumía pastillas que extraía de la caja en la que Soria guardaba sus medicamentos y que en una oportunidad encontró una jabonera con unas pequeñas pastillas rosas que al parecer eran consumidas por Freydoz. Atenta a estos hechos manifestó su preocupación a la hermana de Freydoz y a los hijos del matrimonio, en especial a los mayores Martín y Germán, situación que explicó luego derivó en un debate familiar para analizar si correspondía avanzar en la internación de Freydoz para ayudarla a superar el cuadro depresivo que estaba atravesando. La férrea oposición de María Emilia, hizo desistir a los hermanos de avanzar en esta idea, explicó la empleada en su testimonio, por momentos entre lágrimas.

También reconoció que eran habituales las peleas en el matrimonio, aunque también hizo mención a algunos buenos momentos en los que Soria y Freydoz se mostraban alegres, aunque dio a entender que eran los menos habituales. También relató que en oportunidades cuando Soria llegaba de viajes de campaña electoral ni siquiera saludaba a Freydoz y pasaba por al lado de ella «como si fuera un mueble».

La mujer le recomendó a Freydoz en más de una oportunidad a que fuera a un médico, a un psiquiátra o a psicólogo, pero al igual que a otras personas que le hicieron la misma sugerencia le manifestó que no quería hablar de sus cosas con personas extrañas y menos en su ciudad, General Roca. También le sugirió que hiciera otras actividades, como irse de viaje con su hermana, pero tampoco tuvo ecos favorables la idea.

Cárdenas detalló que «después de lo que pasó» en referencia a los hechos del 1ero de enero en la chacra de la familia, estuvo una semana acompañando a Freydoz en la casa de su hermana en la vecina localidad de Allen. «Cada vez que iba, nos poníamos a llorar, nos abrazábamos y me decía ´les arruine la vida a mis hijos´», relató emocionada la empleada. Luego contó que dejó de ir a pedido de los cuatro hijos que le pidieron «que no fuera más», entre otras razones porque veían como la afectaba emocionalmente la situación.

Minutos después de declarar Cárdenas se retiró de Tribunales sin hacer comentarios a pesar de las insistentes consultas de los periodistas que cubren las alternativas del juicio, tras bajar las escalinatas se retiró en un auto negro conducido por Leila Aschkar, esposa del intendente roquense Martín Soria.